Capitulo 15

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—¿Qué haz dicho?

Yo... no puedo creer lo que acaba de decir, estoy muy confundido con esas palabras. ¿Cómo es posible que sepan de mí?

No no no no, no debes dejar que te abrume, eres un guerrero, debes mantener la postura, yo solo tengo qu-.

—Si sigues acomplejado con tus pensamientos puedo comprender, pero así es, sé quien eres y varios de los que viven en el inmenso jardín conocen tu historia y eso puede explicar que haces aquí, señor Nagitaba. —Dijo Guardián con una expresión muy serena.

De la nada otra vez me empezó a doler la cabeza, veía muchas cosas que ni las entendía bien ya que todas eran muy rojas, solo sentía dolor, pero no físico sino más bien interno, no sé como explicarlo, siento muchas cosas; ¿Tristeza? ¿Arrepentimiento?... ¡¿Por qué siento eso?!

Después de eso sentía que no me podía mantener de pie, pero no es momento, tengo que hacerlo hablar, que me diga todo lo que sabe.

—Me dirás lo que sabes, dime quien soy. —Mantuve mi espada siempre apuntando a él sin importar qué.

Pero solo me miró con esa frialdad en su rostro. El viento ondeaba entre nosotros, un silencio siguió por varios segundos y luego suspiró amargamente.

—¿En serio quieres que te diga?

—¡¡Habla de una vez!!

—Bueno, ya que quieres saber, está bien, hablaré. —Se dio la vuelta admirando el paisaje con su cabello ondeando por el viento.

Yo permanecí en mi postura, viendo su espalda listo para atacar en caso de que sea necesario.

—Procede. —Suspiré nervioso por las palabras que vayan a provenir de él ahora.

—Como tal no conozco mucho de ti, pero sí la razón por la que probablemente hayas llegado hasta aquí. Así es, tú eres Nagitaba, un samurái que perdió su honor, después de vagar por mucho tiempo te encontraste por casualidad con la gran lobo que resguardaba el conocimiento, lastimada por la reciente batalla y por alguna razón decidiste ayudarla...

Al momento mi cabeza dolía un poco, como si algo en mí quisiera salir, aunque a la vez se abstenía, era un ligero dolor que golpeaba con cada palabra que decía, pero debo mantenerme, debo hacerlo.

Alcé mi mirada, vi a Guardián adelante muy cerca de mí observándome con una cara de intriga que el solo verlo me hace enojar mucho, pero lentamente su rostro se deformó hasta mostrar una sonrisa de satisfacción que me dejó helado y no podía entender por qué.

—Entonces es cierto, tus memorias te atormentan.

—Eh... yo. —No encontraba palabra alguna que decir, toda mi mente estaba alborotada.

—¿Qué es aquello que quieres olvidar con tanto esmero? ¿Ese sentimiento de sentirte como un monstruo con correa? ¿El momento en el que la conociste a ella? O mejor aún. Saber que le haz fallado a esa lobo.

El dolor se intensificó mostrando todos lo recuerdos que ya había visto, la sangre, cuerpos, la sombra a la que me enfrentaba, la chica de color blanco, hasta que llegó a mí el recuerdo de aquella mujer con un cabello ondeante parecido a la madera. Mis pensamientos chocaban en mi cabeza, la tristeza, el dolor insoportable en mi pecho que me daba ganas de vomitar.

Todo se sentía tan horrible y no entendía lo que me sucedía, todo es rojo, simplemente rojo... ¿En serio yo?...

—¡¡No!! ¡¡Esos no pueden ser mis pensamientos!!

Me levanté rápidamente con una respiración agitada ante ese tormento, posicioné mi espada a pesar de casi tambalearme y lo miré otra vez.

—¿Y yo estoy mal, señor Nagitaba? —Preguntó mientras mostraba ese rostro sonriente y ojos apagados.

Ya no puedo soportar verlo, estoy tan molesto que solo quiero cortarlo en pedazos con mi espada y eso es lo que pienso hacer. Alcé mi arma por encima de mi cabeza listo para lanzar un corte descendente.

¿Eh? ¿Pero qué?... Cuando quise dar un paso, mi cuerpo no quería reaccionar, no avanza ni tenía fuerzas, me encontraba totalmente paralizado frente a ese tipo.

—Por lo que veo así son la cosas, samurái. —Sonrió de manera burlona ante mi comportamiento.

Se acercó aún más en un paso lento y moderado con un aura de tranquilidad, llegó hasta mí viéndome cara a cara.

No importaba cuanto quisiera atacarlo, simplemente no era posible para mí. No entendía muy bien esta situación y tampoco me importaba, ¡¡solo quiero despedazar todo su cuerpo!!

—Si quisieras recordar quien de verdad eres. Se lo hubieras pedido a aquel te detiene, es Dievs ¿no?

Un nudo se hizo en mi garganta al escuchar eso, ¿Dievs seguía aquí? Pero sus palabras me llenaron de incertidumbre.

¿Yo pedirle que me ayude a recordar?... ¿Eso era posible?

—¿A qué te refieres?

Ya el momento se volvió muy confuso para entender, no comprendo lo que sucede con claridad, mis pensamientos de duda y rabia se entrecruzan entre sí creando una neblina en mi mente sin dejarme pensar que quiere decir con sus palabras.

—¿No lo sabías, samurái? Tal vez tenga sus limitantes, pero estoy seguro que él pudo haberte ayudado más que nadie y de una mejor manera.

—¿Qué?

—¿No logras entender? Desde el principio te pudo haber traído tus memorias, pero veo que solo decidió manipularte, aunque eso explica como haz llegado hasta aquí.

Me quedé helado con sus palabras. No hallaba explicación, habló con seriedad y no parece estar mintiendo, eso quiere decir qué. Yo...

Guardián de un momento a otro reflejó en su rostro una expresión vacía, no mostraba ni las mínima pizca de emoción. Se movió hasta donde se encontraba la comida y agarró una botella que se encontraba ahí junto a un pequeño vaso que llenó, después lo bebió al instante, a lo ultimo dio un suspiro lleno de amargura sin dejar de mostrar ese inusual comportamiento.

—Esto ya me está pareciendo una molestia. —Dijo con un tono brusco y desalentador.

Se volteó nuevamente a ver el paisaje que nos rodeaba.

—Sabes samurái, pensaba en hacer algo contigo, pero no te detendré, no tengo nada contra ti. Eso sí, no te quiero ver en mi zona, al norte hay una puerta a otro lugar, vete porque ni me interesas.

Me miró con una sonrisa cortando un poco de la corteza del árbol rosa que al momento empezó a... ¿sangrar? La escena me hizo temblar sin razón aparente. Así él se fue caminando por el sendero hasta desaparecer en la infinidad de árboles.

Finalmente mi espada cayó en la tierra golpeando con fuerza, quería levantarla, pero no pude, me encontraba tan aturdido que siento todo muy extraño, me sostuve del árbol y sentí como líquido recorrió mi mano ante una rara sensación.

Y en el instante sentí un abrumador deseo de querer vomitar, fui atrás donde se encontraba un pequeño estanque en el que no pude soportar e hice eso.

Solo debo.

Solo debo.

En mi cabeza un sentir horrible era imposible de soportar, no importa a donde viera, veía la sangre correr de los árboles, brotar del suelo, de mis manos, como goteaba desde mi rostro e incluso... en el estanque.

Y en el fondo de todo aún veía la figura de aquella mujer, sonriéndome a pesar de toda la sangre, observando felizmente en mi dirección.

¡¡Ya basta!! ¡¡No soporto esto!! ¡¡Estas no pueden ser mis memorias!!

Golpeé el suelo con todas mis fuerzas y traté de controlar mi respiración. No me puedo dejar dominar por eso, soy un guerrero, por lo tanto debo seguir, no importa qué o cómo, ya no quiero saber nada de todas las cosas extrañas que están aquí, tengo que salir cual sea el costo.

—Nagitaba. —Se escuchó una voz.

Alcé mi mirada sorprendido al escuchar a alguien, viendo como ahora el lugar ya era normal. Aunque aún más importante.

—Esa voz... ¿Dievs?

Black GardenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora