ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 5

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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 5

𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 5

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Hace diez años...

Dejé mi maleta sobre la cama, revolviendo todo mientras buscaba con desesperación mis Converse Rojas. Ya había revisado debajo de la cama, en el clóset y prácticamente en cada rincón de la habitación, pero no había rastro de ellas.

—¡Layla! —la voz de mi madre resonó desde abajo.

«¿Dónde diablos estarán?» me repetía una y otra vez, frustrada.

—¡Layla! Si no bajas en este momento, te aseguro que pasarás todo el verano en casa —la advertencia de mi madre sonaba más seria cada segundo.

Resignada, dejé la búsqueda y opté por ponerme mis Vans negras. Tomé mi maleta y bajé corriendo las escaleras.

—¿Por qué tardas tanto? —su tono era de evidente impaciencia.

—No encuentro mis Converse rojas. ¿Sabes si Esther tiene idea de dónde podrían estar?

—Le preguntaré más tarde. Ahora, vámonos, el autobús está a punto de partir.

Salimos de la casa y subimos a la camioneta de mamá. Hoy nos llevaría a la terminal para tomar el autobús que nos llevaría al EcoCamp Verano Vivo, un campamento de verano que se organizaba en nuestra ciudad y al que asistirían la mayoría de los chicos de nuestro colegio.

Estaba emocionada por el viaje. Lo mejor de todo era que no estaría sola; Grover y mis amigas también asistirían. Mamá y papá se embarcarían en un crucero durante las vacaciones, así que todos los empleados de la casa  habían recibido tiempo libre para descansar o pasar tiempo con sus familias, con el salario asegurado aunque no hubiera nadie en casa.

—Muy bien, niños, hemos llegado —anunció mi madre mientras detenía la camioneta frente a la terminal.

Con nuestras maletas en mano, bajamos del vehículo. Mamá se acercó para despedirse.

—Grover, cuida de tu hermana —le pidió con seriedad, y él asintió, aceptando.

Luego, se volvió hacia mí con un tono de advertencia.

—Y tú, sigue las reglas. No hagas travesuras, compórtate y no comas en exceso. No queremos que te enfermes por un empacho.

—Si, mamá —respondí, intentando mí mejor sonrisa inocente.

—Cuídense mucho. Los quiero —se despidió, dándonos un beso a cada uno.

Nos acompaño mientras sabíamos al autobús, quedándose a hablar con uno de los encargados del campamento, asegurándose de que estuviera al tanto de muestras necesidades.

Ya arriba, busqué a Vianney entre los asientos hasta que la vi levantar la mano entusiasmada. Me senté junto a ella, y enseguida empezamos a hablar de lo emocionadas que estábamos por la experiencia. Grover tomó un lugar justo al frente, junto a osie6, quien finalmente habían convencido a su padre de dejarlo venir al campamento en lugar de pasar todo el verano atrapado en clases particulares de matemáticas.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora