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Cassidy elevó el dedo del medio cuando Usopp le lanzó un trapo húmedo en el rostro, ambos se encontraban nuevamente limpiando los barcos de la familia de Kaya y podían jurar que no era para nada divertido.
—Te voy a hundir junto a este barco y serás tirador muerto —advirtió Cassidy hacia su amigo, el cual levantó ambas manos en señal de paz, esbozando una pequeña sonrisa.
—Amor y paz, mi querida Cassie —rió el moreno, concentrándose en limpiar la cubierta del barco.
Cassidy se quitó los restos de agua del rostro y recogió su cabello en un rodete mal hecho, volviendo a su trabajo.
—Psst, Cassie —llamó Usopp cuando su amiga dejó de prestarle atención.
La susodicha bufó, dándose media vuelta y así prestarle total atención a la quizás posible estupidez nueva que diría ahora su amigo.
—Mañana es el cumpleaños de Kaya, ¿ya sabes lo que le regalarás? —preguntó el gran capitán Usopp con una sonrisita.
—Es asquerosamente rica, Soppi —puso los ojos en blanco— ¿Qué se les regala a la gente ricas, eh? Está más que claro que joyas no —afirmó, recargando sus brazos sobre la baranda del barco.
Usopp llevó una mano a su mentón, pensativo. Al parecer el regalo de Kaya era sumamente importante y no estaba dispuesto a aparecer con las manos vacías frente a la rubia el día de su tan ansiado cumpleaños.
—¡Ya sé! —chasqueó los dedos, dejando aquel trapo húmedo sobre su hombro— ¡Será el regalo perfecto! —aseguró, sonriente.
Cassidy ladeó la cabeza, intrigada.
—¿Qué? Vamos, dime, no me dejes con la duda —protestó.
—¡Cúbreme hasta la media tarde! ¡Prometo no tardar! —pidió. El moreno besó la frente de su amiga con rapidez y se alejó dando saltos de felicidad.
—¡Espera, Usopp! ¡No puedo hoy...! —se interrumpió a sí misma cuando notó la rapidez con la cual se había alejado de ella—. Maldita sea, ya se fue —soltó un bufido, retomando su trabajo.
Estaba acostumbrada a que Usopp se escabullera del trabajo la mayoría de las tardes y a cubrirlo. El moreno siempre encontraba una buena excusa para irse, aunque no funcionaban con Cassidy, ella sabía perfectamente que él se escabullía para ver a Kaya y contarle sus maravillosas aventuras como pirata.
Las horas pasaron con bastante rapidez, incluso su turno de trabajo ya estaba finalizando, o más bien, el turno de Usopp. Sus ojos divisaron la figura del moreno a lo lejos, quien se acercaba con una amplia sonrisa en sus labios mientras sostenía algo entre sus manos. Cassidy suspiró, sabiendo lo que seguía y que no podría irse a casa aún.
