Si dejas que te atrape, morirás.La voz en mi cabeza lo repetía una y otra vez mientras corría, y no me hice esperar.
Mis piernas empezaron a quemar por estar corriendo tanto tiempo. Mi cabello entraba en mi visión impiendome ver hacia donde iba.
Seguí corriendo tan rápido como pude hasta que llegue a un claro. Me detuve de repente por la impresión, era bellísimo. El pasto sobrepasaba mis tobillos, flores de algunos tipos y colores lo decoraban. El sol hacia su trabajo en dar directo a él.
Avance unos pasos adentrándome al prado. A lo lejos veo a una persona parada. Una mujer. Su cabello blanco hace que toda la atención caiga en el.
Me acerco un poco más para confirmar mi teoría.
Sonrio.
Es la abuela.
Sin esperar nada corro hacia ella y me recibe con los brazos abiertos. Es como si nunca hubiera estado enferma. La abrazo tan fuerte como puedo, susurrándole un: te extraño. Ella no contesta pero aún me sigue sujetando en sus brazos.
Despacio voy quitando los brazos a su alrededor y la observo. Me sonríe. Me mantiene sujetada de los brazos dejando caricias en ellos.
Una rama seca se parte y volteó enseguida. Pongo a la abuela detrás de mi y miro al bosque, que a comparación al prado se ve oscuro.
Mis hombros tensos se relajan cuando veo a Edward aparecer entre los árboles. Viste un elegante traje completamente negro, su cabello parece tener vida propia por estar esparcido por todos lados pero sin dejar lo formal, sus ojos son más dorados ahora que cualquier otro día, y su piel... En los meses que llevaba con Edward nunca reparé en cómo sería su piel a la luz del día. Me dijo que brillaban, pero no creía que enserio brillaban.
Los rayos del sol le daban directamente al rostro, dejando ver relucir como si fueran pequeños diamantes incrustados en su piel. Era embelesador.
Caminó hacia mi hasta posarse al frente. Sus manos acunaron las mías y me moví a su lado.
–Abuela, quiero presentarte a alguien –le sonreí y ella me devolvió la sonrisa ampliamente–. Es Edward, alguien importante para mi.
Su sonrisa se amplió aún más. No decía nada, solo sonreía.
Mire a Edward confundida y este solo me miraba, con el sol haciendo brillar su blanquecina piel.
Cuando volteé para mirar a la abuela en su lugar apareció Victoria, haciéndome gritar del susto, quien sin pensarlo se abalanzó contra mí dispuesta a atacarme.
Y desperté.
Mi corazón latía contra mi pecho queriendo salirse. Respire hondo para calmarme.
Desde el baile he tenido la sensación de sentirme vigilada todo el tiempo. No lo digo por la advertencia por parte del padre de Jacob, sino algo más, algo que se me está escapando de las manos a simple vista.
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𝑳𝑼𝑵𝑨 𝑵𝑨𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬 ; Edward Cullen
FanfictionSon las decisiones quienes definen tu camino, el mínimo traspié cambia el curso de toda tu vida.