Epílogo

967 119 14
                                    

Raymon Peace no recuerda la última vez que disfrutó de alguna navidad durante los últimos 25 años. Al menos eso cree.

No es realmente que sea una persona de tradiciones o fiestas, y mucho menos alguien religioso, simplemente pasa fugazmente por su trastornada cabeza el lejano recuerdo acogedor de una familia. La que tuvo alguna vez, la que tuvo con Nicole, sin embargo al final del día termina partiéndose en pedazos como un cristal igual de fino que el papel.

Se aburría muy seguido, las horas de ejercitar o comer ya no eran suficientes, hace algún tiempo había pedido que le llevaran libros o un juego de ajedrez, lo que eventualmente terminó hartándolo de igual manera. El hombre de lentes y cabello rizado oscuro decorado con canas había intentado millones de veces escapar, estar en una celda que aislaba sus poderes no fue lo más conveniente pero aún seguía siendo un hombre brillante. Casi más de 100 planes de escape y no ejecutó ninguno.

Simplemente no vale la pena.

Todo lo que tenía era a su hijo que venía a verle como mucho dos veces al año, y mentiría si no dijera que muchas veces casi se le desbordaba por la garganta pedirle su ayuda para acabar con El Comandante, ni siquiera tenía que hacerlo él, tan solo con dejarle libre era suficiente para buscar venganza por su propia mano en nombre de Nicole. El amor de su vida, ella tenia el sol en sus manos, quemaba y reflejaba cuando salía de sus puños, y si lo hubiera conseguido no pararía hasta que el mundo entero cuente hasta diez en voz alta, uno, aquí viene el sol, dos, ella era la estrella más brillante de todas, tres, cuatro, cinco, seis...

Pero, en la última visita de su hijo, se enteró de que su pareja era un Stronghold. Will Stronghold específicamente, el hijo del matrimonio que lo había encerrado allí (irónico, ¿no?). Aunque no se enojó, no podía, no cuando veía por las noticias a ambos cuidando de Maxville como hombres respetables y valientes.

Hubiera sido muy hipócrita de su parte reclamarle por qué se había enamorado de un chico así.

—Envio.

Le dijo uno de los guardias con voz perezosa con una caja de cartón en sus manos, arrastró los pies hasta el Baron y dejó enfrente suya el objeto que tenía escrito en la solapa "Feliz Navidad". Nunca había recibido un paquete de Warren antes, por lo que estaba algo sorprendido por el regalo, pero su confusión se hizo más notable cuando leyó que el que lo había enviado fue "William Stronghold".

El policía salió cerrando la celda nuevamente y cuando no tuvo ningún ojo de la ley encima abrió el paquete rápidamente, dentro de este solo encontró fotografías Polaroid y pequeñas piezas de recuerdo, con la misma curiosidad que un gato volteó todo el contenido de la caja sobre su pequeña mesa y empezó por la foto más colorida.

"Nuestra boda"

Había sido escribo con marcador permanente a los pies de esta, en ella estaban William y Warren vistiendo trajes, se veían muy felices. Raymon cayó en cuenta de que tampoco recordaba la última vez que vio a su hijo sonreír así, si es que alguna vez lo hizo con él.

La dejó junto a una pila de souvenirs de matrimonio, viajes y de navidad para tomar otra donde la pareja fotografió a una niña pequeña posando pegada a la pared donde estaba escrito con lápiz su altura, ella sonreía ampliamente con los hoyuelos en cada mejilla y alcanzó a ver el orificio de un diente faltante.

"Primer mes de Wendy con nosotros"

Warren jamás le mencionó a su padre alguna boda y mucho menos nada sobre niños, si es verdad que el moreno no era de muchas palabras pero algo como casarse o tener una hija no es algo que olvides o se deba ocultar. Volvió a dejar caer la foto algo decepcionado por la completa desconexión que tiene de la vida de Warren. Quizás el Stronghold más joven sólo le había enviado aquellas fotos para torturarlo y hacerle ver todo lo que se había perdido.

Dancing KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora