[•Extra II•]

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— Jullia Ivanova — soltó una risa al recordar a la muchacha — párese alguien muy interesante — termino de decir para seguir su camino.

Si recordaba bien, cosa que era cierta, pronto estaría en la parque que vio camino al hotel donde se hospedaba.

Es verdad que ella estudió idioma, pero tambien viajo mucho cuando sus padres se dieron a su mejora de salud, visitando todo los países que le llamaban la atención, y uno de ellos fue Russia, para no decir que fue el primero en ir.

Paso el resto del día ahí, viendo el paisaje y las personas que iban de paso.

Ya estaba a punto de anochecer, así que empezó a caminar de vuelta al hotel, le fastidiaba regresar, debía aguantar a sus compañeros, en especial a Mina, que no paraba de seguirla y molestarla con sus comentarios innecesarios.

Sujeten bien, no quiero que se valla sin pagar su estupidez.

En Russia era más que normal ver pelear a la gente por cosas sin sentido, sin parar a ver la disputa, decidió seguir e ignorar lo que pasaba, o eso pensó.

Sin poder evitarlo, su cuerpo se detuvo al sentir un olor intenso, lo quería ignorar, pero no podía, era la primera vez que sentía algún olor y más que eso, tenía un gran presentimiento que quería desechar.

Su pareja destinada.

No creía eso, o por lo menos, no quería creerlo, pero en ese momento sabía que eso era la que pasaba, y por primera vez, sintió algo dentro de ella que le decía que fuera a buscar a el causante de dicho olor.

Y eso hizo.

Se voltio al lugar de las voces, miro a los tres tipos que estaban rodeando a una muchacha y sin pensarlo mucho le dió un puñetazo a uno, al que estuvo a punto de cortar la cara a su pareja.

—¿Puedo saber que le hacen a mi Omega? — soltó furiosa la rubia.

¿Quien eres tu?, ¿Nunca te enseñaron a no meterte en peleas ajenas?, mocosa.

Vio como el sujeto se le encimo, soltó una suave risa, esquivando la navaja suiza, le dió una patada en las costillas y un golpe en la cabeza, dejándolo inconsciente.

Si me quieren intimidar, por lo menos aprendan a pelear antes de abrir la boca — se acercó a la chica y la levanto en sus brazos —No la vuelvan a molestar — miro a los tipos con cara de asesina — porque la próxima vez, los mato.

Sintió como en sus brazos Jullia se acomodaba, escondió su cara en su pecho y la sujeto de su camisa.

No te irás ilesa mocosa de mierda.

Sintió el filo de la navaja a un lado de su abdomen, sujetó a su pareja de un brazo, con la otra mano, agarro la muñeca del pendejo que se atrevió a desafiar la.

Con fuerza la doblo, escuchando como se quejaba, le quitó la navaja y la clavo en su pierna derecha, con rapidez la saco y la clavo en el brazo izquierdo.

Miro al otro sujeto correr desde lejos, lo ignoro y acomodo de nuevo a Jullia, y la miro

¿Que haces por aquí a estas horas?

La muchacha se escondió de nuevo en su pecho, se despego de el de manera rápida, desviando la mirada a un lado sonrojada.

Al parecer se había dado cuenta de qué era su escondite y solo sonrió.

—Vengo de una competencia.

—Oh.

Fue lo único que salió de su boca, camino un poco más sin rumbo, solo disfrutando la compañía de cada una.

—Ya puedes bajarme —dijo en un susurro la peli blanco.

Desde que la salvó no dejo de estar sonrojada ni un minuto, le gustaba esa vista, la hacía sentir emocionada y podía sentir su ego en los cielos.

Con cuidado la dejo en el suelo, le acomodo un mechón rebelde detrás de la oreja y sin imaginarlo, su acompañante está mucho más roja.

—Gracias por salvarme de ellos — dijo desviando su mirada un poco.

—Fue todo un placer, aunque no imaginé que serías mi Omega en la mañana cuando nos tropezamos.

—Si me di cuenta, pero no creí prudente que de la nada te dijera — dijo mirándola a los ojos.

Desde que la vio sus ojos le parecieron su perdición, estaba segura que podría verlos y no aburrirse por horas.

—Tienes razón, no sería bien visto — dije, ella me sonrió, dios, me va a matar.

Desvíe mi vista a otro lado, sentía el calor crecer en mis mejillas y una emoción en mi pecho.

—Oh Sannie, Estás sangrando.

—Cierto — dije mirando mi abdomen — no te preocupes, no es nada serio.

—¿Cómo me vas a decir que no me preocupe?, Vamos rápido, tenemos que tratar eso.

—No quiero ir al hospital — dije haciendo un puchero y cruzando los brazos.

—Dios, eres adorable, pero no vamos al hospital — respondió pellizcando mis mejillas.

—¿Y a dónde vamos a ir entonces?

XiaoLuaYue.

Una Familia, ¿de Mentiras? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora