Capítulo 17. Elegir y enseñar.

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Después de un mes en esta villa, aprendí muchas cosas.

El dueño de la granja se cogía a cualquiera que le diera acceso; decía que era por despecho, que extrañaba demasiado a su mujer.

Aprendí que la matrona cuidaba a todos los niños huérfanos de la villa y por eso siempre trataba de mantenerse embarazada, así podría producir mucha leche para todos. Raro.

La hija del sastre mato al hijo del pesquero cuando este intento violarla.

Nenhum aprendió a meterse a mi cabeza para sacarme recuerdos a la fuerza.

A las sirvientas de la granja eran "las chicas" del dueño y muy felices también decían ser las concubinas.

Koen nunca tuvo una figura paterna que le enseñara sobre la vida y terminaba cayendo constantemente en un intento de ser apreciado.

Y por último aprendí que nombrar a un bebe era mucho más difícil de lo que parece.

Al principio me negué rotundamente, Koen hablo de la importancia de los nombres, yo sabia que si nombraba a esta pequeña me iba a terminar encariñando y cuando fuera hora de buscarle un nuevo hogar, seria imposible despegarme. Ya me es difícil despegarme de la pequeña. Pero ¡TODOS! En la maldita villa son tan tercos como las multas que montan.

Enseñar a Koen sobre reparar cosas era tedioso, aburrido, repetitivo y tardado, casi podía durar el doble en una tarea por enseñar al muchacho a hacer las cosas, cosa que me hacia durar menos tiempo con la niña. Era miserable mientras fingía que no agonizaba.

— Salmon— dijo Koen de la nada y yo mire.

— No se va a llamar Salmon— asegure mirando al niño mientras enredaba el alambre para la cerca.

— Hay niños que se llaman Azul, el Salmon es un color mucho mas lindo que el insípido azul— aseguro el muchacho.

— No, es no— temo por el IQ de este niño. — No tengo problema en que quieras nombrar a la niña pero no puedes solo elegir basado en algo que te gusta.

— ¿ah no?— pregunta al terminar de enredar el alambre y continuando al siguiente poste. Había tardado un rato explicando como hacerlo y ahora se niega a que le ayude. — ¿Por qué te llamas Esco?

— Así me puso mi Diosa— hable.

—Pero no siempre te llamas así, a veces tienes otro nombre— hablo Nenhum en mi cabeza.

— ¿Me permites? Estoy tratando de tener una conversación aquí— me queje con el mundo, literalmente.

Koen, que no escucha la voz de Nenhum solo me vio extrañado por un segundo. —Pero significa algo, ¿no? He visto a padres nombrar a sus hijos con significados que les gustan.

Jamás me detuve a pensar si mi Diosa tenía en mente algo especifico cuando me nombro. Soy Esco porque soy un Escorpio, eso era todo, pero es cierto, los padres suelen pensar en nombres lindos.

— Antes de ser un vagamundo, tenia una madre, Rose, se llama, era una curandera. Me llamo Arien. Ese fue mi nombre toda mi infancia, luego volví a ser Esco.

— ¿Volviste? —pregunto Koen, pero en ese momento le hice volver a trabajar. — Arien es un nombre extraño, ¿Qué significa?

Me encogí de hombros. — Fue el nombre del primer amor de Rose y yo fui el primer niño que acogió.

— ¡De ahí sacaste eso de adoptar niños, que lindo! —grito Nenhum provocándome un mareo que casi me hace regresar mi comida.

— Entonces puedes hacer algo así, ¿Cuál fue el nombre de tu primer amor? —sugirió Koen.

Esco: El Vagamundo Qué Adoptó A Una NiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora