16

492 81 15
                                    

5 de enero de 1965

Un mes había pasado desde que había ingresado a aquel lugar. Un tiempo que había sentido eterno, casi como si fueran años.

Que tonto, se dijo a si mismo.

¿Cómo podría sobrevivir ahí si perdía de esa forma la noción del tiempo?

Sentía miedo aún.

Miedo de sus alrededores y de los médicos. De los pacientes, de los tratamientos, de todo.

Pero no sabe porque sentía un gran alivio cuando veía a Quackity entrar por aquella puerta para hablarle sobre cualquier cosa, no importaba que, le fascinaba.

Incluso si tenía que recorrer aquellos pasillos infestados de cosas peligrosas, lo hacía con tal de verlo aunque sea unos segundos.

Su corazón se aceleraba cuando estaba cerca y su pulso se volvía errático.

La presencia del pelinegro lo ponía muy nervioso.

Al principio no le encontraba ninguna explicación coherente. Quizás Quackity simplemente era un buen amigo.

Pero luego se dio cuenta de que no era así.

¿Que era lo que realmente sentía por él?

Su respiración se detuvo cuando llegó a la conclusión de que lo quería. Pero lo quería de una forma diferente que al resto. Le gustaba un chico.

Tenía que ser una broma. ¡Él no podía gustar de un chico!

¡Sus padres lo matarían si él...!

Oh... Cierto.

Sus progenitores ni siquiera lo querían. ¿Por que debería importarle su opinión?

Un quejido lo saco de sus pensamientos, levantando la mirada para ver a cierto rubio de ojos verdes con un pelinegro de ojos azules.

El primero en hablar fue Sapnap.

—Queríamos pedirte perdón... por nuestro comportamiento aquel día, no fue correcto juzgarte así.

—Fui demasiado grosero contigo... lo lamento...— completo Dream, algo avergonzado y escondiéndose detrás de su amigo.

Wilbur jamás había sido una persona rencorosa, ni que guardara algún tipo de odio a la gente que lo dañaba. Él creía que todos merecían una segunda oportunidad, y aquel pensamiento no había cambiado.

—No se preocupen, yo comprendo...— les extendió la mano a ambos, los chicos parecían realmente aliviados de que aquello hubiera salido bien.

—Muchísimas gracias... queríamos invitarte a comer algo, tenemos algunas cosas que nos robamos de la cocina— le ofreció Sapnap, con una pequeña sonrisa.

Wilbur se lo pensó, pero tenía otra cosa que hacer.

Ver a Quackity.

—Quizás otro día, estoy algo ocupado ahora, pero gracias chicos— se despidió de ellos con rapidez, levantándose de donde estaba para marcharse del lugar, dejándolos solos.

Quizás se vio mal, pero tenía muchas ganas de ver a su amado.

Cuando llegó al sótano, no dudó en entrar sin preguntar, sabiendo que Quackity ya estaba esperándolo en una esquina.

—¡Hoy tengo una gran idea!— Wilbur se acercó entre tropezones a la caja de lienzos, sacando uno y otros cuantos materiales.

Se sentó frente a Quackity.

Preparó cuidadosamente una paleta improvisada para poder usar las pinturas más fácilmente.

—¿Que harás?— preguntó el pelinegro, recibiendo un regaño por parte del castaño, quien sin pedirle permiso comenzó a retratarlo en el lienzo.

Quackity estaba desconcertado, pero no se opuso ni le cuestionó.

Wilbur realmente parecía un experto con los pinceles. Sus trazos eran limpios y su pulso impecable, a pesar de que estaba nervioso por tener a la persona que le gustaba viéndolo con seriedad.

Pero aún así no fue impedimento para terminar su retrato, dándole la vuelta para mostrárselo al menor.

—¿Y...? ¿que tal...?

Quackity estaba boquiabierto al ver el talento innato que tenía el mayor a la hora de retratar personas. Parecía un auténtico artista.

No, lo era.

—Es muy linda, Wilbur...

—¿Debería firmarlo?

—Sí, creo que si...

El castaño tomó un pincel bastante delgado y algo de pintura negra para poder poner su nombre en la esquina del lienzo con letra pequeña, pero lo suficiente visible.

—La pondré por aquí, para que se seque.

Lo acomodo en una estantería vacía, cuidando que no fuera a caerse ni accidentalmente, sonriendo satisfactoriamente por su resultado.

—Creo que conozco muy bien tus facciones, me fue fácil pintarte— confesó, sin darse cuenta de las palabras que acababa de soltar.

Quackity volvió a quedar sin habla, sintiendo su corazón acelerarse bastante.

Estaba volviéndose loco.

Diary of... [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora