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<<<Juego del juvenil masculino>>>

\Narra Nene🐣✨/

Por fin había llegado, el tan esperando domingo, la emoción en mi era mucha, casi no había podido dormir la noche anterior pero era por los nervios de hacer algo mal. Que pesimista soy.

Llegué al lugar, era un cancha cerca de la nuestra, era muy fresca y grande pero resbalosa, confieso que me caí más de una vez estando en la cancha. El juego fue divertido, anoté muchos puntos y al final ganamos los 2 sets, estábamos muy felices. Y lo celebramos.

Al salir de la cancha abraze fuertemente a Ateate, lo había hecho muy bien, estaba orgullosa de ella.

–¡Felicidades, Ateate!– dije en pleno abrazo

–¡Igualmente!– pronunció apretándome entre sus brazos

Ya luego de la emoción siguieron las demás categorías, la de los chicos estaba por empezar así que me quedé viendo atentamente el juego, hasta que escuché mi nombre, me volteo para ver de quién se trataba y era Ateate.

Me acerque a dónde estaba ella, estaba sentada en el suelo a unos 2 metros de la cancha y traía sus audífonos puestos. La mire esperando que me dijera el motivo por el que me había llamado, ella me sonrió y me hizo una propuesta que claramente no iba a rechazar.

–¿Quieres ver el juego junto a mi?– me preguntó con una prominente sonrisa

–Claro– acepté la propuesta

Ella recostó su espalda en la pared y separó un poco sus piernas para que yo me acostará en medio de estás, no habían palabras para explicar lo feliz que estaba, el juego estaba muy emocionante y Ateate me estaba haciendo cariñitos mientras lo veíamos juntas. En un dado momento del juego, ella tomó mis ante-brazos para agitarlos en forma de porras. Fué un momento muy lindo y tierno que atesoraria por el resto de mi vida y guardaría con amor en algún rincón de mi mente.

Y así estuvimos un rato hasta que me llamaron para llevar los puntos del juego, todo el mundo se me acercaba para ver cuánto a cuánto iba, era estresante porque tenías varias miradas juzgandote y vigilando que hagas todo bien y no te saltes ningún punto o hasta hagas trampa. El juego terminó y ya era casi de noche así que todos se iban a ir directo hacia sus casas, yo corrí para llegar hasta dónde estaba Ateate para abrazarla y despedirme con un besito en la mejilla ajena.

Al llegar a mi hogar mi cara estaba ardiendo y de un color rojo vivo, no paraba de pensar en ese escenario tan romántico digno de una novela o manga. De solo pensar que la de ojos grandes y claros me abrazaba por la espalda y daba una que otra ligera caricia en mi cabeza azabache, mis sentimientos me delataban y sonreía bobamente hacia la nada. Esto de ser una colegiala enamorada no era de mi agrado, me sentía tonta y frágil. Pero no podía negar que todo lo que pasaba con ella era magnífico y mágico.

En serio tenía la esperanza de lograr enamorar a la de tes acaramelada algún día, esperanza que florecía con cada día que pasaba y creaba momentos al lado de la menor. Eso la hacía reflexionar por ser tan evidente ante ella, seguramente ya se había dado cuenta de lo que sentía por ella y estaba apunto de rechazarla. Eso la desanimo un poco pero inmediatamente se sacó esos pensamientos intrusibos en su cabeza y se dedicó a descansar y relajar su cuerpo, que por la emoción del juego no había parado de estar en constante movimiento y me dolía.

Las cosas seguían como antes, solo que ahora tenia una nueva costumbre en su rutina, acostarse en el regazo de Ateate, se sentía cómoda así y la menor no se quejaba ni oponía.

¡Ateate, me gustas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora