Capítulo 3 || Jack in the box

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Una caja llena de sorpresas.

¿Por qué la comida tenía que ser tan buena? Lo maldecía, maldecía lo difícil que le resultaba callarse, la falta de experiencia que tenía en muchas cosas, maldecía lo delicioso que había cocinado. Spreen era una persona simple por decir lo menos, era alguien que constantemente se conformaba con cualquier alimento mientras le ayudara a sobrevivir, ¿pero una comida que fuera más allá de lo mínimo? No quería y no iba a admitirlo, pero agradecía que Missa aprendiera con rapidez considerando que lo que estaba comiendo era apenas un fragmento de lo que el susodicho logró pescar.



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Rodó los ojos al escucharle, pero al menos estaba en calma con que el príncipe esa vez si lanzó bien el anzuelo. Si, él odiaba tener que hacerse cargo de los débiles, pero tal vez aquel a quien "cuidaba" no era tan inútil como sospechaba, tenía que descubrirlo. Y por lo que parecía, Missa era un libro abierto.

—...Vos querías saber más de mi, ¿si?— Preguntó con naturalidad, su vista fija en la caña de pescar que flotaba en el agua, pero podía sentir la mirada contraria quemándole la mejilla. —Creo que ya es obvio que no soy de aquí, es la vida de un foráneo sin dinero, posta.— No se iba a sobrepasar con tanto detalle, pero declarar aquello era un comienzo. Si quería saber más de él entonces el príncipe tenía que ganarse el privilegio de su confia-...

—Yo tampoco soy de aquí, pero no digas nada.— Esta vez si volteó a verlo, el joven encapuchado sólo se llevó el dedo índice a los labios pidiendo silencio. Si Missa no era de ahí, ¿entonces qué hacía encerrado en aquel castillo? ¿Qué lo hacía tan importante para los reyes? Algo más había ahí y seguía sin encantarle la idea, pero lo que fuera por la buena paga que le han prometido. Tendrá que soportarlo un tiempo más hasta tener suficiente para huir de vuelta a casa.

Tal vez sería sencillo soportarlo, el pelinegro había recién sacado del agua un pez cómicamente grande para ser el primero. Al instante dijo que era para Spreen.


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No dijo nada más allá de los modales básicos como era darle las gracias por la comida, pero una comida que cumplía más que lo mínimo necesario siempre era muy bien recibida por él. Y si bien sus palabras seguían a su mente, su cuerpo lo traicionó. Es cómico saber que un híbrido con aspecto humano se relame los labios con tanta agresividad como su lado animal, o tal vez ese simplemente era Spreen. La voz del príncipe nuevamente llamó su atención, para su propia sorpresa habían comido juntos y estaba acostumbrado a que los de alto estatus comían por un lado y el resto de su personal por otro. Ya era bastante peculiar que le hubiera cocinado.

—Chécate, mal maestro no eres.—

—¿No debés estar en otra mesa o alguna otra boludez elegante?—

—Odio comer solo.—

No lo entendía, pero a la vez lo hacía. Usualmente cuando se imaginaba a una persona de alto renombre era comiendo únicamente con las personas que "les dieran a la talla". Alguna vez él mismo se portó así, por eso no comprendía que Missa lo tomara de una forma diferente. Aunque sus dudas lo pusieran en una posición donde sospechaba que su dulzura era sólo una fachada, otra parte de él comenzaba a pensar en que el príncipe tal vez no era tan malo como llegó a pensarlo.

The Only Exception || MisspreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora