LRS | Jeongin investiga y sabe todo sobre todos dentro de la gran universidad de Corea.
Algunos piensan que es un acosador, pero para él es un simple pasatiempo que le hace ganar algo para mantener sus estudios y algo más.
Pero un día se le acerca...
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Estaba ayudando a mi abuela a estirar la lana, de lo que sea que esté tejiendo, mientras mi mamá a lado mío tomaba un té de manzanilla, ahora mismo había vuelto a vivir con ellas, ya no tenía ese dinero extra con el que podía gastar en ese pequeño departamento.
Hyunjin en un mes, no había enviado nada, ni un mensaje y Sam había vuelto desaparecer, era raro porque una vez a la semana recibía unas flores.
Margaritas, no sabía quién las enviaba y justo hoy fue el día, la mirábamos en la pequeña mesita que estaba al frente de nosotros.
—Yo voto que fue Sam— Dijo mi abuela bromeando y yo la mire sorprendido.
—Yo voto que Hyunjin— Esta vez fue mi mamá quien habló y ambas me sonrieron.
—No es una votación esto.
Claro que ya ambas sabían el gran drama que formaron esos gemelos, ambas querían conocerlos y más mi abuela. Para saber quién era el "indicado", en fin cosas de familia.
Mi abuela terminó de tejer y empezó a guardas sus cosas mientras me seguía sonriendo.
—¿Le has preguntado al que entrega, quién te ha estado enviado esto?— Hablo mi mamá.
—Claro que sí, hasta me dijo que es raro que un chico reciba tantas flores y negó decirme quién es...
—Uh, qué misterioso, seguro es Sam— Esta vez fue mi abuela que se levantó del sillón.
—Mamá, luego hablamos de eso, ¡Yo tengo mis razones en creer que fue Hyunjin!— Mi mamá siguió a mi abuela para seguir debatiendo y yo me reí un poco.
Tome las flores y fui hacia mi habitación, donde se encontraban las otras en un florero.
—Tienen nuevas compañeras— Deje las flores en el florero, para luego tirarme en mi cama.
Agarre mi celular, para revisar algunas cosas, cuando un golpe se escuchó en la ventana, luego otro y yo me acerque para abrirla y una pequeña piedra golpeo mi frente.
—Oh, no, Jeongin ¿Estás bien?
Mire hacia abajo, mientras tocaba mi frente y vi a Sam, mirándome preocupado.
—Tengo puerta, por si no sabías.
—¡Es que toque! Pero nadie contesto ni mucho menos me abrió.
Claro, las dos mujeres con las que vivía, seguro seguían con su discusión sobre las flores.
—¡Pero no había necesidad de tirarme piedras!
—Bueno, es verdad, pero al menos me viste, esa era la idea principal.
Lo escuché reír un poco y volví a mirarlo, sonriéndole.
—En fin, ¿Qué haces acá?
—Venía a invitarte a salir, digo no sé, si puedes, podemos ir a ver la pista de patinaje, hace mucho no voy...
