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Sentándome sobre la bien tendida cama de dos plazas, observé a mi alrededor con aire ausente. Harry había terminado su tour sin volver a mencionar al chico de la gorra, tampoco me atreví a preguntar más sobre él. Mi curiosidad -además de mi boca floja- siempre había sido el detonante de mis problemas y como debía mantener este puesto de trabajo al menos por un tiempo prefería evitarme esos. La tediosa vida de profesor de secundaria no era algo que quisiera experimentar realmente, había hablado con muchas personas amantes de esa profesión y al parecer simplemente, yo no daba el talle para ella. Por lo que al menos debía intentar mantenerme al margen de los problemas, solo debía quedarme el tiempo suficiente para poder agregar el nombre de la secundaria a mi currículum.

Debía ser fácil. Aquí no tenia ningún tipo de tentación que me desviara de mi objetivo.

Ya estaba instalado y había hablado con el director Jonhson, lo único que me faltaba era levantar el horario en que impartiría clases. Seguramente la administración quedaba en el mismo lugar que siempre, eso esperaba al menos. Harry había querido acompañarme pero en vez de eso lo envié a clases, esperando que el chico pudiera al menos asistir a las ultimas lecciones de la tarde.

Pasando las manos por mi rostro, me pusé de pie y caminé hasta la puerta. Lo mejor era que levantara esos horarios lo antes posible para que no tuviese que estar corriendo de un lado a otro en la mañana. Los pasillos del edificio de profesores estaban totalmente vacios, seguramente la mayoria aun estaban dando lecciones ya que el horario no habia terminado aun. Mis pasos me dirigieron directamente a la puerta que daba al jardin, el atardecer estaba despuntando en el horizonte y sabia que se podia apreciar perfectamente desde el patio del instituto.

Mi cuerpo entero se estremeció cuando di un paso hacia el exterior, no me habia dado cuenta de que hacia tanto frío pero tampoco tenia ganas de volver por una chaqueta, ya que para ello tendria que revolver mis maletas. El brillo dorado del sol pintaba con su suave pincel toda la vegetación cercana, haciendo brillar los rosales y azucenas que decoraban el predio. Habia arboles de manzanos, naranjas y duraznos que rodeaban el jardin pero las flores eran las que tenian el lugar central.

Escuchando el chasquido de mis zapatos sobre el camino de piedra que cruzaba el lugar, observé con fascinación como el sol desaparecia en el horizonte. El lugar estaba libre de estudiantes, supuse que el frío los habia espantado. Me encantaba la tranquilidad que se podia respirar, los colores se mezclaban frente a mis ojos como en una pintura de pinceladas perfectas. Siempre habia tenido una visión de todo bastante alegre pero el tiempo habia hecho que muchas cosas perdieran su brillo a mi vista, la naturaleza era la única que no me defraudaba.

Mis dedos rozaron un bonita rosa roja mientra pasaba, mi indice se entretuvo delineando el borde de los delicados pétalos. La suavidad y la ternura de la textura obligo a mis pies a detenerse y no pude evitar inclinarme para recibir el dulce aroma de la misma. Cerré mis ojos, disfrutando de la sensación. Me sentía bien en momentos como esos, el perfume y el calido resplandor de los ultimos rayos del sol golpeando mi rostro hacian que me sintiera vivo después de mucho tiempo. Volvía a ser ese chico que se emocionaba por todo y le veía el lado bueno a cualquier situación, dejando atrás al adulto amargado en el que me habia convertido. Era solo la naturaleza y yo.

El característico sonido de una cámara fotográfica logró que abriera los ojos, levantando la mirada hacia el lente que, sorprendentemente, estaba enfocado en mi. El sonido volvió a repetirse por segunda vez cuando miré confundido al chico que sostenia el aparato. Mechones castaños se movieron con el viento bajo la gorra negra mientras la cámara bajaba lentamente, exponiendo unos grandes ojos mieles que me miraron con temor. Los largos dedos bailaron nerviosamente sobre el aparato, como si el chico esperara alguna reacción de mi parte.

—¿Que haces aquí?

Era una pregunta estúpida ya que estabamos en un internado y, obviamente, él vivia aquí. Pero al recordar lo que Harry me habia dicho sobre su enfermedad, inmediatamente asocie que estaria dentro de su habitación y no exponiendose al duro frío de la tarde.

Los brillantes ojos me abandonaron cuando el chico miró hacia el horizonte antes de volver, su mano hizo una seña casual hacia la cámara. No entendía porque no hablaba pero supuse que su tapabocas no permitia que su voz saliera con perfección, tenia sentido que prefiriera comunicase con sus manos. La tela cubriendo su boca llamo bastante mi atención, no por lo que era si no porque tenia un dibujo parecido a un graffiti al frente. Dos letras se destacaban entre los brillantes colores: L.P.

—Deberías volver a tu habitación. —sugerí.

Sus cejas se fruncieron un segundo antes de que negara con la cabeza. Sus manos abandonaron la camara que quedo colgada de su cuello gracias a una oscura correa antes de que comenzara a mover sus manos hacia mi.

"Mi compañero no me deja entrar" gesticulo en lenguaje de señas.

Eso me confundio aun más, no el hecho de que su compañero no lo dejara entrar si no que el que supiera como hablar con sus manos me parecio sorprendente. Yo personalmente habia aprendido el lenguaje gracias a mi abuela, ella habia perdido la audición a una edad muy temprana y me enseñó a comunicarme con ella. Por lo que podia entenderle perfectamente.

—¿Porque no te deja entrar? —interrogué, dejando a un lado mis preguntas sobre él.

Se mostró sorprendido por un segundo antes de que sus ojos brillaran con emoción. Sus manos volvieron a moverse.

"Chica"

—¿Tiene una chica allí? —asintió. Me rasqué la barbilla, pensativo—. Estoy muy seguro de que eso rompe varias reglas.

Asintió un momento antes de encogerse de hombros y volver a aferrarse a su cámara, su mirada bajando a sus pies.

—¿Porque no hablas? —la pregunta se me escapó antes de que pudiera detenerla.

Su cabeza subió de golpe, mirándome por unos segundos antes de que sus hombros volvieran a subir.

"Ellos no me entendían" hizo un gesto hacia el edificio escolar. "Aprendí a hablar con mis manos pero ellos no me quieren".

—¿No te entendian? —pregunté—. ¿Por el cubrebocas?

Asintió antes de mover la cabeza hacia los lados, como si no fuera eso exactamente. "Mi voz, es muy baja" explicó.

—Ya veo. —dije.

Su cabeza se inclinó hacia un lado mientras me observaba, una de sus manos subio a apartar de sus ojos los mechones ondulados y supe que estaba sonriendo detrás de la tela. No entendia como lo sabia pero estaba seguro de que estaba sonriendo.

"Tu si me entiendes" dijo de repente. "¿Quien eres?"

—Mi nombre es Zayn Malik. —me presenté—. Soy el nuevo profesor de arte.

"Soy Liam"

Moví la cabeza en comprensión. El frío me golpeo más fuerte aun logrando que la piel de gallina explotara en mis brazos. Observando su tapado, supuse que el chico no sentía demasiado frío pero de todas maneras, temía que tuviera una crisis o algo.

—Hace frío aquí, Liam —apunté—. Deberias entrar, podrias enfermarte.

Su cabeza volvió a inclinarse y me miró como un cachorrito curioso. Como si yo le diera curiosidad. No sostuvo mi mirada por mucho tiempo antes de que asintiera, dando un paso adelante hacia la entrada del ala de habitaciones de estudiantes.

"Gracias por hablar conmigo, Zayn" gesticuló antes de apresurar sus pasos hacia la puerta.

Observé su delgada figura desaparecer en la puerta sin mover un musculo. Sonreí suavemente antes de volver a mi camino, tal vez las cosas no serian tan malas después de todo. 

Intocable |Ziam|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora