➼ Capítulo tres.

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El cielo había pasado de una eternao tranquilidad a una gran e inquietante guerra en contra de los simples mortales en la tierra, las enormes nubes cubrían por completo lo que alguna vez fue un hermoso océano azul flotante

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El cielo había pasado de una eterna
o tranquilidad a una gran e inquietante guerra en contra de los simples mortales en la tierra, las enormes nubes cubrían por completo lo que alguna vez fue un hermoso océano azul flotante. Algunas gotas comenzaban a caer y golpear suavemente los techos de las casas que rodeaban un lindo y viejo vecindario.

El joven padre muy apenas había logrado
alcanzar a preparar el desayuno de su
pequeño y amado hijo, eso sin contar que se duchó y arregló lo más rápido posible porque para su muy mala suerte se había quedado completamente dormido.

Maldijo por quinta vez en voz baja para
después de despedirse de su tesoro y su querido cuñado quien recientemente había llegado para cuidar a Zayn. Tomó su termo de café y suspiró viendo la ahora pequeña llovizna y formando una mueca con sus labios en el momento exacto que notó lo amargo del café. Había olvidado el azúcar, pero ese era el menor de sus problemas.

Suspiró nuevamente casi derrotado y salió
despavorido en busca de un taxi para poder llegar lo más pronto y rápido posible al trabajo, no podía llegar tarde... O bueno, más tarde. ¡Era su primer día! y ya había roto la primera regla que le había impuesto su amargado jefe.

Christopher suspira aliviado en el momento que sus pies pisan la entrada del gigantesco edificio en donde trabajaba y al entrar saluda educadamente a Megan, la amable secretaria que lo había atendido ayer.

Nuevamente aliviado subió al ascensor,
su jefe aún no había llegado y en menos
de un minuto ya se encontraba en el piso
correspondiente. Entró a la oficina y
inmediatamente comenzó a arreglar el no
tan desordenado lugar. Y cuando finalmente terminó se sentó en su silla a esperar al alfa.

Su jefe llegó luego de uno díez minutos, y
Christopher se paró con pesar para saludar al ogro del alfa, pero este simplemente se quitó su saco y se lo aventó al rostro. Importandole muy poco el ser amable con su nuevo asistente.

"Paciencia, Christopher, paciencia."

— Tráeme un café y que sea rápido que no estoy de humor, Vélez — ordenó el alfa dejando a un Christopher maldiciendo por lo bajo y asintiendo a regañadientes.

Suspiró y lanzó el saco de su jefe por algún lugar de la oficina, Importandole muy poco la mirada con reproche del alfa. Bajó en busca de Megan para preguntar por el tipo de café que bebía el alfa, pero no la encontró.

Dió otro fuerte suspiro y se dirigió a la
cafetería, pidiendo así un café americano con azúcar extra, pues para él su jefe realmente necesitaba algo dulce que le quitará el exceso de amargura que se cargaba en el cuerpo.

Una vez listo el café, subió nuevamente hasta la oficina del alfa, tocó la puerta pero nadie respondió así entró pensando que su jefe no se encontraba en la oficina.

— No te permití que pasaras — dijo el alfa tras él.

— Toqué la puerta, no respondió. Así que eso ya no es mi problema, su café está aquí.

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