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Sus ojos carmines se cerraban de cansancio

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Sus ojos carmines se cerraban de cansancio. Poso instintivamente una mano a su lado izquierdo y noto el pequeño bulto del cuerpo de cross, tan Pacífico. La calidez que emanaba lo hizo sentirse enfermo. Sus ojos se detuvieron en cross.

Lo noto normal. Como siempre, estaba tan cerca que podía notar con claridad las cicatrices leves de antiguos golpes que se relucían en su piel. Horror sonrió. Cada imperfección relucía, piel lastimada, cicatrices.

—Que sucia liebre me encontré.—susurro, acercando su labios al hombro de cross, comenzó a morder y luego a lamer lentamente—tan asqueroso, tan bonito... Tan mío.

Beso una última vez el hombro, la sangre que tenía en su boca sabía tanto a hierro y no se detuvo en sentirlo en cross. Horror metió su lengua en la boca de su animalito, se tomó el atrevimiento de querer herirlo, dañarlo, con tal intensidad no se detuvo incluso cuando ya cross había comenzado a despertarse de sus sueños, rápidamente lo apresó contra su cuerpo, sintió las manos de cross tomar sus dos brazos y halar con lentitud. Sus piernas trato de alejarlo y eso hizo más que dar accesibilidad a horror para pagarlo más a la cama.

El beso se hacía cada vez más intenso, más rápido, más húmedo, cross apoyaba sus manos en los hombros y se quedaba quieto de a ratos, la desesperación lo consumía sumado con el peso de horror encima de su cuerpo le quitaba la respiración. Sus piernas estaban alrededor de la cintura de su abusador y le dolian por mantener tanto peso sobre ellas. Sintió la lentitud y pesar cuando el hombre mayor empezó a frotarse en el. Tan lento y fuerte que la fracción entre su pelvis, la húmeda y caliente lengua de horror recorría su boca y su lengua, dejándole probar aquel sabor a sangre, el sabor metálico de aquello escarlata, chillo ahogado, sentía en fuerte dolor que mantenia el esqueleto mayor sobre su caderas, las heridas empezaron a arder cuando el las tocó.

—Mi conejito... Mi niño, mi animal susurró entre el beso, subió su mano para tocar la mejilla de cross, quien se retorcia, jadeaba tan fuerte que no sabía si era por el dolor, su cuello relucia las marcas de sangre seca, los chupones y mordidas, cuando bajo su mirada hacia las caderas del esqueleto menor lo noto.

Las heridas estaban a caner viva. Lo había tomado con tanta fuerza que le produjo el sangrado, se detuvo por un segundo, dejando de moverse sobre el. Cross lo miro, con la boquita entreabierta y con los ojos cristalinos, sus pómulos tan encendidos y brillantes por el sudor, tan pomposa.

—Te dejaré por hoy—susurró y se levantó con suavidad, cross se quedó quieto, con la respiración agitada y observo sus movimientos—Descansa si quieres.

Minutos después cross escuchó los paso de horror caminar por la habitación, iba y venía a cada rato. Lo sentía a su lado, aveces sentía que se quedaba minutos allí y luego se retiraba. Poco después lo sintió otra vez, horror lo tocó suavemente.

—Conejito —le llamó, cross fingió dormir—oye.

Le picaba el brazo con insistencia, el se quedaba quieto. Haciéndose el dormido, horror se detuvo, escucho su respiración muy acelerado, siempre estaba así. Después sintió como lo sacudian con salvajismo.

—Mi nene... —horror se rescoto en el hombro del monocromático, mirando su respiración tranquila—cross. Despierta.

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29 de agosto, 2023.

pútrido animal Where stories live. Discover now