νєяѕє ηιηє

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Eran las doce y cuarto de un martes, cuando Minho seguía en su cama sin ánimos de levantarse. Seguramente el desayuno que su madre había preparado para él antes de irse al trabajo ya estaba frío. Tenía seis llamadas perdidas de Chan, dos de Seungmin, y un par de mensajes de los chicos del equipo y el club de drama, sin contar el amoroso correo de voz que le había dejado Bang:

"Seungmin dijo que estás enfermo, pero los conozco a ambos y no le creo. Ya deja de esconderte, mariquita".

Alguien tocó el timbre y él ni siquiera se molestó en mirar por la ventana, seguramente sería algún vendedor. Se dio la vuelta sobre sí mismo y cubrió su cabeza con la almohada dispuesto a dormir otra vez, cuando la verja de la entrada rechinó con un sonido horrible y lastimero. Minho sintió escalofríos a pesar de que estaba acostumbrado a escuchar el crujido del metal viejo, luego escuchó unas llaves tintinear y la puerta principal abrirse, seguido de pasos molestos resonando a través del piso de madera mientras el visitante subía las escaleras dando pisotones, entonces se preparó mentalmente para el sermón.

—¿De qué estás escondiéndote esta vez? —habló Chan, abriendo la puerta y entrando en su habitación sin llamar— Tienes dos días sin ir a clases, no puedes seguir así.

—Ah, nunca debí decirte donde guardamos la llave de repuesto —se quejó Minho, su voz amortiguada por las mantas.

—¡Levántate! —exclamó Chan, dándole dos palmadas al bulto bajo la colcha antes de intentar sacarlo de su nido.

Minho solía refugiarse en su cama cada vez que algo le preocupaba, generalmente era por cosas bobas, pero tendía a sentirse atrapado y sólo muy fácilmente, y ellos habían sido amigos el tiempo suficiente como para que Bang supiera que lo único que Lee necesitaba para salir de ese poco profundo hoyo era solo algo de afecto y retroalimentación positiva.

—¿Te saltaste el último periodo? —preguntó Minho, forcejeando mientras se aferraba a quedarse escondido debajo de las mantas— Las clases terminan hasta las 2:00 pm.

—Quedarte en la cama todo el día no va a arreglar nada —dijo Chan, ignorando el comentario de su amigo, buscó sus manos entre las mantas y lo jaló obligándolo a sentarse—. Le dije a los profesores que estabas enfermo, voy a calentarte el desayuno, tú ve y toma una ducha, te ves horrible —ordenó, señalándolo con un dedo.

Minho sonrió, frotó sus ojos hinchados de tanto dormir e intentó arreglar el desastre que era su cabello, sin éxito.

—Si, papá —dijo, apartándolo de un manotazo.


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—Es por el estreno... —explicó Minho, con la boca llena de arroz— No me entusiasma hacer el ridículo frente a toda la escuela este viernes.

—Creí que te gustaba el club de drama — Chan le dirigió una mirada incrédula con los ojos entrecerrados—, sabes que podríamos haber hablado con el entrenador y él habría resuelto todo, pero tú decidiste quedarte.

Soneto de amor tras bambalinas [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora