Soneto de amor tras bambalinas [minsung]

νєяѕє σηє

Ahí estaba -otra vez- Lee Minho, en la oficina de servicios escolares, con la corbata floja y el cabello revuelto, mirando hacia abajo a la joven profesora sentada en el escritorio frente a él. Era la segunda vez que tenía esa misma clase con ella, y la segunda vez que ella se negaba a simplemente dejarlo aprobar por el bien de todos.

—No entiendo, ¿cuál es su problema? —preguntó, cruzándose de brazos obstinadamente—. Todos los demás profesores saben lo importante que es que ganemos la próxima temporada, soy capitán y el mejor bateador del equipo, no pueden hacerlo sin mí.

La señorita Kim rodó los ojos detrás de sus gafas redondas.

—Es por eso que los deportistas son unos imbéciles engreídos —susurró, apenas audiblemente.

—¿Perdón?

—Dije que es por eso que voy a darte los créditos necesarios —dijo la profesora, y Minho sonrió—, pero no será tan fácil.

La sonrisa del chico se borró, se dejó caer sobre el asiento frente a ella con una expresión de fastidio y miró a la profesora con los ojos entrecerrados.

—¿Tendré que hacer el estúpido examen de recuperación para poder jugar? —preguntó con cansancio.

—No, aun si consigues un 100 en ese examen no sería suficiente... pero, si consigues un 100 en tu último parcial y además obtienes créditos por actividades complementarias, entonces podrás jugar sin problemas el próximo semestre —dijo la profesora, ajustándose las gafas con el dedo índice.

—¿Qué tipo de actividades? —cuestionó el chico con desconfianza.

—Necesitamos una persona más en el club de drama —la profesora sonrió, juntando las manos sobre el escritorio, complacida.

Minho solo la miró atontado, ¿había escuchado bien? «¿Club de drama? Demonios, no».

—Tiene que estar bromeando.

Los miembros del club de drama eran unos completos raritos, una vez compartió una clase de repetición con ese chico Han que siempre estaba haciendo cosas extrañas como escupir leche por la nariz en la cafetería y el resto de sus amigos no parecían más normales.

—No, no es ninguna broma, si quieres jugar beisbol la próxima temporada, te espero en el teatro en media hora —dijo la profesora, en un tono que no aceptaba réplicas.

Minho maldijo internamente, necesitaba esos jodidos créditos, no solo para jugar beisbol, también tenía que aprobar esa estúpida materia si no quería repetir el año entero y terminar en la misma clase que Kim Seungmin. Ya había reprobado Cálculo Integral una vez, era su segundo intento y última oportunidad de permanecer como alumno regular.

Tomó su mochila y salió azotando la puerta de la oficina con fuerza.

Estaba en último año, se suponía que su último año tenía que ser genial, divertido e interesante, no quería pasar las tardes de su penúltimo semestre de preparatoria encerrado en un teatro con un montón de fenómenos.

Y ahora, por culpa de la obstinada profesora no tenía elección.