El bosque es un gran lugar para pensar, pero pensar no es sencillo cuando hay una voz saturando tu oído.Él ya se había acostumbrado, era incluso agradable escuchar las cascadas verbales de aquel príncipe, sólo que él nunca lo demostraba. Spreen siempre lucia distante a lo que contaba Missa, algo muy similar a la dinámica que llevaban los primeros días que pasaron el rato juntos, pero gradualmente Spreen dejó de considerar al príncipe "molesto" y eventualmente comenzó a prestarle atención. Aprendió un par de cosas de él, como que tocaba muchos instrumentos, que conocía bien a un mago que ocasionalmente aparecía a hacerle travesuras y que incluso tenía un pequeño hurón vuelto loco por todo el castillo.
Los triviales vómitos verbales de Missa se habían vuelto parte esencial de la rutina de ambos.
—...Y entonces el cangrejo se robó un cuchillo. No pudo contra mi y mi pose de langosta, pero casi me rebana el riñón.— Terminó de contar otra de muchas historias. Spreen mantuvo el semblante serio, pero internamente sonreía mientras divagaba en cómo era posible que tantas cosas cruzaran la mente de aquel príncipe. No iba a revelarlo, pero ya hacía poco había logrado ahorrar lo suficiente para volver a casa, sólo que ahora se quedaba porque aquel brillante individuo le agradaba y comenzaban a entablar una buena amistad.
Spreen aún traía la pulsera puesta.
—Eh, capo. ¿Ya vamos a llegar?— Soltó el caballero, la razón de la salida era un misterio para él y aquel príncipe llevaba ya rato con él a rastras.
—Ya mero, me habían dicho que de aquí a la derecha, pa'l fondo, abajo y de reversa al frente.— Y la reacción que el mexicano quería si se proyectó. La confusión pintó el semblante del caballero justo como esperaba, cosa que lo hizo reír. —¡No estamos perdidos! Lo juro por mi brazo izquierdo.—
—¿Tu brazo izquierdo? Me hubieras dejado traer un mapa, boludo.—
—Soy zurdo, jurar por mi brazo izquierdo es algo muy serio.—
—Te la concedo, pero si nos perdemos vos tendrás la culpa.—
—No vamos a acabar en Tlaxcala.— Spreen volvió a fruncir el ceño, ya que no tenia en claro por dónde iba Missa con eso, más que nada porque no conocía Tlaxcala. —Chécate, ya llegamos. La canasta no era de adorno.— Missa le había pedido a Spreen que cargara con una canasta hasta su destino, esto porque aunque él era perfectamente capaz de cargarla igual llevaba su guitarra en estuche y era algo tedioso llevar todo.
Missa estaba sorprendido con la vista, si, pero Spreen estaba anonadado. Él no se sorprendía fácilmente por lo que los lugares podían enseñarle, pero no esperaba ser sorprendido por un lugar que al analizarlo era obvio que Missa amaría. Al conocer a aquel príncipe supuso que él era cursi, pero tal vez el cursi era el caballero. Se encontraban ahora frente a un extenso valle de verde abundante, adornado por diversos colores de vivaces flores donde un par de mariposas se detenían brevemente. El cielo contrastaba de un azul brillante que lentamente se apagaba, enmarcado por nubes de fondos amarillos y anaranjados que indicaban el anochecer estando pronto a teñir el ambiente. El valle era rodeado por grandes árboles de copas llenas de hojas saludables y manzanas al borde de estar maduras. Con la caída de la noche llegando se veían un par de luciérnagas apareciendo entre el pasto. Era un lugar hermoso.
—¡Te dije que no nos habíamos perdido! Vente, me dijeron que el anochecer se ve chidisimo aquí.—
—¿No lo habés visto ya?— Spreen logró volver a sus sentidos para formular esa pregunta de curiosidad. Muchas de las cosas que Missa le enseñaba era porque él ya las había visto solo y le gustaba compartírselas, así que esta ocasión siendo ligeramente diferente le resultó interesante. Al menos más interesante de lo normal.
—Nah, llevo mucho con ganas de venir, pero me alegra compartirlo contigo.—
Esta vez, el oso sonrió sin retenerse. Ambos avanzaron al punto que el de la máscara quería para poner las cosas y acomodarse. Sin dudarlo, el chico se acostó sobre el pasto, siendo seguido por el guerrero. El ambiente lentamente oscurecía, el viento era fresco y lleno de aromas florales que se disfrutaban.
Spreen pensó en lo mucho que a sus padres les gustaría este lugar.
Volteó a ver al príncipe brevemente, quien se encontraba con la mirada fija al cielo. No era ajeno a una picazón de culpa cuando recordó lo frío que fue con él al inicio considerando lo bueno que Missa fue con él desde el primer instante. Spreen no se consideraba insoportable, pero consideraba que aquel chico lo había soportado bastante.
—Eh, boludo, ¿no te cansás de la máscara?—
—Bastante, pero no suelo quitármela fuera de casa.—
—Suena como una mierda.—
Hubo una pausa, Spreen volvió a llevar la mirada al cielo. A veces se preguntaba a qué se debía la máscara. Antes no le importaba, pero ahora tenía curiosidad. Si la máscara le incomodaba, ¿por qué la usaba todo el tiempo?
—Algún día espero poder mostrarte.—
—¿Mostrarme qué?—
—Ya sabes, mi cara sin la máscara. No es la gran cosa, pero no puedo quitármela frente a cualquier persona.—
—¿No era por estética? ¿Posta?—
—Te lo explicaré en su momento wey, no me apures que lloro.— Y el príncipe llevó el dorso de su mano a su frente, haciendo drama juguetón. El oso no se rió, pero si le sacó una sonrisa. El mencionado negó con la cabeza, pero el interés aumentaba. ¿Alguna de las teorías sería verdad? ¿Cuál de todas? ¿Qué tan fidedignas serían las fuentes de cada una? ¿Y si...? —¿Y tú? ¿Los lentes no te cansan?—
—Una banda. Están joya, pero tienen su razón de estar.— Bueno, si Spreen quería saber eso de Missa, era justo que él le fuera honesto en primer lugar. —La gente puede ser una bola de imbéciles. Yo nunca fui sensible a las burlas, pero uno se cansa de oír que tiene "ojos demasiado femeninos para un guerrero".— Se encogió de hombros, quitándose el accesorio mencionado. —Al final mi viejo me hizo estos lentes, así la gente cerró el orto.—
—Que culero, tienes unos ojos muy bonitos.—
—Gracias capo, aunque creo que esas palabras nunca faltaron.—
—No veo porqué ojos lindos te harían peor guerrero, si yo luchara contra ti me ganarías porque me habría perdido en el color. Son un buen distractor.— Missa no lo sabía, pero era probablemente la primera persona además de sus padres que le decía que sus ojos eran lindos sin degradar sus habilidades después. Era un panorama nuevo, agradable.
—¿...Gracias?—
—Tenía que decírtelo, casualmente tienes mi color favorito en los ojos.— Con ese comentario Spreen soltó una risa casi inaudible, pero el príncipe no lo dejó pasar. —¿Qué?—
—No, nada pibe, es que- Ah, sos un sol.—
—Y tú una luna, ¿si o no le atiné a los brazaletes?—
—Curiosamente, si.— El caballero alzó la muñeca, mostrándole al azabache que aún portaba la pulsera que le había obsequiado brevemente. Naturalmente, la expresión se le iluminó a éste. —Gracias por tenerme paciencia.—
—Yo soy el que debería agradecerte.—
—¿Por qué?—
—Por ser mi amigo, Spreen.—
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HOLABUENAS, otra vez les habla el autor
Primero que nada agradezco que me tengan la paciencia de los mío demonios yyyyy me disculparía por un capítulo tan corto, pero esta es solo la primera parte del capítulo ☝️
Empezarán a ver mucho más diálogo y avance más detallado pq jiji jaja ok
LOS QUIERO MUCHO, DISFRUTEN Y GRACIAS POR LEER, me atrase pq ando en clases pero con suerte no m tardo tanto en actualizar lo q sigue OKAY BYE BSBDKSHDJSB
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The Only Exception || Misspreen
FanfictionSu deber como caballero es producto de una oportunidad que se le dio y aprovechó al máximo. Spreen era un pueblerino fuera de lo común, pues bien se conocía su presencia a los alrededores por lo fuerte y hábil que era en los enfrentamientos amistoso...