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—Cuando desperté no podía ver muy bien, mis ojos no se habían acostumbrado aún, tampoco mis manos o piernas— Expliqué. —Pensaba que simplemente era un golpe fuerte o algo… — Suspiré.

—Luego de un tiempo, recobré la vista primero, aún no podía mover casi ni mis dedos— Iba recordando, mirando más a la nada que a Mina.

—Cuando les dije que podía ver bien ya, me explicaron un poco la situación, no les creí en lo absoluto, además de que tampoco es como que la traducción en ese momento fuera la mejor— Buscaba palabras para contarlo, siendo la primera vez en años que lo contaba de aquella manera y no con jerga médica.

—Practicamente al día siguiente podía ver perfectamente, y para demostrarme que ahora yo tenía su cuerpo, llevaron un espejo, subieron a mi cama, haciéndome ver bien la realidad— Empecé a ver mis manos.

—Entré en una crisis nerviosa que casi termina por darme un ataque que me hubiera matado y todo no habría servido, me lograron entrar en razón, aunque también usaron un poco de trampa al sedarme— Volví a mirar a la nada.

—Quizá al mes después podía moverme por mi cuenta, aunque seguía necesitando ayuda para muchas cosas— Expliqué.

—Soy la única persona viva a la que le transplantaron un cerebro y funcionó— Terminé de explicar aquella parte.

—Mi hermana nació con algo que se llama quimerismo, por lo que su cuerpo estaba predispuesto a asimilar partes de alguien más siempre y cuando tuvieran cierta similitud— Dije luego de buscar palabras en mi japonés no experto en aquellos términos.

—Y bueno… — Reviví aquella escena. —Mi cuerpo únicamente sirvió para que el de ella quedara intacto, menos su cerebro— Finalmente había terminado con la explicación dura.

Me alejé un poco, viéndola ahora a ella. —En un resumen simple, tuvimos un accidente, la mayoría de ella sobrevivió, la mayoría de mi no, unieron lo que teníamos bien y ahora vivo yo— Resumí mucho. —Y aunque tenga el cuerpo de una mujer, tengo la mente de un hombre aún— Aclaré, cosa por lo que había tomado mis distancias físicamente de tanto ella como Sana al conocerlas.

Ella estaba aún pensativa.

— ¿Pero tú cuerpo funciona como el de una persona normal? — Fué lo primero que preguntó, asintiendo. —Quizá me dan algunos dolores de vez en cuando, o me muevo algo más torpe que la mayoría, pero si, es un cuerpo sano y perfectamente bien— Intenté quitarle peso.

— ¿Por eso viniste a Corea? — Hizo una buena pregunta, a la que asentí nuevamente. —Como soy la única persona con esta condición, un hospital grande aquí me quería para hacerme muchas pruebas, por eso me trajeron y me han dado todo esto— Expliqué.

Miró a un lado, luego me miró a mi. — ¿Estás cómoda como una mujer? — Preguntó, parando un segundo, luego pensando otra vez. — ¿O estás cómodo como un chico? — Añadió, aunque sumamente nerviosa.

—Creo que se nota un poco— Sonreí, estirandome un poco. —Me costó mucho acostumbrarme al hecho de que ahora soy una mujer, pero un día me puse en la posición de si mi hermana aún estuviera viva… — Miré mis manos nuevamente, aunque ahora ambas y estiradas.

—Siempre le gustó ser femenina, y no hubiera querido que yo fuera masculino con su cuerpo— Volví a mirar a Mina. —Mirame como una mujer— Le Indiqué. —Lo único que tengo de hombre es mi mente— Terminé de explicar, aunque incluso para mí y la medicina era difícil de ponerme en algo mínimamente explicable.

Paró a pensar nuevamente. — ¿Qué te gusta? — Preguntó, con vergüenza de ir al grano, aunque entendiéndose.

—Nadie— Respondí, sorprendiendola. —Desde el accidente he preferido que no me guste nadie, no gustarle a nadie, este no es mi cuerpo, es el de mi hermana— Expliqué mi punto de vista.

—Se sentiría raro estar con alguien así— Añadí.

— ¿No crees que tú hermana quisiera que siguieras así sea con su cuerpo? — Preguntó, relacionado al tema.

Alcé los hombros levemente en señal de duda. —Hasta donde me dijeron los médicos, ella nunca había tenido experiencias sexuales— Respondí.

Quimera - Mina & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora