[ Copy ]

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14 años.

Cuando era pequeño la ropa de mi papá me parecía aburrida, siempre el mismo tonto patrón de colores, parecía no tener imaginación en cuanto iba a sus prendas; me preguntaba si siempre se había vestido de la misma forma o si fue algo que adquirió a medida que el tiempo pasaba. Trataba de imaginar a mi padre con otro tipo de ropa, pero se me era difícil, siempre venia a mi mente la imagen de mi progenitor con su tipica guayabera amarilla y su pantalón naranjo a rayas.

Pero mientras más pensaba en eso, más me daba cuenta de que aquél atuendo era lo que caracterizaba a mi padre, por eso se me era tan difícil imaginarlo con otra ropa, porque todos tenemos una partecita especial de nosotros, algo que nos caracteriza y nos distingue, y que cuando suena el nombre de alguna persona especial para nosotros, de inmediato viene a nuestra cabeza esa parte, la partecita especial de mi papá es su guayabera y sus pantalones holgados.

Me pareció curiosa la idea de que todos tengamos algo distinto, que evite que todos seamos clones entre nosotros, clones sin personalidad ni actitud. Es por eso que con una sonrisa comencé a pensar en cada persona que conocía y en su característica partecita especial.

Pero la sonrisa se borró cuando ya no conocía más personas y tocaba pensar en mi. Me di cuenta, con los puños apretados y los labios fruncidos, que era el único sin algo especial.

Mi decepción se volvió más inmensa cuando calculé que todos tenían un pasatiempo, una razón por la cual despertar en las mañanas, todos tenían un objetivo por alcanzar, y yo no.

¿Cómo se sentiría tener algo por lo cual velar? ¿Cómo sería tener una pasión por la que, al pensar en ella, de inmediato tu corazón lata con firmeza?

Me desesperé ante el pensamiento de quedarme estancado, sin un futuro, mientras todos avanzaban, así que decidí copiar.

Vi unos niños que jugaban fútbol en la plaza, y comencé a jugar también. Vi que a Dolores le gustaban los libros, así que comencé a leer. Me empecé a vestir con una guayabera y unos pantalones holgados, peiné mi cabello para que sea como el del chico mensajero que daba los buenos días a todas las casas.

Tomé las partecitas especiales de mis seres queridos y las hice mías, vaciaba a los demás para llenarme a mí.

Claro, en ese momento yo no sabía lo que hacía ni ellos tampoco, solo era un niño pequeño que imitaba lo que veía. Pero no era por diversión o por joder, era para llenar el hueco que continuaba vaciandose.

Todo parecía marchar sobre ruedas, no había ningun tipo de problema con mi hábito de copiar, hasta que un día, cuando ya había pasado un tiempo, miré atrás.

Otros cuando visualizan su pasado llenan su memoria de dulces recuerdos sobre jugar, correr, saltar y bailar, ese acaramelado sentimiento de nostalgia. Cuando yo miré atrás vi un niño con un regalo mágico, con el que luego de la euforia de los primeros días; ya no sabía que uso darle. Un niño que luego de no poder jugar como un niño normal no sabía que era suyo y que no.

Creo que suena estúpido e inmaduro, pero creo que me arrancaron la infancia cuando recién comenzaba, quitaron las manzanas de un árbol que recién daba frutos.

A los cinco años nadie sabe quien es o que querrá ser, para eso está la infancia, para descubrir cosas y explorar, pero en vez de eso tuve que...Bueno, ya se la saben, trabajar.

Me di cuenta también, que como me acostumbré tanto a copiar cosas, ya no sabía que era lo que me gustaba y que era lo que hacía para agradarle a los demás. Todo estaba en un absurdo punto neutral, como la bisectriz de un ángulo.

Ser nada más que un imitador se volvió mi partecita especial.

¿Se podría llamar de esa manera?, lo dudo, pero es cierto como imitar y copiar se volvió parte de mí, lo cual es tan absurdo como deprimente.

No sé si todos tienen los ojos vendados, o si soy yo el raro, pero siento que está familia directamente no está bien.

Es difícil siquiera pensarlo, ¡imaginen! La familia más ejemplar del Encanto, la que todos los del pueblo admiran y por la que todos velan, no tendría sentido que no fueramos remotamente perfectos.

Pero es así, realmente, todos están bajo una estúpida máscara. Somos actores frente a un gran público, esperando a que un eterno espectáculo termine, pero parece no tener fin.

Solo quiero que esto termine ya, no quiero que Antonio pase por el mismo dolor, no quiero que sea una víctima más de una familia rota.

Por más egoísta que suene, espero que mi hermano no tenga un don, en ese caso no sería el mismo idiota que fui con Mirabel, sino que esta vez me mantendría a su lado, como un hermano, como una buena persona.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2023 ⏰

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𝐌𝐈𝐑𝐑𝐎𝐑 - Camilo Madrigal's POVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora