νєяѕє ƒσυя

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La sonrisa de Minho brillaba tanto cuando Jisung apareció por fin en el teatro al día siguiente, que podría haber iluminado todo el lugar, aunque se esforzó por poner una cara seria en cuanto se dio cuenta de que estaba sonriendo demasiado. En general, el ensayo comenzó con buen ánimo, ya que Minho no era el único contento de tener a Jisung de vuelta, aunque por supuesto él nunca lo admitiría.

Lee avanzó confiado al proscenio, tragando el nudo que había comenzado a formarse en su garganta por los nervios. Esa era la primera vez que actuaba esa escena con Jisung frente a los demás y por algún motivo le revolvía el estómago, porque era una escena muy íntima y sentimental, la despedida de los amantes después de su boda, la primera y última noche que pasaron juntos como esposos antes de que la tragedia comenzara. Y probablemente se había metido demasiado en su papel, porque le incomodaba que otras personas observaran.

¿Tan rápido te marchas? Todavía falta mucho para que amanezca. Es el canto del ruiseñor, no el de la alondra el que se escucha... —empezó Minho con voz temblorosa.

Es la alondra que advierte que ya va a amanecer; no es el ruiseñor. Observa, amada mía, cómo se van tiñendo las nubes de levante con los colores del alba... —recitó Jisung con su voz fuerte y clara, más profunda de lo que la recordaba al hablar, tan dulce y cargada de sentimiento que hizo a Minho sentir escalofríos y tartamudear al decir su siguiente línea.

N-no es ésa la luz del alba. Te lo pu-puedo observar-

—¡Aseverar! —gritó Félix desde algún lugar entre la oscuridad tras bambalinas.

Minho miró avergonzado hacia Jisung y este le sonrió intentando tranquilizarlo.

Te lo puedo aseverar —Minho continuó—. N-no te vayas. ¿Po-por qué partes tan rápido?

Más quiero quedarme que abandonarte. Amor mío, sigamos conversando, que todavía no rompe el día —dijo Jisung, acercándose, mirándolo directamente a los ojos con tal adoración que cualquiera pensaría que estaba realmente enamorado a muerte.

Sabía que esa mirada no era para él en realidad, Jisung era un gran actor, sin embargo, no podía evitar sentirse abrumado por su cercanía y la intensidad de sus ojos, la firmeza de sus palabras, tan abrumado que olvidó su siguiente línea, quedándose completamente en blanco.

—Yo... eh, lo siento... ¿Qué seguía?

En el fondo, esperando entrar a escena, Félix rodó los ojos por milésima vez.

—¿Qué está pasando? —preguntó la señorita Kim con genuina preocupación, y todas las miradas fueron directamente a Lee Minho—, ayer lo hiciste muy bien.

Minho desvió la mirada, avergonzado, no estaba acostumbrado a recibir ese tipo de atención y era incómodo, normalmente cuando la gente se fijaba en él era porque lo estaba haciendo bien.

—Esto... ¿Por qué no tomamos un descanso? —sugirió Han.

La señorita Kim aceptó de inmediato, pues también parecía agotada.

—Pueden ir a casa por hoy, si alguien gusta puede quedarse también, solo recuerden apagar las luces y cerrar al salir —dijo, tomando sus cosas y abandonando el lugar de inmediato.

La mayoría de los chicos empezó dispersarse, algunos otros permanecieron en el escenario.

Minho bajó de un salto y fue por su mochila y su chaqueta amontonadas en una de las butacas.

—¿Estás nervioso porque se acerca el estreno? —le preguntó Jisung.

—No... ¿O sí? —respondió Minho, Han lo miró con confusión— Supongo que sí, entre otras cosas...

Soneto de amor tras bambalinas [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora