Capítulo 1 || The Gambler

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Cuando la vida es una porquería y a duras penas logras reunir lo suficiente para no perderla, es natural que las apuestas se vuelvan tan llamativas. Él no había pretendido depender de esa práctica, mucho menos perder la fortuna obsequiada por sus padres con el fin de ayudarle a iniciar una nueva vida lejos a petición del mismo, pero esa misma falta de riqueza le imposibilitaba volver a sus progenitores con la cola entre las patas. Y es que no había apostado esa riqueza, sino que apostaba tratando de recuperarla.

Spreen no había gastado todo con el afán de quedarse sin un peso, la cantidad de herramientas, excursiones, lecciones y comida que pagó con una falsa seguridad de que el dinero no se terminaría fue lo que lo llevó a una repentina ruina, de la que ahora debía trabajar con fervor para tener lo mínimo necesario. No estaba viviendo, estaba sobreviviendo, a veces eso era una completa pesadilla privada de descansos.

A pesar de todo, una forma sencilla de multiplicar el poco dinero restante eran las apuestas, pero no apuestas simples sobre cosas que hicieran otros o con simples juegos de azar, no podía arriesgarse así. Apostaba a su propia victoria en duelos, algunos amistosos y otros no tanto, así es como el oso siempre aseguraba volver a casa con más dinero del que salió. Siempre. Y no era su única fuente de ingresos ya que también estaba muy involucrado en cacería y minería, pero si era lo que más dinero le dejara. Dividiéndolo y ahorrando por partes tal vez en algún punto tendría suficiente para viajar de vuelta a con sus padres, los echaba de menos.

La gente corría la voz, ¿quién seria lo suficientemente hábil como para vencer al susodicho oso? Incontables veces se había intentado y no se lograba, la gente se encargó de difundir aquel hecho sobre la racha invicta que tenía y, naturalmente, llegó a los oídos de los nobles. Nobles que necesitaban hacer un encargo especial y buscaban a la persona más adecuada para el trabajo. Spreen pasaba por desapercibido siendo un pueblerino y a la vez destacaba por su muy reconocida habilidad en batallas, era genuinamente imposible pensar en alguien que diera más a la talla que él, sólo había que encontrarlo y era cómicamente sencillo hacerlo. Sólo tenía que retarlo a cambio de unas cuantas monedas y rápidamente accedería. Así fue.

Siempre ganaba.

Siempre.

Excepto una vez.

Ya estaba muy desensibilizado a la gente retándolo, y habría sido un enfrentamiento común de no ser por un solo detalle. El retador del hibrido portaba una gruesa armadura con un pulido casco que cubría su rostro. Y portaba el emblema del castillo. No le temía en lo absoluto, los guardias tendían a ser unos holgazanee inútiles ante la falta de peligro rodeando aquel reino de colores vibrantes, probablemente no había peligro alguno porque había oído un sinfín de historias sobre la bondad de los nobles a cargo, pero aquello jamás le dio buena espina, eso también aplicaba para el caballero frente a él.

—Ya, pero vos no vengas a reclamar cuando te deje el orgullo hecho una mierda.— El oso, con toda la atención de los demás habitantes interesados encima, le aclaró al ente en la armadura, quien únicamente se limitó a desenfundar su espada. Ya había dudado de que el duelo fuera completamente amistoso, pero él no estaba indefenso. Si bien su arma y fragmentos de armadura no se asemejaban a las ajenas, podía reconocer el material del contrario y la dificultad que tomaba el conseguirlo, al fin se encontraba frente a frente con un digno adversario. Uno vestido de pies a cabeza con Netherita.

—Al primer rasguño.— Respondió el anónimo más alto, alguien con un acento igual de cargado que el suyo. Tal vez se iban a entender, puesto a que lo único que podía reconocer era que ambos eran argentinos. Casi le agradó el extraño. —El primero en sacarle sangre al rival gana.—

Y no habría sido un combate igualado, pero el retador accedió a removerse la parte inferior de la armadura, quedando en peto y casco, casi igual al hibrido. No era difícil adivinar que a la brevedad inició el encuentro, un combate más rápido y agresivo que los que se acostumbraba a ver. Iban con todo. Con todo a sabiendas de que la fuerza sobrehumana del híbrido estaba siendo contrarrestada por algo que dudaba tuviera humanidad, no sabía quién ni qué era su adversario, pero tenía mucho tiempo que no le emocionaba tanto el desenlace de un duelo, no sabiendo que esa seguridad duraría poco en sus manos.


The Only Exception || MisspreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora