—¿Quiubo guapetón? ¿Qué andas buscando?—Spreen levantó la mirada de las cosas tejidas a mano, un sonriente rostro de mirada coqueta lo saludó. Había visto al príncipe comprar un par de cosas en este local y pensó en tratar de buscar un atrapasueños para él. No sabía por qué parecía serle tan importante, pero si lo era entonces quería darle uno que evitara la repetición de alguna reacción como la que vió en él recientemente.
—Atrapasueños, si los vendés necesito uno con urgencia.— Respondió, pero el vendedor sólo negó con la cabeza.
—Negativo mi buen, pero puedo hacer uno al tiro.— Roier —la tarjetita indicaba que ese era su nombre— ladeó la cabeza al hablar. —¿Era para el príncipe o algo? ¿Qué hay entre ustedes? Te trae a todos lados, no lo juzgo, yo también pasearía un chingo si te tuviera siguiéndome.—
Spreen se limitó a arquear una ceja al escuchar las palabras. Missa y él no eran más que amigos, tal vez más en el sentido de que él trabajaba para la familia real y como caballero era la escorts y defensa oficial de aquel noble, pero más que eso no. Aunque reconocía que el chico quería investigar de forma que trataba de buscar una oportunidad con él. Era una conducta que vió y aprendió de varios de sus amigos en su antiguo hogar. Eso y que ya lo había llamado guapo de más de una forma.
Una lástima, Spreen nunca se había interesado por un romance.
—Che, yo sólo quiero saber del atrapasueños, es para un amigo.— Respondió de forma vaga, no tenía explicaciones que dar pero tampoco quería rumores falsos por ahí. Roier le sonrió.
—Entiendo, entiendo. Dale pero voy a necesitar tu ayuda, te he visto por ahí, eres el más capito.— Replicó mientras salía de su puesto, dándole un par de codazos juguetones. Spreen sólo lo observó con la confusión más pura mientras trataba de carburar su juego de palabras hasta que notó que estaba caminando hacia el castillo. —Ya sabes, promoción y eso. ¿Quién no le haría caso sobre dónde comprar al caballero bonito del príncipe?—
Él aborrecía lo engreídas que podían ser las personas con poder, pero su pasado clasista revivía cuando gente de bajos recursos buscaba a gente accesible pero lo suficientemente conocida para abrirse paso por el mundo sin poner el suficiente empeño que normalmente tomaría el lograrlo. Él era el caballero personal del príncipe y el artesano había emprendido camino hacia el castillo al instante en que él lo buscó para comprar algo. No le encantaba que eso pasara. Sobre todo cuando abiertamente admitió que quería reconocimiento a cambio de su trabajo, de haber sabido él mismo habría intentado hacer el objeto.
Lo siguió de cerca, bloqueando su camino una vez estaban prácticamente frente a la estructura. No preguntó nada, pero su rostro expresaba lo suficiente para que la interrogante fuera obvia.
—¿Qué wey? El castillo está bonito, necesitaba una inspiración si voy a hacer una orden personalizada.— Y esto hizo que la mirada del oso se iluminara. Habían un par de cosas que no podía olvidar mencionarle antes de permitirle trabajar en lo pedido. Se detuvo unos segundos porque el chico habló. —Y sobre el precio... Normalmente lo dejaría carísimo de Paris, pero te lo dejo al precio de mis gorros personalizados porque estás bien chulo.—
Nuevamente Spreen se mostró confundido, no tenía ganas de rechazarlo pero aceptarlo era prácticamente imposible. Apretó los labios antes de hablar. Algo que no admitiría en voz alta era que desde que dejó de despreciar al príncipe comenzó a ponerle atención a lo que tenía por decir, y eso actualmente era algo bastante útil.
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The Only Exception || Misspreen
Fiksi PenggemarSu deber como caballero es producto de una oportunidad que se le dio y aprovechó al máximo. Spreen era un pueblerino fuera de lo común, pues bien se conocía su presencia a los alrededores por lo fuerte y hábil que era en los enfrentamientos amistoso...