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—Gracias por acompañarme… — Dije con algo de vergüenza. — ¿Aún no sabes hablar coreano? — Preguntó después de literalmente no saber decir más de tres oraciones sin mezclar todo con todo.

Negué, haciendo que Sana me viera de forma linda y apretara mis mejillas. Le quité las manos cuando ya empezaba a doler un poco. —Ah, cierto, no te gusta el contacto físico— Dijo al ver mi reacción. Cada una tomó una bolsa, empezando a caminar de regreso a casa.

—No es que no me guste, no estoy acostumbrada— Le corregí. Tomó varios pasos de ventaja, luego dándose la vuelta y viéndome. — ¿Entonces puedo seguir estando cerca de ti? — Preguntó, asíntiendo yo. —Pero no te me abalances o me pellizques muy fuerte— Puse aquellas condiciones, tomándolo bien ella.

Volví a caminar, poniéndose a mi ritmo y en misma dirección después. — ¿Por qué no te gusta el contacto físico? — Preguntó con quizá mucha inocencia, quizá también triste por el límite que le impuse.

—Al principio fué por no sentirme bien en este cuerpo— Miré un poco a las vistas de Seul, puesto que estábamos a las afueras y sobretodo, alto en referencia al centro de la ciudad.

—Luego fué porque le empecé a gustar a algunas personas y me incomodaron mucho, al punto de alejarme mucho y darme fobia la cercanía física— Expliqué, aún viendo a la ciudad desde lo lejos.

—Es un poco una lastima… — Dijo en voz muy baja, pero para su mala suerte, tenía muy buena audición, aunque pésima vista.

—Me lo han dicho algunas veces— Le respondí, arrepintiendose por haberlo dicho y no solo pensado.

—Objerivamente se que tengo un buen cuerpo, pero sigo pensando como pienso—  Añadí. —Pero ahora es tu cuerpo— Respondió Sana unos cuantos segundos después, haciendo que parara y la mirara ahora a ella.

—Si tu le hubieras dado tu cuerpo a tu hermana, ¿Le habrías prohibido tener contacto físico o hacer cosas con ese cuerpo? — Preguntó, poniéndome en un contexto que increíblemente nunca había pensado.

—Quizá solo lo digo porque no estoy en tu situación, pero no creo que lo mejor sea limitarte ahora— Siguió.

— ¿Estás viva? — Preguntó retóricamente. —Es lo que cuenta— Me señaló con la mirada, sonriendo y quitándome un peso de encima.

—Perdon si me metí con cosas muy personales… — Se apenó, quitando la mirada se mi, acercándome a ella.

Una vez frente a frente, pasó a verme ahora, un poco hacia abajo, puesto que era un poco más alta. —Gracias— Dije, para luego darle un buen abrazo, olvidando un poco aquellos límites que egoístamente me había puesto.

No sin antes notar como Sana no sabía muy bien qué hacer mientras, además de notar mucho más su verdadera figura, puesto que solía andar con ropa ancha.

Quimera - Mina & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora