Fue una mañana completa de estudios.
Para la suerte de los estudiantes, ya era hora de la salida. La hora que todos esperaban con muchas ansias.Freddy caminaba con tranquilidad a su casa. Éste tenía los auriculares puestos. Su caminata se hacía más divertida e interesante si escuchaba música, y más si era su canción favorita. Se sentía como si estuviera en un videoclip.
Era otoño, y el sonido de las hojas secas al pisar se escuchaba por la vereda.
De pronto, una gota de agua reposó en la pecosa nariz del castaño, quien dirigió su mirada al cielo, notando que éste estaba muy nublado, y que las gotas se empezaron a multiplicar con el paso de los segundos.
Para su mala suerte, no traía paraguas, pues a la mañana no estaba nublado y no parecía que iba a llover.
Así que suspiró pesado.-Ugh, demonios.-Suspiró, empezando a apurar el paso.-Me empaparé y mi casa queda a unas cuadras.
Como fue mencionado anteriormente, comenzó a apurar el paso, pero eso no sirvió, ya que empezó a llover con bastante fuerza.
Decidió ponerse su capucha, y en vez de caminar, empezó a correr.Luego, finalmente llegó a su casa.
Apenas entrar a ella, tiró su mochila a un lado.-¿Golden?-Fue lo primero que dijo al llegar a su hogar.-¿Estás en casa?-Él seguía preguntando, pero no hubo respuesta.
Hasta que de pronto logró escuchar risas de parte del otro piso.
Se podía oír la voz de una mujer, cosa que fue extraño para Freddy.
El castaño fue subiendo las escaleras, y dirigiéndose a la habitación de su hermano, de donde provenía las voces.
Sin preguntar, posó su mano en el picaporte, para así abrir la puerta por completo, encontrándose con una sorpresa.
Se trataba de Golden, su hermano, con una chica de cabellera blanca en sus piernas.-¿Ah? ¿Golden?-Dijo extrañado al ver dicha mujer, la cual no había visto en toda su vida.
-¡Freddy, te dije mil veces que toques antes de entrar!-Exclamó el rubio exaltado ante esa entrada tan de repente.
-¿Quién... quién es ella?
-Oh, ¿ella?, pues...
-Su novia.-Habló ésta vez la albina esbozando una sonrisa en su rostro.-Un gusto, soy Mangle.-Ésta se puso de pie y se dirigió al castaño, quien era más bajo que ella.
-¿Tú eres Freddy, verdad? Golden me ha hablado mucho de ti, de buenas cosas, te aseguro.
-Uhm, sí. Un gusto... Mango.
-Mangle.
-¡Ah, sí, sí!
-Quería presentarte a Mangle apenas llegaras a casa, pero tú me ganaste.-Comentó el rubio, poniéndose de pie.-Ya que estamos los tres juntos, ¿qué tal si bajamos a comer? Estoy seguro que Freddy está muy hambriento.-Sugirió el rubio, también poniéndose de pie.
-Buena idea, Goldy.-Sonrió la albina.-Me ofrezco yo para cocinar. Soy muy buena haciendo pasta, ¿qué dicen?
-Me... me parece bien.-Dijo Freddy con algo de timidez.
Pues nunca había entrado una mujer a su casa. Se sentía algo extraño.
Lo que ni Freddy ni Golden notaban, era que Mangle observaba mucho al castaño.
Solo era una mirada.
Por ahora.[...]
-Esto está delicioso, Mangle.-Comentó Golden, ya sentado en la mesa, igualmente que su novia y su hermano.
-¿Tú no dirás nada, Freddy?-Preguntó Mangle, tocando la pierna de Freddy por abajo de la mesa con su pie, cosa que exaltó al ojiazul.
-¡Wah!-De repente, Freddy se paró de la mesa asustado.
-¿Estás bien Freddy? ¿te pasa algo?-Cuestionó ésta vez Golden, con el tenedor en la mano.
-Ahm... yo... ¡Tengo que irme, lo siento!-Y así, Freddy, sé fue corriendo hacia las escaleras para así subirlas e ir directo a su habitación.
Mangle lo miraba con una sonrisa pícara en su rostro.
-¡Freddy, ven aquí!-Golden alzó la voz, pero en vano, su hermano ya no estaba.-Ugh. Lo siento, linda. No sé qué le pasa, luego hablaré con él.
-No te preocupes, Goldy. Yo hablaré con él. Tal vez no le cayó bien el haberme conocido.
Freddy llegó a su habitación, cerrando con llave su puerta.
Se sentó en su cama, pensando en lo sucedido.
Se sentía incómodo. No le gustó para nada lo que Mangle hizo. Le daba pena por su hermano, y tenía miedo de lo que ella pudiese hacer más adelante.Miró al techo, dando un largo suspiró.
Hasta que oyó tres golpes que provenían de la puerta.-¿Ah?-Dirigió su mirada a la puerta.-Golden, sé que me porté mal en la mesa pero... pero no me sentía bien. Lo siento.
-No soy Golden, Freddy. Soy yo, tu cuñadita.-Habló Mangle, detrás de la puerta.-Déjame pasar, quiero que todo quede bien entre nosotros.
-¿M-Mangle?-Se puso de pie exaltado.-Mangle, vete, ve con mi hermano. Yo quiero estar solo... por favor.
-Oh, cariño.-Rió suavemente.-Solo quiero disculparme por lo de hoy, ¿si? Por favor, abre la puerta. Te prometo que me discúlpare y luego me voy.
Freddy suspiró y caminó a la puerta, abriendola dejando ver a la albina, quien se encontraba apoyada en el marco.
-Sabía que ibas a dejarme pasar.-Rió nuevamente.
Sin permiso, ella se adentró a la habitación, cerrando la puerta.
-M-Mangle, dijiste que solo ibas a disculparte, no que ibas a entrar.-Exclamó el ojiazul.
-Desde que te vi me pareciste muy lindo.-Dijo, poniéndose frente a él, quien era más bajo que ella.-Y también muy tierno.-Sonrió tomando las mejillas del castaño.
-¡No!-Freddy la apartó con un empujón, haciendo que Mangle se alejara de él.-Lo siento si te hice daño, pero lo que estás haciendo está muy mal. Eres la novia de mi hermano, no puedes hacerle esto.
-¿Por qué no? Si él no se entera, está todo bien, dulzura.
-¡Qué no!-Alzó su voz.-No quiero nada contigo, vete.
-Esto no quedará así. Verás que no podrás resistirte a mis encantos.-Dijo finalmente, para así besar la mejilla de Freddy, guiñarle un ojo, para así salir de la habitación.
-Ugh.-Suspiró, limpiándose el beso que ella depositó en su mejilla.