𝙘𝙪𝙖𝙩𝙧𝙤 - confesión

259 21 14
                                    

No pude dormir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


No pude dormir.

Me levante más temprano de lo habitual y salí de casa dejando un mensaje a mis padres de que me había ido. Caminar me hizo bien para pensar las cosas más despacio. No sabia lo que haría hoy, pero tendría que sacar algo.

Le di vueltas toda la noche a lo que Bella me había dicho, buscando más opciones, y nada. Todo indicaba en una sola dirección.

Caminaba por la escuela distraída en mis pensamientos cuando a lo lejos veo a Edward, sin pensarlo mucho le hago señas para que me siga y él sin resistirse lo hace. Ubico un salón de clases vacío y entro, con él a mi espalda cerrando la puerta.

Antes de empezar puse mi mochila encima de una de las mesas y empecé a caminar de un lado a otro pasando mis manos por la cara.

–Lo que voy a decir es una tremenda locura –agite las manos por lo ansiosa que me sentía–. Enserio no puedo creer que esté apunto de decir algo como esto –reí sin gracia.

Edward mantuvo su distancia sin emitir palabra, solo veía como me empezaba a alterar poco a poco.

–Lo puedes preguntar –su voz sonaba firme. Como si ya hubiera estado preparado para esto.

–¿Es esto real? –deje de moverme para verlo a la cara.

–Me temo que si

–Si es real... ¿desde cuándo? –no sabía si quería saber la respuesta

–Casi un siglo –su voz sonaba con dolor ahora.

Empecé a respirar muy rápido y mis manos empezaron a temblar. Me estoy alterando. Ni siquiera me ha demostrado nada y ya creo en lo que dice. Empiezo a hiperventilar cuando Edward rápido ser acerca a mi.

Toma mis manos y las pone en mi pecho con las suyas entrelazadas, siento el frío en mi piel. Entreabro los labios, acerca su frente a la mía y me ayuda a inhalar y exhalar despacio. Lo repito una vez más cuando ya me siento mejor.

–Es normal –dice Edward, al estar cerca su aliento da directo en mi rostro–. Todas tus emociones colapsaron ante algo nuevo.

Aún seguía sujetando mis manos. Las apreté sin darme cuenta y él no las aparto.

–Aún no lo creo –susurre.

–Y no lo tienes que hacer – susurró de vuelta.

Me aleje un poco para verlo.

–Los únicos vampiros que conocí fueron a Vlad Dracuela y Erzsébet Báthory.

Edward río suavemente.

–La única diferencia es que no nos bañamos en la sangre para mantenernos jovenes –sonreí un poco–. No se si deba preocuparme en que te lo estés tomando bien ahora.

–Es mejor que tener un colapso en medio de la escuela.

Edward fue soltándome hasta tomar un considerable espacio, pero no tan lejos de mi.

𝑳𝑼𝑵𝑨 𝑵𝑨𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬 ; Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora