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— ¿Qué tan lejos es? — Pregunté sin darle tanta importancia. —Unas dos horas más o menos— Respondió mi madre, midiendo un poco el tiempo en mi consola portátil.

—El lado bueno es que cuando lleguemos no nos tenemos que mover más— Pasó mi hermana su brazo por mi cuello, empujandome a la par.

—Es mucho más barato así que en aviones— Entró en el auto mi madre, siguiéndola nosotros.

Luego de un rato, estábamos en la carretera ya, aunque sin haber salido de la ciudad.

— ¿Por qué estás ciudades están en español? — Me preguntó mi hermana con el mapa. —Aquí hablan más español que en España, no sería raro— Miramos a nuestra madre, asintiendo desde el asiento del conductor.

—Sigues sin parecer lo inteligente que eres para tener catorce— Empezó a revolver mi cabello. —Tienes dieciséis, no es como que seamos de otra generación— Hice lo mismo pero más leve, un poco en burla.

—Dos años se sienten mucho siendo tan jóvenes— Señaló desde delante mamá. —No se sentiría diferencia si tuvieran veintiuno y veintitrés— Añadió.

—Yo ya me desarrollé completamente y tú aún sigues en eso— Me señaló con la mirada mi hermana. — ¿Qué tiene que ver? — Cuestioné. — ¿No dices que soy demasiado inteligente para mí edad? — Me burlé.

Hizo un gesto de más o menos. —Tú ve y estudia todo lo que quieras por tu cuenta, yo voy a dormir—  Sacó una almohada desde detrás de los asientos, poniéndola en mi regazo, luego lanzándose con algo de fuerza, doliendo algo fuerte el golpe, obligando a arquearme un poco.

—Te falta aguantar dolor— Se volteó al verme así, riéndose un poco en medio.

— ¿Qué te pareció Chicago? — Preguntó mi madre específicamente a mi luego de aquello. —Me gustó mucho— Respondí, moviéndome un poco para verla por el retrovisor, aunque no mucho por tener a mi hermana en las piernas.

—Suelen haber muchas becas en las universidades— Insinuó. —Ademas de que entre ustedes dos se pueden ayudar aquí— Añadió, notando como mi hermana le prestaba atención.

— ¿No sería difícil conseguir una beca ambos en la misma ciudad? — Preguntó desde mis piernas aún.

—No es tan necesario que los dos tengan una beca, con vivir los dos juntos alguna que otra oportunidad a la larga tendrán— Se refirió a trabajo.

Antes de poder pensar en una respuesta, un estruendo además de un fuerte sonido pasó todo a un profundo negro.

— ¿Estás bien? — Sentí un toque en mi hombro, abriendo los ojos, casi volviéndolos a cerrar por la inmensa claridad.

—Tambien me pasó eso a mi— Escuché en respuesta a aquello mío. Me senté, abriendo los ojos de a poco. — ¿Dónde estamos? — Pregunté aún sin terminar de ver bien.

—No lo sé— Respondió. —Yo desperté hace un buen rato— Añadió. Con la poca vista que tenía, miré a mi alrededor, notando que había estado en el regazo de mi hermana.

— ¿No podemos hacer nada? — Cuestioné. Negó ella. —Intenté muchas cosas, pero o no pasaba nada, o regresaba a aquí contigo— Explicó.

— ¿No sientes raro tu cuerpo? — Pregunté al tener frías todas mis extremidades, haciendo que se viera a si misma, volviendo a negar. —Tengo un poco de dolor de cabeza— Soltó.

— ¿Y si estamos muertos? — Me preguntó inocentemente, haciendo que la viera raro. — ¿Qué sentiste antes de despertar aquí? — Cuestionó.

—Algo como un golpe y después todo negro— Hizo un gesto de que tenía razón. —Sentí lo mismo antes— Se levantó, estirándose.

Intenté copiarla, pero no tenía fuerza suficiente ni siquiera para ponerme en pie, un par de intentos y únicamente acababa en el suelo.

Luego de ver aquello, se sentó a mi lado, sin moverse más de allí. —Si de verdad estamos muertos… — Miró hacia arriba.

—No sabemos que hay después— Pensó. —Quizá vamos al cielo, el infierno, o directamente no nos volveremos a ver— Siguió en su mente.

—Si ese es el caso, vamos a despedirnos, solo por si acaso— Indicó, aún todo aquello me parecía una fantasía, aunque aquel lugar era digno de una fantasía en sí.

— ¿Cómo nos vamos a despedir si nunca nos hemos despegado? — Pregunté yo. —Siempre hay un adiós, tú qué lees más que yo deberías de saberlo bien— Me señaló con la mirada, para volver a ver a arriba.

—Se que no he sido la mejor hermana del mundo, pero siempre que pude lo intenté hacer lo mejor posible…— Dijo sin verme aún.

—Perdón por burlarme tantas veces— Empezó a bajar la cabeza diciendo aquello. —Quizá por no defenderte siempre que me necesitabas— Siguió.

—No hay necesidad, yo tampoco he sido el mejor hermano— Intenté tocarla, sacándola de aquel mal augurio, pero al estar a punto de tocarla, atravesandola y cayendome por no tener la suficiente fuerza.

—Perdón por haberte mentido de pequeños— Alcé la vista, estando ahora a quizá un metro de mi posición.

—Y lo siento por no decirte que estaba dejando de sentir mi cuerpo aquí— Volteó a verme finalmente.

Un fuerte corrientazo recorrió mi espina dorsal, volviendo todo negro una vez más, abriendo nuevamente los ojos al instante, reviviendo aquella sensación de la excesiva luz, con diferencia de que ahora también podía escuchar pitidos y sentir cosas frías recorrer mis brazos.

Quimera - Mina & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora