Capítulo 10, Alain (Editado)

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Nochebuena se abalanza y con ella las compras necesarias para que los pequeños tengan un regalo el día de Navidad

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Nochebuena se abalanza y con ella las compras necesarias para que los pequeños tengan un regalo el día de Navidad.

Los nervios me envuelven por completo desde que esta mañana mi madre me dio la impactante noticia.

—Hoy cenaremos con los Lordvessel. Ya que Leo y su abuela han sido dados de alta, nos han invitado —dijo, recogiéndose el pelo en una coleta. Pensé que estaríamos con Lira, pero ella no puede salir del hospital y no es un lugar adecuado para los niños—. Así que, como trabajaré hasta las siete, es mejor que compres tú los regalos de los pequeños y unos detalles para ellos.

Nunca se me pasó por la cabeza que podría regalarle a Leo. ¿Qué le gustará? Recorro las pequeñas tiendas del pueblo. Compro los juguetes de mis hermanos mucho más rápido que cualquier cosa porque sé de sobra qué es lo que quieren. Para los padres de Leo escojo unas figuras de cristal de unos búhos y a la abuela unos moldes para hacer galletas y magdalenas.

Finalmente me tropiezo con algo que me llama la atención en la tienda de antigüedades Northwood: un colgante con forma de espada que descansa en una caja de terciopelo; tiene una diminuta piedra ambarina en medio de la empuñadura. El color de la piedra es exactamente igual a los ojos de Leo y de pronto quiero que ese colgante sea para él.

Para cuando regreso con las compras tengo el tiempo justo para asearme y prepararme.

¿Le dolerá verme? ¿Se acordará algo de mí?

Estoy tan nervioso que no sé cómo voy a aparentar normalidad enfrente de él. Sé que debería hacer todo lo posible para tenerlo a mi lado, pero, ¿y si me rechaza? No quiero ser solo una piedra en su camino.

Me visto con una camisa algo arrugada de color blanco, acompañada de unos vaqueros desgastados. Sacudo mi cabeza revolviendo mi cabello húmedo.

El miedo me atraviesa.

Si Leo llegara a olvidarme para siempre, no podría resistirlo.

Miro mi reflejo en el espejo, buscando fuerzas para afrontarlo.

El reloj de la sala marca las ocho con sus campanadas. La hora en la que tenemos presentarnos en casa de los Lordvessel pero mi madre todavía no ha llegado. Arreglo a mis hermanos, limpio de sus mejillas las manchas de las chucherías que se han comido a escondidas. Las ocho y cuarto. Decido ir sin mi madre para no ser descortés.

Timbramos un par de veces, con mis pequeños hermanos revoloteando tontamente a mí alrededor.

—¡Quietos! —grito justo en el momento en el que se abre la puerta. Sus ojos dorados me miran con curiosidad, medio escondido detrás de la puerta. Veo sus suaves labios mojados y tengo ganas de besarle, olvidarme de la cena. Pero no puedo tener esos pensamientos ahora—. Hola, soy Alain Ream, el vecino. Ellos son mi hermana Daina y mi hermano Ray.

Intercambian saludos antes de dejarnos pasar. Mi brazo roza sus dedos, que sujetan la puerta, y me estremezco imperceptiblemente. Quiero que me vuelva a tocar.

El arroyo de los cardenales rojos (BL 🌈 Completa, editada sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora