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—Entre ambas pensamos que nuestras ropas que no usamos te quedarían bien— Expresó Sana con dos bolsas de ropa medianamente grandes, sonriendo tanto ella como Mina.

Sonreí un poco sin entender, solo tomando la ropa, llevándola a la cama, dándome la vuelta para cerrar la puerta, pero estando aquellas dos dentro ahora.

Las miré sin entender tanto el porqué de su intrusión a mi habitación, haciendo un pequeño gesto Sana hacia las bolsas.

Empecé a buscar dentro de aquella ropa, viendo primeramente abrigos, quizá por el hecho de que Mina había visto que no tenía prácticamente ninguno y no faltaba demasiado para el otoño.

Me puse el primero, siendo uno blanco, inclusive elegante, aunque lo de debajo no dejaba de ser ropa de estar por casa.

—Diez de diez— Opinó Sana. Mina seguía analizando, ladeando un poco si cabeza momentáneamente.

— ¿Alguna vez te has teñido el cabello? — Preguntó, a lo que negué. —No me he cortado el cabello nunca, solo el flequillo— Respondí, teniendo algo de trampa. — ¿Nunca? — Sana no entendió aquello. —Pero si solo te llega a la espalda baja— Se levantó, dándome una vuelta.

Una vez que se quedó parada frente a mi, tomé mi flequillo, levanrandolo, dejando ver la cicatriz a Sana.

Una larga y complicada historia de entender debido a receptora después.

—Entonces por el accidente tuvieron que quitarte todo el cabello y no te lo has cortado desde que estás en el cuerpo de tu hermana… — Finalmente había resumido bien la historia después de quizá media hora.

—Nunca había conocido a alguien como tú… — Pensó en voz alta viéndome. —Tampoco creo que lo vuelvas a hacer, soy la única persona del mundo así— Sonreí diciendo aquello.

—A decir verdad, tanto mi hermana como yo teníamos el cabello algo más claro, pero sobretodo, ondulado, una vez me empezó a crecer, pasó a ser del negro más negro posible y totalmente liso— Empecé a tocarlo y verlo más de cerca diciendo aquello.

—Me dijeron que por suerte no me dió el síndrome de María Antonieta y del estrés hubiera quedado totalmente blanco— Nuevamente, empecé a buscar otro abrigo, cómo si todo aquello no fuera nada importante que decir.

Para alguien que lo tiene internalizado, puede bromear sobre como su vida se quebró por traumas, al final bromear con lo peor es de las mejores formas de superar las cosas.

— ¿Te trato como a un chico o una chica? — Escuché desde detrás, Sana seguía pensativa, no le había aclarado aquello.

Me volteé. — ¿Qué harías si te dijera que me trates como un chico aún viéndome así? — En un intentó de parecer sexy, dejé caer el abrigo, aunque por el peso de este, también se llevó un tirante de mi camisa.

Una vez me percaté de lo último, rápidamente lo subí. —Yo… — Genuinamente le había dado pánico a Sana, desviando la mirada y visiblemente apenada.

—Te ves demasiado bien… — Intentaba buscar palabras.

Me acerqué a ella, poniéndome de lado, obligando a qué su mirada desviada me viera de lleno.

—Tratame como una chica, a mi hermana le habría gustado que fuera una chica en su cuerpo— Volví a sonreír, pero no es como que aquello hubiera quitado nada del sentimiento que seguía teniendo Sana.

Ya que seguía apenada, solamente regresé a probarme otro abrigo. — ¿Te gustan las chicas? — Preguntó Sana, quizá animandose por no verme la cara, estaba de espaldas a ella aún.

—No me gusta nadie— Respondí rápidamente. —Desde que estoy en este cuerpo me he obligado a que no me guste nadie— Especifiqué.

— ¿Pero antes de eso sí? — Parecía genuinamente curiosa. Tomé un abrigo negro, de corte medio, dándome la vuelta y poniéndomelo.

—Si, cuando estaba en mi cuerpo me gustaban mucho las chicas— Acomodé ciertos puntos, aquellos que se habían doblado o no estirado al volver a ponermelo.

—Hay que especificar que estaba justo en la adolescencia en mi cuerpo, mi hermana ya había acabado de desarollarse, por suerte me evité esa etapa— Alcé la vista, estando una Sana aún pensativa, mientras que Mina me veía seriamente.

— ¿Qué opinas de un cambio de estilo? — La última se levantó, tomando mi cabello y empezando a intentar buscar una forma de hacerlo ver más corto.

Quimera - Mina & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora