νєяѕє ѕιχ

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Últimamente, había empezado a sentirse raro alrededor de Jisung, pero no era como la incomodidad que le causaba cuando lo conoció y Han pasaba la mitad del día molestando y burlándose de él... era cómo que estaba nervioso cuando Jisung estaba cerca, pero disfrutaba de su compañía de todos modos.

—¡Te gusta! —exclamó Félix, emocionado.

—¿Quieres callarte? —dijo Minho, poniendo una mano sobre la boca del menor.

Ambos estaban detrás del escenario esperando su señal de entrada, pero la escena de la pelea de espadas entre Jeongin y Hyunjin estaba tomando demasiado tiempo.

—Si te sientes de esa manera es porque te gusta —susurró Félix, quitándose su mano de encima.

—No soy gay.

Félix rodó los ojos, pero seguía sonriendo.

—Ah~ mi pequeño e inocente hyung —dijo Félix, tomándolo por los hombros—, que te guste un chico no te hace gay, hay cientos de posibilidades, ¿por qué crees que se cansaron de agregar letras a esto del LGBT y simplemente pusieron un «+»?

Minho se deshizo de su agarre con un gruñido, pero no volvió a replicar.

Tonterías, él era heterosexual, estaba seguro... o sea, en toda su vida nunca le había llamado la atención ninguna chica y hasta hace tres años seguía pensando que si lo tocaban iban a contagiarle los piojos, pero en algún punto comenzarían a gustarle, ¿no?, ¿cuándo fuera más mayor?

Y, de todos modos, tampoco le había gustado nunca ningún muchacho y en su colegio había un montón de chicos bonitos que hasta habían estado interesados en él alguna vez, pero nunca sintió nada por ninguno, ni una pizca de aprecio o atracción.

Esos últimos días había estado intentando convencerse a sí mismo de que lo que sentía por Jisung era más que nada curiosidad, Han Jisung era su completo opuesto y aun así encajaban. Él parecía tomar bastante bien sus bromas, era agradable, para variar, tener a alguien que entendiera su sarcasmo y su sentido del humor, que no creyera que estaba siendo malvado y cruel cuando hacía bromas pesadas.

Tenía que admitirlo, había terminado por caerle bien, no era para nada la idea que tenía de él, engreído, ruidoso y siempre queriendo llamar la atención. Por el contrario, descubrió que Jisung era más bien introvertido, pero tenía esta aura brillante y era tan talentoso y carismático por naturaleza que inevitablemente lo hacía el centro de atención a dónde quiera que fuese. Y sí, tal vez era un poco engreído y tenía algo del síndrome de princesa, pero era cierto que era el mejor actor del grupo, podía permitírsele tener esas actitudes de vez en cuando.

Y tenía esto en él, un deje de fragilidad detrás de todo ese brillo, que le hacía querer protegerlo. Minho decidió que lo que estaba sintiendo por él era alguna especie de cariño fraternal, porque no tenía hermanos y nunca se sintió tan cercano a un amigo antes, no tanto como se había sentido con Han después de pasar el rato con él solo un par de veces. Pero entonces, entonces... tampoco sintió mariposas en el estómago al llevar a su casa a ninguno de sus amigos, y nunca, definitivamente, nunca sintió ganas de... besar a ninguno de ellos. El solo pensarlo le daba escalofríos. Fue así como llegó a la conclusión de que Jisung era diferente a cualquiera de sus amigos, y eso le asustó un poco.

—Es que... no sé, estoy confundido —murmuró.

Felix lo tomó de la mano, llevándolo consigo a un rincón tras bambalinas, alejado del resto de los miembros del club.

—Cuéntame.

Minho soltó un suspiro recordando la serie de vergonzosos episodios que había sufrido a lo largo de la semana, mientras se cubría la cara con ambas manos.

La única clase que compartía con Han era la de cálculo, que llevaba de repetición, por lo demás, no le veía mucho durante el día, hasta la hora del almuerzo y en los ensayos del club de drama. Por lo que no estaba mental ni emocionalmente preparado para ese encuentro cuando se cruzó con él en el pasillo, rumbo a su clase de historia el lunes por la mañana, después de aquel extraño momento que habían tenido en su casa el fin de semana mientras estudiaban, y desde el cual, Minho no había podido sacárselo de la cabeza.

El mundo se congeló, vio a Han acercarse a él en cámara lenta, le sonrió y dijo algo que Minho no escuchó, porque parecía que alguien había presionado el botón de «mute» en su cabeza y su cerebro solo procesaba imágenes: un primer plano del eye-smile de Han Jisung, una sonrisa de corazón, con sus mejillas regordetas y sonrojadas que lucían tan pellizcables, rodeado de nubes rosas y pétalos de flores.

—...no lo olvides, te veo más tarde —dijo Jisung y siguió su camino, rompiendo la fantasía.

Y Minho se quedó ahí parado boqueando como un pez sin saber qué decir.

—N-nos vemos —farfulló cuando Jisung ya estaba entrando a su aula.

Lo siguiente sucedió ese mismo día, durante la clase de cálculo en la que tuvieron examen.

La señorita Kim les pidió dejar sus mochilas al frente del aula y llevar a su escritorio solamente su calculadora, lápiz y borrador, Minho estaba tan nervioso que las manos le sudaban, y tuvo que secarse las palmas en la tela de los pantalones. Mientras tomaba sus cosas, se encontró brevemente con Han, quien lo animó dándole un par de palmaditas en el hombro y susurrándole palabras de aliento al oído.

—Puedes hacerlo hyung, confío en ti.

Su aliento cálido le hizo cosquillas en el cuello, enviando una extraña corriente eléctrica por toda su espina dorsal, Caminó hasta su asiento con esas palabras grabadas en la mente, y gracias al cielo Jisung se sentó del otro lado del aula, de lo contrario Minho no hubiera podido concentrarse en el examen por prestarle atención a él.

Así fue como logró responder todo antes del tiempo límite, aunque de vez en cuando se distraía recordando los ojos marrones de Jisung, o los gestos que hacía con las manos mientras le explicaba una fórmula.

Algo había cambiado desde esa tarde que estuvo tan cerca de besarlo, no podía dejar de pensar en él, y nunca había sido fan del contacto físico, no estaba acostumbrado a abrazar a nadie más que a su madre, pero con Jisung era todo muy diferente.

—Yo... no sé —le dijo a Félix—, solo- como que... quiero tenerlo cerca todo el tiempo y tocar su cabello porque es suave y huele bien, me recuerda a casa.

El menor frunció el ceño, dirigiéndole una mirada de confusión y Minho tiró de su propio cabello, intentando encontrar las palabras que explicaran mejor lo que sentía.

—Es como... como si fuera un gatito bebé con el que te dan ganas de jugar todo el tiempo.

Félix se rio de la analogía.

—¿Te gustan los gatitos? —se burló, la imagen mental de Lee Minho, el arrogante capitán del equipo de béisbol, jugando con un gatito bebé, era simplemente cómica.

—Ese no es el punto —Minho rodó los ojos.

—¡Chicos, chicos! —gritó la señorita Kim— ¡Esa fue su señal! ¿Qué hacen ahí atrás?

—¡Lo siento! —Minho se disculpó, corriendo al centro del escenario.

—No se distraigan, queda muy poco para el estreno —les reprendió la profesora—, estamos con el tiempo encima.

Soneto de amor tras bambalinas [minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora