Capítulo 60.5

6 2 9
                                    

—¡Aquí, come! — las palabras de su padre son amables.

Pero las palabras son lo que hace que el estómago de Koen se retuerza.

No le gusta pensar en eso, pero no puede evitarlo, los recuerdos le persiguen día y noche. Hay noches que necesita caminar lejos en un intento de escapar de los malos recuerdos, cuando está en casa de Nidia, busca escondites, pensando que algún día llegarán para llevárselo. Ha encontrado escondites muy buenos, como el árbol hueco en las parcelas o sobre las vigas de la habitación de invitados. Pero esconderse no sirve de nada cuando buscas escapar de tu mente.

Nidia cuida mucho sus palabras y se ha convertido en una dulce compañía, él ve a Amber y Nida como hermanas mayores, pero son muy diferentes. Amber tiene una conversación amena, sabe que puede hablar con ella de todo y será bien recibido, pero ella tiene una ira encapsulada que a veces tiene fugas, sabe de lo que es capaz y sabe que no tiene miedo, así como sabe que ella tiene una sed de venganza que no puede apaciguar, por ello no habla de aquel tiempo tan oscuro que pasó encerrado. Nidia por otro lado, jamás lo fuerza a decir nada, con una mirada sabe cuando Koen necesita un descanso.

En el último año, ellos dos se han entendido en silencio, Nidia tiene una granja y por supuesto hay animales ganaderos en el sitio, la primera vez que Koen estuvo en los establos, no lo dijo, pero la vista que tenía le aterraba, no sabe como es que Nidia entendió lo que pasó y jamás lo obligó a ir al sitio, en cambio le propone dedicarse a la agricultura. Debían sentir una conexión sin necesidad de palabras, pero no era lo que Koen necesitaba, él necesitaba palabras y ella casi no habla, pero sus amigos sí que lo hacen.

—Te pareces mucho a Nidia— dijo una de las amigas de Nidia, Carol. Ella es amable y sonriente, tiene el cabello largo y negro, pero también tiene unos ojos color violeta muy interesantes.

Koen se ha visto al espejo muchas veces y lo cierto es que no hay una sola similitud entre ellos, pero eso no evita que sienta cálido en el corazón, le gusta parecerse a su hermana mayor.

—Eres tan callado como ella solía ser— sigue Carol. —Al principio pensé que ella necesitaba mucho cariño para que soltara la lengua, pero no. Ella solo es silenciosa.

—Carol...— advierte otro amigo de Nidia, Ophir se llama. Él es alto, fuerte, pero calmado, tiene el cabello rojo y ojos marrones.

La nombrada sonrió en dirección de su amigo. —También me recuerda a ti, Ophir. ¿Recuerdas lo difícil que era hacer que comieras?

Hay un murmullo de parte del chico antes de girarse para seguir buscando el control de la televisión.

—Koen— le llama Carol. —Estoy segura de que si necesitas ayuda para comer, Ophir te puede ayudar, paso por algo parecido a ti.

—Carol...

—¡Bien, bien! no presiono.

Nidia, Carol, Amber y los bebés habían ido a comprar algunas cosas para la cena, era raro que Koen se quedara solo, pero Ophir había asegurado que podía cuidar al chico por unos momentos.

—Nidia me dijo que te preparara algo ligero— habló Ophir mientras salía de la cocina con fruta picada bañada en miel. —Aquí está, come— pidió antes de sentarse al lado de Koen con un libro en su mano.

No había brusquedad en las palabras de Ophir, pero Koen había escuchado muchas veces esa misma frase y no obedecer le cargará un castigo severo.

Debía comer deprisa y absolutamente todo si no quería ser castigado. Terminó la fruta sin masticar mucho. Ophir apenas se dio cuenta de esto, no prestó demasiada atención, mientras el plato estuviera vacío, debía estar bien, pero Koen sabía que no era así, debía comer más si no quería ser castigado, se levantó del sillón para ir a la cocina.

Esco: El Vagamundo Qué Adoptó A Una NiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora