¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— 🎧 !! 𝒍𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒏𝒐𝒓𝒓𝒊𝒔
creditos: @toms-gf en tumblr
El aire de la noche era frío en Londres, lo que te hizo arrepentirte de tu elección de vestimenta para esta noche mientras apresurabas tus pasos en la acera, con los tacones chocando contra el pavimento.
Habías decidido que esta noche iba a ser una noche divertida, tú y tus chicas iban a ir al club, tomar unas copas y pasar un buen rato, pero no. De alguna manera, terminaste varada en el club, sin que nadie viniera a buscarte ni te dijera adónde fueron.
Entonces, con el teléfono muerto, te dirigiste hacia el único lugar al que sabías cómo llegar: La casa de Lando.
Ustedes dos habían estado en una extraña etapa de "¿lo haremos, no?" durante el último año más o menos. él era con quien estabas más cerca. el que, sin lugar a dudas, te hizo sentir como un adolescente enamorándose de nuevo.
Giraste a la derecha, ignorando el dolor en tus pies cuando llegaste a los escalones de la entrada. el mclaren estacionado en el camino de entrada haciéndote saber que estaba en casa. Llamaste a la puerta y después de unos minutos sin ruido del otro lado, resoplaste.
Metiste la mano en la maceta del escalón y agarraste la llave de repuesto de la puerta principal. La pusiste en la cerradura y la giraste, dejando escapar un suspiro de alivio cuando la cerradura se abrió. Empujaste la puerta para abrirla suavemente y arrojaste la llave a la maceta antes de entrar.
Tus tacones hicieron ruido con fuerza sobre el piso de madera e inmediatamente hiciste una mueca antes de cerrar la puerta detrás de ti. Te quitaste los talones y te convertiste en un ciervo ante los faros cuando las luces se encendieron de repente.
—¿T/N?—preguntó Lando, colocando el palo de golf contra la pared. Le devolviste una sonrisa con los labios apretados.
—Lo siento.—dijiste.—las chicas se fueron del club sin mí, mi teléfono estaba muerto y tu casa era el único lugar al que sabía cómo llegar.
Frunció el ceño.—¿Caminaste ocho cuadras desde el club? ¿Sola, en la oscuridad y borracha?
Te mordiste el labio inferior.—sí, supongo que sí.
Se pasó una mano por la cara, tratando de luchar contra el pensamiento de todo lo que podría haberte pasado.
—Solo... por favor, llámame la próxima vez. No me importa dónde estés, qué hora es, nada. Siempre iré a buscarte.
Sus palabras hicieron que tu estómago se revolviera mientras te extendía su meñique, haciéndote sonreír mientras entrelazaba sus dedos. Él te acercó más, permitiéndote rodearlo con tus brazos en un abrazo.
—¿Me extrañaste?—bromeaste.
—Mhm.—dijo.—Definitivamente no extrañé que irrumpieras en mi casa.
