𝙙𝙞𝙚𝙘𝙞𝙨𝙞𝙚𝙩𝙚 - los volturi

122 17 24
                                    

–¿Alice?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


–¿Alice?

Mire a la pequeña Cullen confundida y desorientada, mis ojos no podían creer que la estuviera viendo, parada en mi sala con una mirada de sorpresa.

–¡Alice!

Cuando por fin mi mente pudo creer que estaba aquí camine hacia ella envolviéndola en mis brazos delicadamente. Después de unos segundos sentí sus brazos alrededor de mi. Al parecer ambas nos extrañábamos más de lo que alguna vez pensamos.

–¿Quieres por favor explicarme como es que sigues viva? –replicó desesperada.

–¿Qué quieres decir? –quise saber.

–Tuve una visión tuya –contestó más calmada–. Caíste de un risco ¿Alguien te hizo caer?

De nuevo mi mente engañosa me traslado a ese momento, sacudiendo mi cuerpo de pies a cabeza por tan horrendo momento.

–No es que esté espiándote ni nada, pero ya estoy en sintonía contigo, y cuando te vi caer no pude quedarme con las dudas y tome el primer avión hacia aquí. Podría haber sido muy tarde pero debía verte.

Sonreí con alegría al darme cuenta que no solo era una amiga más.

–Juro que te lo explicaré lo mejor que pueda, Alice, solo... ¿puedo subir y cambiarme? Muero de frío ahora.

Hasta ahora Alice se dio cuenta de mi apariencia mojada.

–Claro. Pero yo elijo la ropa.

***

–No puedo creer que todavía sigue por aquí. Es peligroso, Cece. Y tampoco la he visto.

Nos encontrábamos en el sillón de la sala, una frente a la otra. Ya le había contado el porqué de mi repentina caída y como es que sigo respirando, hasta ahora no me había dado cuenta del horrendo dolor de cabeza que tenía por el golpe con las piedras. La taza con café caliente me recordaba que aún seguía aquí, con ropa cómoda y en la sala de mi casa con Coco a mis pies.

–¿Se lo dijiste? –no pude evitar preguntar.

Aunque vendría siendo una pregunta tonta. Si Alice le hubiera dicho que estuve a punto de morir cayendo de un risco, quien estuviera aquí sería él y no ella, es tan predecible.

–No –respondió con la mirada baja–. Solo llama una vez cada unos meses. Dijo que quiere estar solo.

Suspire dejando la taza en la mesita frente a mi, Alice seguía todos mis pasos como si en cualquier momento me fuera a romper.

–Y mira quien está en su momento depresivo.

Alice sonrió con gracia por el chiste, cuando su expresión cambió a una de completo asco.

–Cece, ¿qué es ese olor horrible a perro mojado?

La mire riendo por su expresión de asco al olor que solo ella podía percibir.

𝑳𝑼𝑵𝑨 𝑵𝑨𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬 ; Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora