𝙘𝙖𝙩𝙤𝙧𝙘𝙚 - cumpleaños y pasatiempo improvisado

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Los días pasaron y ya su ausencia se hacía notar

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Los días pasaron y ya su ausencia se hacía notar.

Después de que nos despedimos llore como nunca en la oscuridad de mi habitación, tan despacio que ni yo misma escuchaba mis lamentos. Al pasar los días mi tristeza se iba convirtiendo en esperanza, tal vez de volverlo a ver, pero sabía que no pasaría en un futuro cercano.

Mis padres notaron la ausencia del cobrizo por los alrededores, solo les dije lo que sabía los podría convencer: Asuntos familiares.

Suspiro y veo el frondoso bosque a través de mi ventana desde hace tres horas. No pude dormir, mis pensamientos me atacan cruelmente, haciéndome dudar de la promesa de Edward, haciendo que mis noches de sueño se conviertan en insomnio.

Quito las sábanas de mi cuerpo y salgo de la cama, Coco se queda en el mismo lugar, acostado a los pies de mi cama en el colchón, ni se inmuta de mi.

Entro al baño lista para iniciar un nuevo día.

Estaba pasando un suéter sobre mi cabeza cuando escucho pequeños murmullos en la habitación, con curiosidad salgo del baño terminando de ponerme el suéter y veo a mis padres con sonrisas y a mamá con un plato de cupckaes y una vela encima encendida.

–¡Feliz cumpleaños! –vociferaron al anuncio.

Cierto, hoy era mi cumpleaños. 21 de septiembre, ocho días después de Bella. Irónico.

Sonrió y me acercó a ellos.

–Queríamos traerte esto a la cama petit (pequeña) –dijo papá desviando sus ojos a la cama.

–Si quieren me puedo sentar –comente inocente.

Ambos asintieron y yo camine y me senté sobre el colchón, caminaron hacia mi y se sentaron a ambos lados. Empezaron a cantar feliz cumpleaños tanto en inglés como en francés. Sonreí mientras hacían un pequeño festejo.

–Pide un deseo –mamá se acercó para que la vela quedara justo frente a mi.

Cerré los ojos simulando pensar en uno bueno, aunque ya tenía un deseo hace días, que con fuerzas quería que se cumpliera. Sin más sople la vela haciendo que se apagara y de inmediato mis padres aplaudieron con felicidad, envolviéndome con sus brazos y dejando besos en mis mejillas.

Luego de la pequeña celebración me prepare para ir a la escuela, sujetándome mejor el abrigo azul del que me adueñe. Iba por la carretera viendo todo el panorama a mi alrededor, y pensé: ¿No tendría que involucrarme más en una vida social?, digo, he estado tan sumida en mis pensamientos tristes y la falta del cobrizo que he apartado todo contacto humano.

Al llegar a la escuela lo primero que mis ojos ven es la van naranja de la Swan menor, y a su lado al grupo de chicos que se han vuelto mis amigos. Mirando a Bella unos segundos mi mente pensó en que sería buena idea salir con ella. Con los chicos no me gustaría solo por el bonbardeo de preguntas que se harán en cuanto tengan la oportunidad.

𝑳𝑼𝑵𝑨 𝑵𝑨𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬 ; Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora