➼ Capitulo dos.

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Zabdiel tecleaba unos informes en su computador mientras Johann ordenaba unos papeles

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Zabdiel tecleaba unos informes en su computador mientras Johann ordenaba unos papeles. La puerta de su oficina fue abierta y elevó la mirada divisando a su siempre sonriente secretaria.

— Señor De Jesús... Lo buscan.

— ¿Quién?

— El chico de las ocho... Él está aquí — le dijo Megan

— Déjalo pasar — ordenó y Megan asintió saliendo de la oficina.

— Se amable, por favor — Johann le pidió, mientras que se paraba de la silla dejando los papeles que había ordenado, perfectamente acomodados en el escritorio de su mejor amigo.

— No porque sea un conocido tuyo yo seré amable — dijo firme — Tu serás mi mejor amigo, pero no cualquiera puede ser mi asistente.

— Sólo comportarte — Johann rodó los ojos — Me voy — dijo y salió de la oficina.

De Jesús siguió con lo suyo. Estaba apuntó de levantarse pero el sonido de la puerta de alguien tocando lo detuvo. Y fue ahí que cierta aroma a manzana acaramelada le llamó la atención le llamó la atención, rápidamente su lobo se alteró y aullaba completa felicidad mientras meneaba su cola de un lado al otro.

Ese aroma... Aquél aroma lo podía alcanzar a oler a través de la puerta. Frunció el ceño y regañó a su lobo por alterarse de tal manera.

La puerta de su oficina es abierta y observa detenidamente al portador de tan maravilloso olor, hasta posar sus afilados ojos en un delgado chico de cabellos castaños y orbes grandes.

Por su lado, Christopher observa el lugar con asombró, todo se veía tan caro que temía tropezar y romper algo. Así que con sumo cuidado camina por la enorme oficina.

— Buenos días — Christopher saluda educadamente.

— Llegas un minuto tarde — responde el alfa recomponiendo su postura e ignora por esta vez la mala mirada y el puchero que el omega le dio— Toma asiento — señala la silla frente a su escritorio.

— Lo siento yo-

— Si, como sea no me importa tu excusa barata — le interrumpió — Vamos al grano. El trabajo es fácil, tienes que asistirme en todo y sin rezongar.

— Entiendo...

— Es imposible que desperdicies está oportunidad — comenta con soberbia.

— Entonces... ¿Tengo el empleo? — preguntó con duda.

— Lo tendrás una vez hayas firmado el contrato — Zabdiel le extendió un papel y bolígrafo.

Christopher observa el papel detenidamente por varios segundos, para después tomar el bolígrafo y firmar sin pensarlo nuevamente.

Después de todo, nada podría salir mal.
Nada podría ser peor para él.

Todo sea por mi hijo. Pensó al extenderle nuevamente la hoja al alfa con su firma ya puesta allí.

Stupid BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora