Capítulo uno: El Encanto del Pueblo.

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El sol se ponía lentamente sobre Villa Esperanza, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados mientras las luces comenzaban a encenderse en las calles empedradas del pintoresco pueblo. En medio de la animada plaza, dos jóvenes, Karolina y Alexis, paseaban juntos con una conexión tan natural que parecían estar sintonizados desde siempre.

El aire estaba lleno de risas y chistes compartidos, una mezcla perfecta de complicidad y confianza. Karolina, con su cabello castaño claro (casi rubio) ondeando al viento, tenía una sonrisa encantadora que iluminaba su rostro, mientras Alexis, de ojos brillantes y mirada decidida, la acompañaba con una alegría genuina.

— No mames, mira que increíble, yo quiero un algodón de azúcar— Alexis dijo apuntando con su dedo hacia uno de los muchos puestos que se encontraban ahí. Karolina fijó su vista en el puesto y rodó los ojos luego de ver los algodones de azúcar con formas y colores.

— No manches, Alexis. Madura un poquito, por favor ¿Cómo te va a llamar la atención eso? Es para niños de 10 años.

— Uy que pinches amargada, ya mira, ya mejor ni te digo nada. Luego sacas tu lado mierdilla y me agüito— Karolina soltó una carcajada— Además, no me vayas a negar que también se te antojó— Alexis miró intensamente a Karolina esperando a que confiese.

— Tal vez un poquito

— Andale, ves, yo sabía. híjole, tu nomás por andar de criticona, de veras...

El pueblo se encontraba en pleno festejo, y la música y la algarabía llenaban el ambiente. Mientras paseaban, encontraron a sus amigos cercanos, Francisco y Alejandra, que se unieron a su alegre recorrido. El grupo de amigos formado por Karolina, Alexis, Alejandra y Francisco era inseparable, compartiendo risas, sueños y secretos como si fueran una pequeña familia.

— Hola niños, ¿Dónde estaban? Se tardaron un chorro, llevamos aquí esperandólos como media hora— Saludó con reclamos Alejandra.

— Ay diosito, que bueno que ya los encontramos, esta chamaca anda con el demonio dentro, no le paraba la boca criticando a todo el mundo. Hasta yo salí con mentada de madre.

Karo miró mal a Alexis al estar dramatizando todo.

— Pareciera que no la conoces—Francisco dijo con burla.

— Ay no, ya mejor vámonos antes de que se ponga de peor humor— Ale le susurró a Francisco y Alexis y se acercó a Karo— No les hagas caso, chiquita, son hombres.

Ale abrazó a Karo por los hombros y así se fueron caminando hasta el puesto de la madre de Karo.

— Ayy no mames que rico huele— Francisco se acercó hacia la comida.

— Sin groserías chamaco o no te voy a dar nada de comer— La mamá de Karo, Erika, le pegó ligeramente la mano a Francisco y Alexis cuando vio que querían meter la mano a la olla de los tamales— Saquen sus manotas de ahí si no quieren quemarse, ay Dios mío que desesperados— la señora se fue hacia otro lugar y Karo y Ale se pusieron en el lugar de ella, mientras los otros dos chicos todavía intentaban meter las manos.

— Shht— Karo les pegó en las manos de ambos— Ya escucharon a la seño- a mi mamá, no metan las manos. Hambriados.

— No pues como quien dice por ahí; de tal palo, tal astilla. Bien odiositas las dos— Alexis "susurró".

La mamá de Karo iba llegando con otra olla en sus manos.

— Te escuché, canijo. Ahora te quedas sin comer.

— No, no, no. No es lo que quise decir, perdóneme por favor— Alexis juntó sus manos en forma de súplica, casi se soltaba a llorar.

Francisco se comenzó a burlar de la desgracia de Alex.

— Ihhh, te chingaron por andar de hablador.

— ¿Qué te dije Francisco? Sin groserías, le voy a llamar a tu mamá, verás— Erika amenazó y Fran hizo como si tuviera un cierre en la boca.


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Los cuatro ya estaban sentados comiendo los deliciosos tamales de carne que había preparado la señora Erika. El ambiente era realmente bueno, los chicos se sentían bien. Hablando con sus amigos que eran como hermanos, comiendo una comida deliciosa y la música típica de México se escuchaba de fondo.

Alejandra y Francisco platicaban animadamente, los otros dos amigos también tenían su química, pero con Ale y Fran era diferente. Karo y Alex ya sospechaban que los otros sentían algo más que amistad, y que era mutuo.

— Míralos, míralos ¿Crees que se vayan a besar?— Karo susurró para Alex.

Ambos estaban vigilando a lo lejos a sus amigos, escondidos detrás de una mesa. Ale y Fran habían decidido dar un paseo luego de comer, "Para reposar la comida" según Francisco.

— No lo creo, Fran no se animaría— Contestó Alexis de la misma forma.

— ¿Y si Ale se anima?

— ¿Tú crees?— Alex responde con una pregunta y mira a Karo, haciendo que ella también lo mire.

— Yo digo que... Aguanta ¿A dónde se fueron?

Karo y Alexis comenzaron a buscarlos con la mirada por todas partes.

— Ya valimos madres.

Karo le iba a responder, pero escucharon un carraspeo detrás de ellos, ambos voltearon lentamente y se encontraron con Alejandra cruzada de brazos y a Francisco mirándolos con duda.

— No mames Alexis, córrele, wey.

Karolina y Alexis salieron corriendo esquivando a toda la gente o puesto que se atravesara. Alexis tomó la mano de Karolina para correr más rápido y que ninguno se perdiera.

Ambos llegaron hasta un árbol un poco lejos, recargaron sus espaldas contra el tronco, estaban recuperando el aliento.

— Eso estuvo cerca— Dijo Alexis entre jadeos.

— Saben que no pueden escapar ¿Verdad?— La voz de Francisco se hizo presente.

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En esa cálida noche de verano, el encanto del pueblo se reflejaba en sus rostros y en cada paso que daban juntos. Sin embargo, para Alexis, había algo más en esa magia que lo hacía sentir emociones que aún no comprendía del todo.

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2023 ⏰

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𝘝𝘰𝘺 𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘲𝘶𝘪𝘴𝘵𝘢𝘳𝘵𝘦 | 𝗔. 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗶𝘁𝘆 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora