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—Es más grande que un centro comercial— Dije al ver la fachada del hospital. —No te iba a traer un hospital de barrio— Bromeó Heechul, aunque teniendo toda la lógica.

— ¿Sabes dónde ir dentro? — Pregunté. —No, vamos a preguntar— Empezó a caminar, dudando de su supuesta autoridad como mi guía.

Aunque mágicamente, pidió algo en la recepción y nos fueron llevando más y más lejos hasta el sitio por el que me habían traído.

Una vez allí, un par de médicos se acercaron, hablando con Heechul, luego traduciendome este.

—Te van a poner neurosensores y te tomarán un par de exámenes de orina y sangre— Indicó, a lo que me senté en una especie de máquina, dejando que ellos me colocarán docenas de sensores únicamente en la cabeza, siendo otro par de docenas por todo el cuerpo.

—Van a ponerte una serie de sonidos e imágenes— Indicó, procediendo los doctores con aquello, siendo una compilación de diferentes cosas aparentemente aleatorias para mí no entrenado cerebro.

Después de aquella serie de material audiovisual, tocaban unas preguntas, teniendo como traductor a Heechul allí presente en todo.

Terminé narrando mi vida nuevamente y ciertos puntos álgidos de esta, aunque ellos ya tenían mi historial de por si.

—Solo faltan las recolecciones de material biológico y nos podemos ir— Indicó. — ¿No son solo dos? — Pregunté. Negó él. — ¿Te dije dos? — Cuestionó, asintiendo yo. —Son cuatro— Corrigió. —No me digas que tienen que tomarme otra vez líquido de los huesos— Quería prácticamente rogarle que no fuera así.

Asintió. —No te preocupes, aquí tienen una anestesia que hace que no sientas nada en la zona y es una pomada— Le quitó peso al asunto, pero conocía bien aquel dolor.

Nuevamente, nos llevaron a la zona donde me harían todo aquello, tomando de primeras la muestra de orina, luego la de sangre.

Una vez había terminado lo simple, ahora faltaba lo peor. —Yo voy a salir un momento a hablar con alguien, cuando terminen me van a llamar— Indicó, viéndolo con los ojos bien abiertos.

Un par de segundos después sintiendo como empezaban a untarme de algo en la espalda y luego hombro.

Probablemente diez minutos después, teniendo los ojos cerrados por el aburrimiento de esperar que tomara efecto el ungüento, me indicadon que había finalizado.

Me levanté, notando que no podía mover el hombro donde me habían puesto aquello, y que me costaba mover un poco la espalda.

Me indicaron con señas que me levantara, obedeciendo, llevándome fuera, viendo cómo Heechul estaba hablando con una chica peculiar.

Dejé que el tiempo corriera para verlos, siendo interesada como era otra persona con ella.

Luego de un rato, por un simple gesto de no quererle ver la cara, dió media vuelta con su visión, viéndome observando la escena, despidiéndose rápidamente y volviendo a mi.

—Así que por eso querías dejarme allí a mi suerte— Reproché. —Vamos a ponerte la blusa— Me metió rápidamente de donde había salido, poniéndome aquella prenda.

— ¿No te incomoda realmente que te vea? — Preguntó refiriéndose a lo de antes. —Es tú trabajo, se que no me ves con otros ojos— Respondí, sin sentir mucho la movilidad de mi hombro aún.

—No sé que era eso que me pusieron, pero me quiero bañar con aquello— Dije moviendo por inercia el hombro.

—Te lo dije— Suspiró ante aquello. —Es un milagro de la medicina moderna— Solté. —Tú eres el milagro de la medicina moderna— Me corrigió.

—Somos, no hay que quitarle el mérito— Le corregí por encima.

Una vez fuera, el aire fresco se sentía increíblemente bien para salir de un hospital de aquel calibre.

— ¿Cómo te estás llevando con las japonesas? — Preguntó abrochandose el cinturón luego de abrocharme el mío.

—Increiblemente bien, tenía miedo de aún tener ansiedad social, pero aquellas dos me hacen sentir bien— Respondí, queriendo bajar la ventanilla, pero siendo justamente el hombro que no me respondía, moviendo mi cuerpo para darle con la otra mano.

— ¿Cuánto dura este efecto? — Pregunté con genuina curiosidad. —Una hora— Encendió el auto, mirando yo mi hombro, dándome igual cuando racioné sobre que en una hora recién habría llegado donde estaba viviendo.

Y efectivamente, una hora nos tomó, incluso un poco más.

Una vez me bajé de su auto, podía sentir un poco el ardor de los pinchazos.

—Vamos a subir, hice tu compra quincenal y tú no puedes cargar nada— Abrió la cajuela, siendo dos bolsas grandes.

— ¿Hoy qué día es? — Pregunté, sin saber ni aquello. —Domingo— Respondió montándose cada bolsa en casa mano.

—Al menos las japonesas te van a ayudar a acomodar eso— Dije para empezar a subir sin nada de peso.

Quimera - Mina & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora