ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 8

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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 8.

Maldigo el momento en que acepté venir a esta fiesta

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Maldigo el momento en que acepté venir a esta fiesta. No sé cómo, pero Vianney había logrado persuadirme esta misma mañana cuando fue a visitarme a mi casa. Me sequé las lágrimas que se habían escapado mientras me alejaba de la terraza, donde había esperado encontrar algo de paz entre tanta multitud, solo para toparme con mi pasado.

Busqué con la mirada a Vianney, quien había mencionado que iría por un par de copas de vino, a pesar de que le insistí hasta el cansancio que no bebería nada. Después de cinco minutos, finalmente la vi, conversando con un mesero.

—¿Podemos irnos ya? —le pedí, al acercarme, mi tono urgido.

Vianney detuvo su charla, y el mesero salió disparado como si huyera de ella.

—¿Ahora? —sus ojos se abrieron con sorpresa ante mi súplica.

Asentí con firmeza, deseando desaparecer de ese lugar. El encuentro con Osiel había sido un golpe inesperado, y Jo sabía cómo lidiar con las emociones que había desenterrado.

—Layla, un rato más, mira —me indicó hacía janet, quien subía al pequeño escenario montado dentro de su casa—. Va a dar un discurso.

Rodé los ojos, sin poder ocultar mi indiferencia hacía el discurso de janet. Lo único que deseaba era desaparecer de ese lugar.

—Vámonos ya —insistí por segunda vez, mi voz apenas un murmullo de impaciencia.

—Vale, espera a que termine el discurso y nos vamos —respondió la ojiazul, intentando mantener la clama.

Janet comenzó a hablar desde el pequeño escenario: —Estoy muy agradecida con todos los que han venido esta noche; no saben lo importante que es para Osiel y para mí —pronunció mientras tomaba la mano de él— tenerlos aquí en nuestra fiesta de compromiso.

«Se va a casar, no puedo creerlo», pensé mientras un nudo de incredulidad se formaba en mi garganta. Sentía como si me hubiera tomado el pelo una vez más, y mis ojos se llenaron de lágrimas que intenté contener.

«Pero, ¿por qué estoy llorando por él?», me cuestioné, intentando recomponerme. Miré a mi alrededor y observé cómo algunos disfrutaban la celebración, mientras otros simplemente continuaban inmersos en sus conversaciones, ajenos a mi tormenta interna.

Finalmente, Janet concluyó su discurso y el salón estalló en aplausos. La escena se tornó insoportable cuando ella se inclinó para besar a Osiel. Fue un gesto de amor que sentí como un golpe directo al corazón, un recordatorio hiriente de la distancia que nos separa.

El beso entre ellos se alargó, lleno de una pasión que hizo que el nudo en mi garganta se volviera casi imposible de ignorar. Era incapaz de seguir mirando, incapaz de soportar la felicidad de ellos mientras yo me ahogaba en mi tristeza.

ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora