Chapter 19

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“Sweet Waters”

— ¿Cómo me veo?

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— ¿Cómo me veo?

Alyanna levantó la vista de los papeles que tenía enfrente, dejando la pluma de escribir sobre la mesa para poder mirar a la joven de cabellera dorada. Astrid traía puesto un vestido de color azul pálido, con detalles de escamas rojas en el interior de las mangas sueltas. Era un vestido similar a los que Lady Catelyn solía usar, con la diferencia de que tenía en su totalidad los colores Tully y no los Stark como la dama de Winterfell solía poseer.

Un detalle atrevido de Lord Edmure Tully, en lo que a Alyanna le concierne.

Hacía ya unas semanas que habían llegado a Aguasdulces la casa ancestral de los Tully, por el funeral de su anterior Lord Hoster Tully. Un castillo maravilloso en lo que a ella respecta, no había logrado recorrerlo como corresponde ya que, desde su repentino nombramiento como mano del rey, había estado colmada de trabajo. La situación en el norte era precaria, aunque Robb se niegue a admitirlo; el invierno estaba cerca y la comida escaseaba ahora que intentaban independizarse. Habían perdido Winterfell a manos de los hijos del hierro y Lord Bolton aún no daba señales sobre una recuperación de sus tierras. Las tierras al noroeste eran asaltadas por más isleños de Pyke, y sus señores exigían atención.
La guerra traía muchos más problemas por sí sola, el campamento cayó en sus manos y aunque ella fue muy bien educada por el maestre Luwin y Ser Rodrick, manejar a todo un ejército de norteños cansados, hambrientos, con sed de venganza y anhelando sus hogares no era fácil.

Agradece que sus soldados con el tiempo hayan aprendido a respetarla, aunque más que eso ahora parecían adorarla y si bien ese cariño era bien recibido; a veces podía ser asfixiante.

Ella ni siquiera sabe en qué momento el mundo se dió vuelta y ahora al parecer ser una bastarda no es impedimento para que los grandes, y pequeños, señores del norte comiencen a competir por su mano como si fuera una princesa (valga la redundancia). Ni siquiera sabe cuándo comenzó a recibir las cartas de los señores que no se encontraban presentes en el campamento donde les ofrecían las manos sus hijos menores, luego de sus segundos hijos, y aunque al principio parecieron reacios terminaron por ofrecer a sus primogénitos. Aly por supuesto los rechazaba con educación, pero eso no hacía nada por bajarle los ánimos. El problema fue cuando los señores que si los acompañaban en el campamento se enteraron de las cartas, y prácticamente lanzaban a sus hijos y caballeros renombrados con la intención de conquistarla. Claro que nada de esto fue comentado a su rey, porque ella estaba segura de que Robb habría cortado cualquier intento de cortejo, incluso sus señores lo sabían y actuaban en silencio a sus espaldas como pequeñas ratas en busca de migajas.

Para ella era un halagó ser tan codiciada, pero gracias a eso se vio obligada a huir de todos manteniéndose dentro de su habitación designada para evitar tener que salir al campamento fuera del castillo.

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