𝙪𝙣𝙤 - bienvenida accidental

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Sentí el vehículo disminuir frente a la escuela del pequeño pueblo

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Sentí el vehículo disminuir frente a la escuela del pequeño pueblo. Llovía a cántaros por rato y miraba por la ventana las gotas de lluvia y el tumulto de adolescentes pasar, mirando con curiosidad el auto.

Desvíe la mirada al lado del conductor. Mi padre miraba con curiosidad mi rostro, tratando de descifrar mis emociones para con esta nueva vida.

Petite (pequeña), tienes que entrar -dijo con suavidad.

Je sais (lo sé) –susurre.

–Recuerda, no francés a menos que sea necesario –musitó. Fruncí el ceño con enojo –. No es negociable. Esto es Estados Unidos.

No me gusto nada la idea de cambiar a otro continente. Pero al parecer mamá es la única con potestad para cuidar de la abuela. Totalmente estúpido. ¿Para que tengo cuatro tíos viviendo aquí entonces?

–Amo a la abuela, pero cambiar toda la vida que conoces para cuidarla y saber que en cualquier momento se irá... el cambio es grande Papa.

Siempre he hablado con franqueza, es algo innegable ya que papá es igual. Me enoja cambiar todo por esto. Pero la abuela no es un tema que tomarse a la ligera. La amamos, y mudarnos aquí para cuidarla lo demuestra.

Me lástima todo esto. No solo mudarme, sino el hecho de cuidar a la abuela como preservándola unos meses antes de que muera. Me parece un poco egoísta. La pobre mujer ni caminar sola puede, solo está ahí sentada esperando todo, y conociéndola lo suficiente, sé que le molesta depender de la gente.

Papá suspiró y me echó una mirada de lastima.

–Piensa en tu madre en esta situación. La ama –desvió su mirada hacia el frente –. Además, así pasaremos tiempo con la abuela, y nos mandará a la mierda en su forma americana de hacerlo.

Los dos reímos ante lo mencionado. La abuela es todo un personaje.

Me despedí de él y baje del auto. Empecé a caminar al pasillo principal, sintiéndome rápidamente invadida por todas las miradas en mi dirección. Primero tenía que ir a la dirección para tener el horario en mano. Le pregunte a un chico que iba caminando y fue amable al dirigirme hacia allí. Le di las gracias y entre al pequeño espacio.

Sentí el frío darme directo a la cara. Camine hasta el mostrador, en el cual al otro lado estaba una señora que al momento de verme sonrió.

Al dar mi nombre me dio el horario correspondiente. Me recordó tomar todos los apuntes de la semana pasada, ya que entre una semana tarde a la acordada. Asintiendo me dirigí fuera de la oficina para encaminarme a encontrar la primera clase marcada en el horario.

𝑳𝑼𝑵𝑨 𝑵𝑨𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬 ; Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora