Capítulo 5. En la boca del dragón.

19 3 3
                                    

Cuando te encuentras con un dragón, tu corazón se acelera, sientes que estas en la cima del mundo después de haber pasado un acantilado. Una vez escuche que alguien llamaba a este fenómeno: "Borde de la cima" pasa cuando te encuentras con una criatura magnifica, pero eres tan insignificante que esta ni siquiera te ve como algo digno de matar, eres como una hormiga a su lado. Te sientes bien porque sobreviviste a lo que muchos no lo hacen, pero te sientes como una motita de polvo.

¿Qué haces cuando estas en esta situación? He escuchado que muchos van a embriagarse, otros se apresuran a tener sexo, también hay quienes tienen que tomarse un tiempo para salir del shock.

Me aferro a las caderas de Zey, hundiéndome en ella tan rápido como puedo, trato de escuchar sus jadeos con atención, esperando que aquellos pequeños sonidos que salen de ella me desconcentren y que el latido apresurado de mi corazón sea por el esfuerzo actual y no por la adrenalina de presenciar estar frente a un dragón.

—Esco...— hablo Zey mientras enredaba sus piernas a mi alrededor. —Duele.

Ante esa palabra me detuve de golpe. Esperando no haberla lastimado, me aparte lentamente, ella soltó un quejido mientras se aferraba a mí con sus extremidades.

—Esco— volvió a pronunciar mi nombre, podía ver su pecho elevarse y descender con irregularidad. Pose mis manos a sus lados, tratando de concentrarme en algo, evite mirarla a los ojos. —Esco— Zey repitió por tercera vez, tomo mi rostro con sus finos dedos, guiándome para posar mi mirada en ella.

—Zey— la imite.

—No es que no me guste, pero necesito un respiro— se explicó.

Sin saber que responder con palabras, intente volví a retirarme, pero en cuanto se dio cuenta, Zey ajusto su agarre con sus piernas haciéndome dar una estocada, perdí el equilibrio y casi la aplaste.

Ella mantuvo la mirada en mí.

—¿No acabas de decir que duele?

Ella se carcajeo mientras nos hacia girar, quedando ella sobre mí. —Déjame guiar— ordeno recorriendo sus manos sobre mis hombros.

Zey era extrañamente confiada en sí misma, casi parecía que sabia lo que todos pensaban. No se complica, hace lo que quiere y los demás poco le importan; es cómodo estar con ella porque se que en cualquier momento se levantara y se ira de mi lado.

—¿Cuál es tu plan? —pregunte, contemplando como ella pasaba un trapo húmedo por su piel.

Levanto la cabeza, su cabello se movió como un látigo.

—¿Mmn?

—Esto es todo para mí, me iré mañana por la mañana... pero tengo curiosidad, ¿Qué harás a partir de ahora?

La frente de Zey se arrugo. —¿Qué? ¿Cómo que te vas? ¿No estabas investigando?

Tal vez me equivoque, tal vez ella no es de las personas que se van tan fácilmente.

—Estuve aquí por negocios, encontré al dragón y eso me ha arruinado el trabajo. Tendré que volver para explicar a mi cliente por lo ocurrido.

Zey no parecía decepcionada o triste, las arrugas en su frente mostraban una angustia que no comprendía. Me senté a su lado, querido examinar de cerca sus reacciones.

—Es una lástima, me estaba acostumbrando a tu presencia...— dijo borrando toda expresión negativa de su rostro.

—Zey— murmure, sabiendo que me estaba mintiendo.

—Tengo que ir a trabajar— esquivo y yo no la detuve porque ella no es mi responsabilidad.

Seguí mi día, durmiendo un poco y preparándome para volver al Punto de Inicio.

Esco: El Vagamundo Qué Adoptó A Una NiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora