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Primer intento de declaración
Llegó el día, no puedo echarme hacia atrás, desde hace semanas que intento
decirle sobre mis sentimientos, si dejo pasar más el tiempo, más difícil va a
resultar.
De todos modos, ya le dije que hay algo de lo que quiero platicar con él.
En este momento estoy caminando con Mar y nuestros amigos, entre ellos incluido él.
Estamos cerca de la parada, dónde se quedan todos a tomar el transporte y yo me voy con Darío.
–Jeanne, te vas caminando ¿no?
–Eeeeh sí, claro, me voy caminando. –dije intentando ocultar los nervios.
–Con cuidado, me mandas mensaje cuando llegues. –Me dijo Mar, un
tanto seria.
–Claro, si no se me olvida jaja– dije para relajar el ambiente.
–Donde se te olvide, ya verás cómo te va ir.
–Si mamá, no te enojes–le digo burlonamente.
Nos despedimos y emprendí mi camino con Darío, como siempre, solamente
yo hablando, y el muy atento a cada una de mis palabras, gracias a la plática
estuve más relajada, casi nada de nervios, solo dos amigos conviviendo.
Estábamos llegando a una calle que él toma para ir a su casa.
Hace casi dos años, o un poco más, ya había pasado por ahí, y teníamos dos
anécdotas de ese día.
–Cada que paso por aquí, me acuerdo de la primera vez que Mar y yo te
acompañamos a tu casa, y nos reíamos de la gallina si cabeza–dije riendo.
–Lo dices ¿Por qué ves a las gallinas? –pregunto.
–Sí, aunque no me gusta mucho recordar ese día, porque también hice el ridículo. – respondí avergonzada.
–Si es cierto, te caíste muy chistoso– dijo riendo y recordando el
momento.
–No es gracioso, fue un descuido, ni siquiera me ayudaste –dije como
respuesta a la defensiva.
Y era cierto, ese día preferimos estar risa y risa los tres, y solo Mar, me quiso
ayudar, pero se detuvo, porque por poco también se caía.
Darío ya no respondió, solo se quedó callado, pero con una sonrisa oculta detrás de ese cubrebocas.
Seguimos caminando hasta llegar a la calle que colinda con mi casa.
– ¿Por dónde te irás?
–Por aquí–señalo la avenida.
–Bueno entonces, déjame acompañarte a la siguiente parada.
–No, ¿para qué? Tú ya casi llegas a tu casa, no me parece que camines
hacia dónde voy y después te regreses–dijo serio.
–Sí, pero tú también me acompañaste hasta acá, y técnicamente estás
regresando a tu casa, si hacemos comparación es un trayecto más largo
el tuyo que el mío–quise tratar de justificarme.
–Eso es diferente, tú vas–en ese momento me atreví a interrumpirlo.
–Todavía no te digo, el asunto por el cual te pedí que me acompañarás.
–Ah bueno, pero solo una parada, y te regresas– dijo muy firme sobre su
respuesta.
–Sí, solo esa y ya– dije sonriendo.
Caminamos y siento como mi corazón está agitado.
Mis pensamientos empiezan a bloquearse, cómo si se me olvidará que iba a decirle, mis manos quieren estar temblorosas. Por lo cual mejor decidí
caminar detrás de él, y funcionó al no verlo cara a cara, me relajé un poco.
–Darío.
–Mmm– se detiene y voltea a verme.
– ¿Qué…? ¿Qué dirías si emmmm una amiga cercana a ti, te dice que le
gustas? –solté la pregunta.
– ¿Cómo que le diría? No sé–dijo un tanto nervioso.
–Sí, que se te confiese.
–Bueno, pues, no le diría nada.
–De acuerdo–dije vagamente– la situación es esta, no quiero andar entre
las ramas, y trataré de ser lo más directa posible.
–Te escucho.
–Cuando me gusta alguien, la única manera de quitar esos sentimientos,
es diciéndole lo que siento. Y en este momento gusto de alguien, pero es
complicado el poder decírselo.
–Solo díselo y ya.-respondió un tanto incomodo, pero también percibí
un tono como de molestia.
–En este momento no busco una relación, ni nada por el estilo.
–Es más fácil, díselo y que todo fluya– respondió con una incomodidad
para finalizar el tema.
–No es fácil, con esa persona he soñado 5 veces. Apenas, no tiene mucho,
reconocí que tengo sentimientos por un chico, por eso he decidido hablar
contigo hoy–decidí desviar mi mirada–porque ese chico eres tú.
Me quedé callada, me animé a volver a verlo, no dijo nada solo se limitó a ver el suelo, por lo tanto, decidí seguir hablando.
–Mi corazón dicta que eres tú, quien en este momento de mi vida, lo está
acelerando, y provoca que tenga nervios, ¿recuerdas las veces en las que
tú estabas cerca de mí y yo me alejaba?.
Darío solo se limitó a asentir con su rostro.
–Bueno eso fue porque yo no me sentía muy cómoda ocultando esto– Darío sonrió–en un principio hemos sido muy buenos amigos, y el saber que ya no te podré ver solo como un amigo, que mi corazón cada que estuviera cerca de ti estaría acelerado, sintiendo mágicamente las mariposas en el estómago, no es mucho de mi agrado.
Se mantuvo callado, y el ambiente se quedó en silencio, por unos
minutos.
–Por ese motivo, quiero decirte que mantendré mi distancia contigo por
un rato, ya te declaré mis sentimientos, solo es cuestión de tiempo que
dejé en el olvido está sensación de enamoramiento.
–De acuerdo, si eso crees que es lo mejor, yo no tengo problema, es por
tu bien– respondió con una leve sonrisa y continuo– solo ten en cuenta
que yo no me voy a mantener alejado por mucho tiempo. Por lo tanto, te
daré tu tiempo, cuando estés lista me dices– finalizó con una sonrisa.
–Gracias, por comprenderme– lo dije mientras soltaba la punta de su
suéter que había tomado desde que inicio la conversación, de manera
involuntaria y por nerviosismo.
–Ya no te quito más tu tiempo–sonreí–Adiós.
–Adiós.
Llegué a mi casa, comí, pero sabía que algo me faltó decirle, por lo tanto, le
mandé mensaje.

Jeanne:
Hola jajá hace unos momentos nos ñ acabamos de despedir y ya te estoy saludando de nuevo. Solo para decirte que hoy cuando te conté todo, sentí una tranquilidad, perdóname, sabes que soy muy dramática.
Para culminar, te agradezco el que me hayas escuchado, gracias por tú amistad y por tus palabras.

Darío:
Bueno, primero que nada, no te preocupes, no es molestia que me escribas, verás, yo también sentí
algo, como que simplemente fue una situación muy inesperada, dado que yo siempre te he conocido como una persona agradable y jamás me has hecho un desaire, mucho menos que me dirías algo como lo de hoy. Por otra parte, no me gustaría perder esos hermosos momentos que he compartido contigo, ya que, dadas las circunstancias, aunque
puedan ser pocos los recuerdos, han sido algo sagrado para mí. Tomate tu tiempo, el que sea necesario, y si necesitas algo de mi parte, lo voy a
dar todo, ya sabes.
Besos y abrazos.

No puede ser, Darío es un buen amigo, aunque en este momento me siento como Rapunzel, ¡No es posible si lo hice! Después de mucho tiempo, al fin, le dije.
Ya no tendría la necesidad de estarme alejando de él, y después sentirme mal.

¿Quien Tuvo La Culpa? ¿Él o Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora