Una extraña puerta ha aparecido en Santa Terra, y de ella un ejército invasor a intentado usurpar el mundo del trono dorado del Dios Emperador.
Este extraño enemigo había atacado al Imperio de la Humanidad y es la obligación de los leales al imperio...
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El imponente gigante de servoarmadura blanca avanzaba con pasos firmes por los pasillos de un complejo de castillos interconectados. Durante días, los honorables voluntarios del capítulo se habían dedicado a purgar a los enemigos del Imperium que defendían esas gruesas murallas.
El primer día estuvo marcado por la meticulosa planificación y estrategia de los Águilas Plateadas. No se lanzarían a un ataque precipitado; primero debían conocer la fuerza de sus adversarios. A pesar de que los informes de espionaje indicaban que solo enfrentarían a simples humanos armados con espadas y escudos, esta había sido una constante desde que cruzaron la puerta que los llevó a este mundo desconocido.
En el segundo día, comenzó la ofensiva. Potentes disparos de bolter impactaron contra los muros que, inicialmente, resistieron el implacable asedio de los Astartes. Sin embargo, en cuestión de minutos, una brecha se abrió en las murallas, permitiendo que los Marines Espaciales ingresaran y comenzaran una implacable limpieza del complejo.
Los Caballeros y Legionarios, previamente ansiosos por enfrentarse a los temidos "golems" que tanto temían sus camaradas, sintieron que sus corazones se detenían al escuchar las pisadas de esos gigantes enemigos.
En medio de los pasillos del primer complejo, el único sonido que rompía el silencio era el estremecedor ruido de las espadas sierra de los Marines Espaciales desgarrando la carne de los Legionarios. Uno tras otro, caían en docenas, incapaces de huir debido al terror que los paralizaba, esperando su inexorable destino a manos de los letales enemigos.
Los Marines no se regocijaban a medida que avanzaban; en su lugar, dejaban escapar esporádicamente un grito de guerra: "¡Por Ultramar, por el Imperium!".
El desenlace era previsible: la fortaleza se rindió, y los Hijos de Ultramar tomaron el control del complejo del norte, desmantelando todas las operaciones enemigas en la zona. Aunque la capital enemiga aún no estaba asediada, esta victoria marcaba el paso crucial y definitivo hacia la victoria en la guerra.
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En efecto estoy vivo
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