Capítulo 26. Insuficiente.

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La noche era refrescante, sentí el peso de Zey en mi pecho y escuchaba sus ligeros sollozos, había estado teniendo problemas para dormir, pero al fin se estaba cansando, parecía que se quedaría dormida dentro de poco, mientras yo sentía que mi fuerza me abandonaba.

Escuche al piso de madera crujir a mi lado, Koen se arrodillo a mi lado, sirvió un poco de vino en una copa y lo acerca a mi.

— ¿No puedes dormir?—pregunte y Koen asintió.

— Peleaste con Amber otra vez— recordó Koen, tenía la mirada baja.

Cada día de esta última semana, había intentado hablar con Amber, pero las palabras no me salían correctamente o ella se negaba a escucharme. Koen había alejado a los niños cada vez que la paciencia de Amber se acaba y me gritaba. No mentiré, estoy orgulloso de ella, la Amber que conocí en la villa, que estaba bajo un marido agresivo en condiciones indignantes de vida y bajaba la mirada cada que le hablaba un hombre, es una persona totalmente diferente a la que tengo ahora durmiendo en la habitación de al lado. Si, cuando ella me grita y se altera, sus manos tiemblan y hay ocasiones en las que la fuerza abandona sus pierna, cuando hago un movimiento repentino se encoge y a veces la escucho llorar en su soledad; pero no es la misma mujer que fue antes. Sonríe, goza de la vida, va y viene cuando desea... si tan solo Tuli hubiera vivido, si lo que paso no hubiera sido. Ellas dos se podrían quedar aquí y vivir plenamente juntas, criando a Roble y siendo tan felices como ellas quisieran. Pero no estuve atento... no fui lo suficientemente Comprensivo y no vi el dolor en alguien que estaba tan cercano a mi o si lo vi, pero no hice nada.

Nunca hago nada, nunca consigo llegar a tiempo.

Paso mis dedos por el cabello de Zey y beso su cabeza, Koen mira mientras paso a tomar un trago de la bebida y luego me hundo mas en las escaleras donde estoy sentado, en el exterior de la casa puedo ver el cielo... pero no las estrellas. Las tengo memorizadas, así que a veces finjo que puedo verlas, la realidad es que hay un lienzo negro frente a mí.

— Las estrellas son muy lindas hoy— me dice Koen, le creo.

— Bien, bien...

— Esco.

— ¿Sí?

— Cuando este mundo caiga... ¿Qué pasara con las estrellas?—la pregunta duele. — ¿Qué pasara con Amber y Roble?

No tengo una buena respuesta para eso. Golpeo despacio el escalón, justo a mi lado y Koen se acerca rápido. Espera una respuesta, pero en su lugar lo guio para que recargue su cabeza en mi hombro.

— Encontrare...— quiero prometer, pero no puedo. — intentare encontrar una solución...

No es suficiente, pero es lo que puedo ofrecer. Duelen estos días, no hay mucho por lo cual reír o sentir alegría. Puedo sentir la pesadez de mi cuerpo, Nenhum ha exigido más de lo que pensé que seria en un principio pues resulta que la corrupción de este mundo es demasiado pesada, el Dios de aquí debió morir en una gran angustia. Es una lástima, pero en este momento no puedo sentir lastima por un Dios caído, es más importante pesar en una manera de evitar la destrucción de este mundo.

"No puedes salvarlos a todos" es la frase que me ha estrangulado por siempre y para mi se traduce como un: eres tan inútil que jamás consiguió nada en su vida. Siempre luchando por los demás, siempre entregándolo todo, pero sin resultados. Lo peor es que por mas que me repito que esto es una pérdida de tiempo, sigo intentándolo.

Una y otra vez, lo intento todos los días, cada una de las mañanas en las que despierto trato de ser indiferente, trato de alejarme de las creencias con las que crecí, olvidándome de todo aquello por lo que luche y trato de enfocarme en mí, recordar que no importa cuando lo intente, siempre voy a fracasar.

Esco: El Vagamundo Qué Adoptó A Una NiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora