𓂃 𓈒𓏸 🐋 𝗦𝗔𝗨𝗖𝗘𝗥𝗦 𝗢𝗙 𝗟𝗢𝗩𝗘 ¡! ☀️ ( prologue:: los piratas ya vienen )
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La pequeña Cassidy de diez años abrió la puerta de su pequeña cabaña con pesadez. Era aproximadamente las siete de la mañana y el fuerte sonido de la campana de la Villa había interrumpido su profundo sueño.
Una vez que su vista se dirigió a las calles que estaban siendo iluminadas por el sol del amanecer, soltó un bostezo. Los campesinos comenzaron a salir de sus hogares también, preocupados por lo que pudiera estar ocurriendo a tan tempranas horas.
—¡Los piratas ya vienen! ¡Los piratas ya vienen! —un niño de tez morena corría con rapidez, golpeando cada puerta con fuerza, advirtiendo sobre la llegada de los piratas.
Las personas se alarmaron aún más ante la mención de los individuos.
—¡¿Piratas?! —se exaltaron los pueblerinos, desesperándose ante la noticia.
Una ancha sonrisa se apoderó de los labios de Cassidy justo en el momento en el cual oyó la palabra "piratas" salir de los labios de aquel travieso niño que no paraba de gritar.
Pero la cruda realidad interrumpió rápidamente sus pensamientos. En cuanto el alboroto cesó y los adultos se encargaron de deshacerse de aquel que esparció la falsa noticia, Cassidy se adentró una vez más a su cabaña, ciertamente decepcionada.
Y así concurrió durante semanas que al tiempo se convirtieron en largos meses. Aquel pequeño desconocido se paseó por las calles día tras día, anunciando una falsa llegada de falsos piratas, unos que, para mala suerte de ambos y buena para los pueblerinos, nunca pisaron la Isla.
Cassidy se encontraba situada encima de una pila de rocas, esperando a que el constante sonido de aquella escandalosa campana se hiciera presente y resonara por toda la Villa. Se mantuvo pacientemente esperando a oír la voz de aquel mentiroso y poder confrontarlo.
—¡Los piratas...! —informó el moreno, pero su mentira fue interrumpida en el momento en el cual Cassidy entrometió su pie en su camino.
—Oops —la castaña soltó una pequeña risa cuando éste cayó dándose el rostro contra la arena.
Él, inmediatamente, se colocó de pie al mismo tiempo que limpió los rastros de arena húmeda de sus prendas y rostro. Todo aquello acompañado de un sonoro suspiro.
—No importa —ni siquiera se dispuso a mirar al causante de su caída. Decidió ignorarla y continuar con su mentira—. ¡Los piratas, los piratas ya vienen! ━ avisó, adelantándose un poco. Los labios de Cassidy se entreabrieron ante la confusión e inmediatamente se dispuso a seguir la caminata del moreno.
Igualó sus pasos, colocándose a un lado de él. Soltó una pequeña risa, captando finalmente su atención.
—¿Cuáles piratas? —preguntó con burla.
—Los "piratas", esos que van por el océano con un barco y bandera con símbolo de una... —explicó, causando que la pecosa pusiera los ojos en blanco.
—Sé qué son los piratas, pero la verdad nunca he visto uno por aquí —recalcó, causando que él frenara sus pasos—. No ganas nada mintiéndole a los demás y alborotándolos, ¿sabes? —comunicó.
—Lo sé —afirmó, desviando la mirada. Por primera vez se sentía avergonzado de la situación.
Cassidy ladeó la cabeza, justo antes de caminar hasta quedar frente al niño. Cruzó sus brazos sobre su pecho y una expresión de curiosidad apareció en su rostro.
—Si lo sabes, ¿por qué lo haces? —interrogó una vez más, logrando que él volviera a mirarla, pero esta vez su expresión era más nostálgica.
—Pero también sé que algún día vendrán y traerán a mi padre de regreso a casa. Solo no quiero que mi mamá pierda las esperanzas en que él volverá — explicó brevemente.
Cassidy bajó los brazos, dejándolos caer a los costados de su cuerpo. Su entrecejo se suavizó al igual que la tensión en su cuerpo. Recordó la última promesa que su padre le había hecho antes de marcharse y como su madre sólo se esfumó de un día para otro.
Las palabras entrañables que expresó aquel a quien todos llamaban mocoso mentiroso lograron que Cassidy se aferrara con más fuerza a la última promesa.
—¿Tu padre es un pirata? —decidió por fin romper aquel silencio tenso.
—Sí. Aunque no tuve la oportunidad de conocerlo, sé que es grande —sonrió genuinamente. Y ella comprendió aquel sentimiento, porque también lo sentía.
Carteles, recompensas, noticias, diarios, marinos. No importa cuantas pistas haya buscado, aún no descifraba qué tan grande era su padre como pirata, ya que el tiempo se había encargado de olvidarlo por completo, obligándola a aferrarse a un solo recuerdo. Sintió cada una de las palabras golpear su realidad nuevamente y una pizca de confianza inundó el fondo de su corazón, permitiéndole a aquel niño saber sobre Cassidy lo que nadie sabía.
—Mi padre también es un pirata —expresó, causando que el pequeño elevara ambas cejas, al parecer contento—. Lo siento si fui brusca contigo, si esto recompensa algo... Eres la primera y serás la única persona a la cual le diré eso —aseguró.
Un pequeño rubor adornó las mejillas del moreno al instante en el que oyó aquella confesión salir de la pecosa tan genuinamente. Nunca creyó que, después de mentir por tanto tiempo, alguien –además de su madre– depositaría su confianza en él. Pero allí estaba ella, demostrándole que desde ahora en adelante no habría otra persona además de él en quien ella confiara.
—Me llamo Cassidy —interrumpió la pecosa, carraspeando ligeramente. Con timidez acercó su mano hasta el niño, esperando una presentación al igual que un pequeño apretón.
E inmediatamente su mirada perdida y expresión llena de confusión fue remplazada por una ancha sonrisa, una que inmediatamente fue correspondida.
—Soy el gran capitán Usopp, es un gusto, Cassie —dio un leve apretón a la delicada mano de la castaña—. Es un buen apodo, ¿no? Se supone que cuando tienes un nombre, tus amigos suelen ponerle apodo —explicó al notar la confusión en su mirada—. Serás Cassie.
Sonrió cálidamente, encontrando entrañable cada palabra que le dedicaba. Estaba claro que desde ahora serían grandes amigos.
—Usopp es un nombre bastante raro y único, pero creo que "Soppi" lo hace sonar bien —esta vez fue su turno de otorgarle un apodo digno, o al menos era digno para ella.
—¿So... Qué? —sintió el calor subir a su rostro y Cassidy no pudo evitar reír ante ello. Palmeó su hombro y caminó, avanzando un poco, pero él ni siquiera se inmutó.
—¿Huh? ¿No vienes? Debemos avisar que los piratas ya vienen —comunicó, sacándolo de su trance.
Su expresión se suavizó y sus labios se curvaron en una sonrisa inconscientemente.
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