¡Ateate, me gustas!

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<<<Clases de voleo>>>

Y aquí estamos de nuevo, un viernes muy caluroso dónde en la academia Neverland de voleibol tocaba reforzar el voleo, el profesor dió el anuncio de lo que harían hoy y formó las parejas para tomar unos balones y entregárselos.

–Coloquen sus dedos duros, levanten esos balones y den un pase decente a su compañero– les recordó a sus alumnos para ir a ajustar la malla y después supervisar su trabajo.

Nuestra pequeña azabache se encontraba tomando agua para ir a realizar dicho ejercicio, le había tocado con Ateate, que bendición, daría su mejor esfuerzo para no dejar caer el balón y dar buenos pases.

–¿Lista para empezar?– fueron las palabras usadas por su amiga poste de luz para ir corriendo a un extremo de la cancha y ponerse a trabajar

–Sabes que si– aseguró sonriente la pecosa

Su acompañante hizo el mismo gesto para luego pasarle el balón a una altura bastante buena. Así siguieron por un buen rato hasta que cambiaron de ejercicio a algo un poco más complicado, volear la pelota una vez y luego pasarla a su compañero, esto para asegurar el control.

–Woah, que buenos pases– Alaga la más baja– ¡tú voleo es impresionante! ¡Tan fresco! ¡Tan limpio!– dijo con estrellas en sus ojitos

–¿De verdad piensas eso?– dijo al borde del sonrojo, por fuera estaba serena pero por dentro era un caos y gritos–

–¡Si!– asintió Nene

–Gracias– le  regala una sonrisa tímida – nadie nunca me había dicho algo tan lindo– confesó rascándose la nuca

–¡¿EN SERIO?!–grito exaltada la de tes pálida

–¡Nene! Deja la gritadera– regañó la entrenadora

– ups, ¡lo lamento mucho!– se disculpó apenada– no puedo creer que alguien tan talentosa como tú no reciba esa clase de elogios a diario– confesó indignada

–Oh vamos, no soy tan talentosa– le resto importancia con un gesto hecho con su mano

–¡¿Como que no?!– le reprochó con el ceño levemente fruncido

–¿Eh?– formuló confundida por el reproche de su compañera

–¡Valora tus esfuerzos tanto como lo hago yo!– pidió a la de tes dorada

–Esten.. yo..– se había quedado sin palabras, esas palabras la dejaron atónita, fueron muy dulces para su pobre corazón, un poco más y podía sentir la azúcar salir de su boca a chorros

–Vamos, yo sé que tú pue- fue interrumpida por un abrazo cálido que la hizo soltar el balón

–Gracias–pronuncio en un susurro la castaña–necesitaba oir esas palabras– sollozó alarmando a la mayor

–¿¡e-eh?! ¡No llores, por favor!, no fueron las mejores palabras del mundo– le restó importancia a sus anteriores palabras de motivación

–Perdón, no pude evitar sentirme feliz y se me salieron un par de lágrimas– aclaró para dejar de preocupar a la pecosa

–Bueno si tú lo dices eso me calma un poco– sonrió cerrando su ojos