_ ¡Buenas buenas! _ dije.

Todos los presentes voltearon y, automáticamente, se levantaron de sus asientos, acercándose a mi hermano y a mí. Aunque era costumbre escuchar una gran cantidad de saludos entrelazados con gritos y brazos abiertos, esta vez el ambiente permaneció en silencio. Únicamente se vivió el acercamiento pasional de cada uno, buscando un fuerte abrazo que intentara contener los nervios con los que deberíamos lidiar en los próximos días.
Los pilotos éramos sumamente unidos; muchos de nosotros habíamos estudiado juntos desde muy jóvenes, y todos compartimos la pasión por la velocidad y las alturas. Nos dividían en escuadrillas, y con Maxi teníamos una estrecha afinidad con los pilotos de la escuadrilla número 5, que ambos compartimos. Entre ellos se encontraban el Capitán Genaro Suárez y los hermanos Juan Marcos Balbuena y Franco Balbuena. Estos últimos representaban la competencia y rivalidad absoluta para nosotros en las prácticas de la escuela de vuelo de la Fuerza Aérea. Sin embargo, la organización decidió que compartieramos escuadrilla para que pudiéramos conocernos mejor, y resultó ser una decisión sumamente acertada. Personalmente generé un gran vínculo con Franco, mientras que Maximiliano se llevaba muy bien con Juan Marcos.

La noche caía y conversábamos, esperando la llegada del Brigadier General Bayerque, quien nos asignaría las primeras misiones y las condiciones de vuelo para los próximos días. La tensión y la emoción se mezclaban en el ambiente, mientras todos se preparaban para enfrentar los desafíos que les deparaba el destino en la guerra que había estallado en las Islas Malvinas.

_ Y llegamos con Maxi y no pasaron ni cinco minutos que un Harrier ya tiró una bomba en la pista _ les conté a mis compañeros de escuadrilla mientras estábamos sentados en ronda tomando mates.

_ Si, ayer llegamos a la tarde con los Balbuena y como a las 4 de la mañana recibimos la alerta roja _ contestó Genaro.

_ ¡Buenas noches señores!_ dijo el Brigadier Bayerque acompañado del Comodoro Figueira, mientras nos acomodamos en los asientos y mirábamos al frente.

Llegaba el momento de recibir las órdenes. El silencio y la incomodidad volvían a reinar en el ambiente. En el pasado, este era mi momento favorito, pues se nos asignaban prácticas que debíamos llevar a cabo en las alturas. Pero en esta ocasión, aquellas prácticas se habían convertido en misiones y en mi mente, no paraba de dar vueltas el constante pensamiento e incertidumbre sobre la posibilidad de no volver a la base. Todos éramos excelentes pilotos, pero no éramos perfectos. A cada uno de nosotros se nos vino a la cabeza cada error que cometimos en las prácticas pasadas. Errores que si cometíamos esta vez, iban a ser letales.

_ Primero que nada, deseo agradecerles por su valor y disposición en este momento tan crítico que está enfrentando nuestro país _ dijo el Brigadier Bayerque en el intenso silencio de la sala. _ Comencemos. La Fuerza Aérea Británica como muchos de ustedes saben, dispone de aeronaves Harrier y helicópteros Sea King y Wessex. En cuanto a la artillería, por el momento hemos deducido que tienen en su poder misiles AIM-9 Sidewinder y AIM-120 AMRAAM.

Nos mirábamos unos a otros con preocupación. El equipamiento británico era de una tecnología sumamente avanzada. Tanto las aeronaves como los proyectiles eran de última generación. Aunque el Brigadier Bayerque no lo mencionaba, era innegable que Argentina estaba en suma desventaja. Éramos conscientes de que debíamos encontrar el balance entre la inferioridad tecnológica y nuestra capacidad humana para hacer frente a los ingleses.

_ Nuestro primer objetivo será en la bahía San Carlos. Atacaremos el día 21 de Mayo. El Comodoro Figueira dará a conocer las escuadrillas para la siguiente misión. Muchas gracias y buena suerte. _ finalizó su relato y se retiró el Brigadier Bayerque.

El Comodoro Figueira comenzó a leer las escuadrillas que intentarían avanzar hasta la Bahía San Carlos en los próximos cinco días. Esperábamos ansiosos a escuchar nuestros nombres, sintiendo una extraña mezcla de emoción por conocer a nuestros compañeros de misión. Pero en nuestras mentes, surgía la angustiante posibilidad de ser testigos en los cielos de un posible ataque enemigo y, en el peor de los casos, la devastadora pérdida de uno de nuestros compañeros.

_ ...escuadrilla número 5, permanece sin modificaciones: el capitán al mando será Genaro Suarez. Tenientes a cargo son Balbuena Juan Marcos, Balbuena Franco, Haro Maximiliano y Haro Ezequiel. _ mencionó el Comodoro Figueira viendo cómo todos los integrantes de la escuadrilla número 5 compartimos miradas. _ ...prácticas 8 am después de la escuadrilla 3. Primer grupo: Franco Balbuena, Juan Marcos Balbuena y Capitán Suárez. Segundo Grupo: Maximiliano y Ezequiel Haro.

Mi hermano y yo, deberíamos hacer las prácticas en solitario, sin nuestro capitán a cargo. Por un lado, esto despertaba una pequeña preocupación, ya que significaba que posiblemente en la misión deberíamos volar de la misma manera. Sin embargo, por otro lado, Maxi y yo nos conocíamos a la perfección; después de tanto tiempo, volar sin las normas de un superior podía ser un alivio en la toma de decisiones rápidas.


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