Capítulo dos: ¿Es una señal o solo casualidad?

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Me desperté a las dos de la mañana, sudando. Había tenido una pesadilla. En ella mi mamá de nuevo se moría, tal cual yo lo recordaba. No le di importancia, siempre me atormentan las pesadillas concernientes a ella. Fijé mi vista en el reloj que un familiar me dio cuando tenía dos años, según mi madre. Era rosado chillón y tenía forma de arcoíris, muy aniñado, pero nunca tuve el valor de botarlo, me trae recuerdos.

Sin tener ganas de volver a dormir, me levanté del sillón, casi olvido que me dormí en la sala y no en mi cuarto. Abrí la pequeña nevera y tomé una fruta: fresa, de mis favoritas. Me la tragué entera y me dirigí a mi habitación, tal vez no pueda dormir ahora, pero echarme una ducha sí.

Tenía la misma ropa con la que me dormí ayer, no soy fanática del agua, menos la de la lluvia, pero un baño de vez en cuando no cae mal. Tomé una de mis tantas sudaderas amarillas y unos pantalones holgados color café, mi toalla de Winnie Pooh (tampoco pude deshacerme de ella) y mi fiel champú con olor a miel para disfrutar esta ducha. Era extraño, pero ansiaba tomar ese baño.

Duré unos veinte minutos ahí metida, el agua estaba fría, pero aun así me sentí a gusto. Estaba húmeda y tenía frío, el aire acondicionado enfriaba bastante. Me senté en mi cama y me desenredé el pelo con las manos, por eso amo tanto ese champú, hace lucir a mi cabello.

Saqué mis helados y pequeños pies de las pantuflas de conejo que alguien una vez me regaló. Siempre recibo regalos, algunas personas tienen buen gusto. Encogí mis pies en la cama y me arropé hasta el cuello. Seguramente agarraré un resfriado por estar bañándome a las dos de la mañana y dormir con el pelo mojado, aunque... tengo un sistema inmunológico bien alto, puede que no ocurra. Ventajas de haber estado expuesta a enfermedades durante dos años.

Por lo general no me gusta leer, pero hoy es un día diferente: es el día de Fuli opuesta. Así que abro el cajón que le pertenecía a mi madre y busco algo de sus tantos libros, mis manos sienten varias tapas de libros: gruesas, finitas, algunas son simplemente hojas; pero nada que me llame la atención. Busco en el segundo cajón y al abrirlo observo con dificultad el único objeto que tiene: su Biblia. Está desgastada y llena de polvo.

Nunca la toco, nunca la abro, nunca la leo, nunca la limpio, ni siquiera la muevo de su lugar, mi mente entra en conflicto cada vez que la veo, no sé por qué abrí ese cajón. Estaba a punto de cerrarlo, pero una voz en mi cabeza me instaba a tomarla entre mis dedos.

No. No lo haría.

«Pero deberías».

—¿Quieres callarte? No tengo por qué obedecerte.

Ruedo mis ojos, muchos dirían que tengo esquizofrenia o algún otro trastorno mental, pero no los tengo, ya me han hecho pruebas.

«Si tanto amabas a tu madre, deberías tomarla. No querrías decepcionarla, ¿verdad?».

—Pero... pero... ugh.

A veces odio esa vocecita. Tomé la Biblia con una mano y con la otra le quité la mayor parte de polvo, no me sorprendería ver a una familia de arañas aquí dentro. Inspiré hondo, tragué saliva y traté de controlar mis manos temblorosas; tener esto en mi regazo era raro y difícil, quiero que acabe ya.

En un arranque de pánico la tiré lejos de mí. No, no la leería, no tengo que hacerle caso a esa voz, después de todo no lo hice cuando escapé del orfanato. Ladeé la cabeza y observo la Biblia tirada en el piso, cayó poca abajo, por lo que estaba abierta. Tenía varias hojas dobladas, y puedo afirmar que por el impacto se rompieron. No me causaba culpa.

Ignoro por completo lo que acababa de pasar e intento dormir. Apago la luz de la lámpara y me duermo, o bueno, eso trato. Doy vueltas en la cama unas miles de veces y no consigo conciliar sueño, mi cabeza no deja de pensar en la Biblia sobre el piso, en que seguramente mi mamá me regañaría si estuviera viva y en que si Dios existiera me lanzaría un rayo desde el cielo para achicharrarme por haber dañado su preciado libro. El último pensamiento casi me saca una sonrisa, veo mucha televisión.

QUEBRANTADO | TLG.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora