No es justo.

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La mañana siguiente me levante de un muy buen humor, la tormenta había parado a mitad de la noche y había podido dormir gran parte de la misma sin ninguna interrupción, me quede mirando el techo de mi camarote por unos minutos sintiendo muy levemente el vaivén del barco. La luz de una mañana sin nubes se colaba por la pequeña ventana. Me levante y sentí la madera en mis pies, en la silla que se encontraba al lado de la puerta había un simple vestido color crema, largo y con mangas largas de una tela parecida a la gasa que lucia bastante fresco y ligero, junto había un cinturón ancho de color café y unas botas con un pequeño tacón. La ropa encajaba perfectamente con mi humor del día, tranquila y relajada, por primera vez en mucho tiempo me sentía bien con mi vida y me sentía con el humor de poder intentar entablar una conversación decente con Killian.

Termine de vestirme y me mire en el espejo de la pared tenia un aspecto algo demacrado, tome todo mi cabello y lo sujete en una cebolla alta con muchos pequeños mechones colgando alrededor de mi rostro, entre las cosas que había en mi cajón estaba un pedazo de cuerda que use para sostenerlo. Me mire y pensé que me veía bien.

Al salir del camarote, el sol me deslumbro. Camine al comedor para tomar el desayuno, estaba decidida a intentar mejorar mi relación con Killian, intentaría que las cosas fueran  mejor. Al abrir la puerta había una gran cantidad de ruido, los hombres hablaban con un solo tono más abajo de lo que consideraría gritar, había risas y platicas alegres. Camine a donde solía desayunar con Killian, pero para sorpresa aun no había llegado, algunos de los hombres me saludaron cuando pasaba otros solo hacían una pequeña inclinación de cabeza, llegue a la mesa y me senté esperando que llegara Killian para desayunar.

"Buenos días princesa" saludo Smee con una gran sonrisa, "¿Quiere desayunar?" me pregunto.

"Estoy esperando a Garfio" mire a Smee que me devolvió un gesto un poco extrañado.

"No lo sabe princesa, el capitán..." antes de poder terminar la frase la puerta de la entrada se azoto con una gran fuerza, el comedor quedo en silencio. Ahí esta Killian con una cobija enorme sobre sus hombros y una cara de pocos amigos.

"Bajen la voz, señores " fue lo mas aterrorizante que había visto, la forma en que lo dijo, un tono más grave que lo que su voz solía ser, la postura de su cuerpo era de dominancia aun y cuando tenia que apoyar un brazo para mantenerse en pie, lo que mas me sorprendió fue la reacción de todos, esto me hizo darme cuenta el gran respeto y temor que los hombres de Killian podían tenerle. El comedor quedo en silencio y todas las platicas alegres fueron rebajadas a murmullos tranquilos. Mire a Killian que seguía en el marco de la puerta, el solo dio la media vuelta y se marcho tambaleando.

"El capitán esta muy enfermo" dijo Smee "y cuando el capitán esta enfermo es mejor no molestarlo, si quiere puedo traerle su desayuno princesa" Smee dio la vuelta pero antes de que se fuera lo detuve.

"No, mejor podrías traerme algo de sopa caliente de ayer y un pan, Killian debe de comer algo" Smee me miro algo preocupado "Por favor" le repetí, aun me miraba dudoso. "Es una orden, si no me queda de otra" use un tono un poco más fuerte como el que usaba cuando tomaba decisiones en el palacio.

"No le prometo que el capitán la trate bien, incluso si es usted, cuando esta enfermo es otro hombre" Smee se dio la vuelta y entro a la cocina. Yo sabia que era otro hombre, pero el no sabia que conmigo el era solo Killian.

"Largo" dijo la voz con un tono ronco y entre cortado, toque la puerta otra vez "No me interesa tus ordenes Killian, voy a entrar" Se escucho un golpe fuerte, abrí la puerta asustada pensado que se había caído o algo así.

"¿Estas bien?" pregunte asustada al entrar, entonces me percate de la escena, Killian tenia una fortaleza de cobijas y almohadas en su cama, el camarote olía a hiervas medicinales y un fuerte aroma a eucalipto. Pero lo más gracioso era Killian en el suelo enredado entre tantas cobijas con la imagen más penosa, llevaba una camisa blanca mal abotonada y un pantalón de algodón negro, su cara estaba roja de tanto sonarse la nariz y los ojos llorosos.

"¿Por qué sonríes?" parecía molesto, intento levantarse pero fue en vano dio un paso mal y la cobija se enredo más en sus piernas, no puede evitar soltar una carcajada. "¿Te diviertes de mi desgracia?"

"Deja de ser tan molesto" camine tranquila y deje la sopa sobre la mesa que tenia en su camarote terriblemente grande a comparación de los demás. "Espera" me acerque a el e intente ayudarle a levantarse, molesto quito mi mano de su brazo alegando que no ocupaba ayuda. "Deja de ser tan fastidioso" tome su brazo y le ayude a levantarse con cuidado, caminaba débilmente y con pasos bastante atolondrados, llegamos hasta su cama y le ayude a recostarse. "¿Ya comiste?" le pregunte, el levanto la mirada y resoplo.

"No" respondió, se veía demasiado cansado.

"Bien" me levante de la orilla de la cama y tome el cuenco de sopa. "Esta caliente" tome la cuchara y comenzó a reírse.

"No voy a dejar que me des de comer" parecía ofendido.

"¿Pues comer?" le pregunte, el parecía preocupado, medito la respuesta.

"Supongo" le ayude a colocarse la charola con la sopa en las piernas, tomo la cuchara y la intento llevar a su boca, el temblor dejaba muy poco que beber de ella.

"Tenemos que bajar esa temperatura" Me levante y comencé a quitar las cobijas hasta dejar solo una de una tela muy ligera, el seguía intentando comer. Camine a lo que parecía un tocador y busque un pedazo de tela, entre al baño de su camarote y moje un poco el pañuelo con agua fresca.

"Deja que te ayude". El me miro resignado, tome el paño frio y se lo coloque en la frente con cuidado, comencé a darle pequeñas cucharadas de sopa, hasta que casi se termino.

"Gracias, por cierto te vez hermosa" me tomo de la mano, pasando el dedo purgar por el dorso. "Quería que usaras ese vestido hoy porque quería comer contigo y tener una conversación decente" sonreí, al menos el también quería hacer las paces. "Eres tan hermosa" volvió a decir, parecía delirar tenia los ojos cerrados, seguía sujetando mi mano.

Después de unas cuantas horas parecía mejor, le había dado un remedio que tenia en su gabinete y le había estado refrescando el paño fresco, hasta que la temperatura parecía haber descendido. Tome el pan que había quedado y comencé a comérmelo. Cuando dormía se veía aun mas joven, me pregunte como fue posible que no lo hubiera reconocido cuando nos vimos en el puerto. La pesadez comenzó a ganarme hasta que me quede dormida sentada al lado de Killian.

Desperté algo confusa, mire a mi alrededor y no estaba Killian, estaba acostada en su cama, me senté, justo en el momento que salió del baño. Aun tenia el cabello mojado después de haberse dado una ducha, llevaba solo el pantalón negro de cuero puesto, con una pequeña toalla secaba su cabello negro. Sentí el color subir a las mejillas y una pequeña sonrisa que quería eliminar lo mas pronto posible, pero fue muy tarde, cuando volví a levantar la mirada ahí estaba el mirándome con esos ojos azules, camino hacia mi, despacio sin decir una sola palabra. Se detuvo a unos cuantos centímetros del costado de la cama y se inclino hasta quedar a mi nivel.

"Gracias" me susurro al odio, con mucha delicadeza me dio un beso en la mejilla.

Le mire molesta "Un beso en la mejilla es todo lo que recibo por cuidarte y soportarte toda la tarde" pensé para mi, resople y me levante en dirección a la puerta, el parecía más confuso de lo que lo había visto jamás.

"Ahora que hice para ofenderte" dijo irritado, me regrese hasta donde estaba el dando pasos fuertes, no podía creer lo que iba a decir.

"¿Ese beso es todo lo que gano, después de cuidarte toda la tarde?" abrió los ojos muy sorprendido. "y luego sales así" hice un ademan con mis manos de arriba a bajo. "No es justo Killian Jones" se quedo pasmado.

Camine antes de que el pudiera hacer algo, salí del camarote dando un portazo y después me fui echando chispas hasta mi habitación. Esa noche me quede esperando que viniera a verme, pero no fue así.  

EnganchadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora