▪️Duquesa De Montenegro▪️

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Capítulo 1

Un hombre se bajaba de un carruaje emocionado, con una tarea importante de cumplir.

—Gracias, ya puede irse — entregó unos cuantos centavos a aquel hombre que le había prestado el servicio de llevarlo hasta una gran mansión.

La mansión más grande de todo la ciudad Villarreal y que pertenecía desde hace muchas generaciones a la familia noble de los Montenegro.

El hombre se acercó hasta la reja estilo colonial. A simple vista, muy lujosa para su opinión.

El jardinero estaba en lo suyo, podando. Cuando en eso, observó a aquel hombre parado observando.

— ¿Se le ofrece algo? ¿Quién es usted? — paso una mano por su frente para limpiarse el sudor.

—Deseo ver a los señores Montenegro... a la Duquesa - miró la mansión, observó las ventanas abiertas y como las cortinas se elevaban a causa del viento — Sé que están —convencido de su suposición —. Necesito hablar con ellos... soy un periodista y deseo hablar con ellos..

—El señor no está, caballero... solo su esposa.

Él sonrió. —No importa... por favor.

El jardinero suspiró. —Bueno, deme un momento.

El hombre quedó esperando varios minutos, caminaba de un lado a otro, con sus manos sujetando una libreta grande.

Una mujer se acercó, y este la observó sonriente.

—¿Sí? ¿Qué desea usted?

—¿Quién es usted? — preguntó el hombre, seguro de que no era la señora de la casa.

La mujer tomó aquella pregunta despectivamente.

—Soy la ama de llaves de esta casa — respondió con enojo. —¿Qué desea?

—Es mi deseo ver a la duquesa de Montenegro... — miró al jardinero — él me dijo que el señor no está... no importa, por favor... solo necesito unos cuantos minutos para hablar con ella y convencerla.

La ama de llaves arqueó una ceja. —¿Convencer a mi señora de qué?

—Solo a ella le concierne saber qué pretendo.

—Muy bien, ¿Cuál es su nombre?

—Álvaro Ruiz, dígale que no le haré perder su tiempo conmigo, solo que me dedique unos minutos y me escuche.

—Le hablaré a mi señora de usted y si es el deseo de ella lo dejará pasar — sin esperar ninguna respuesta, dió media vuelta retirándose.

La mujer se adentró a la casa, subió por la gran escalera coral, de una madera costosa y por la pared de este retratos pintados de toda la familia Montenegro a través de los años.

Llegó a la biblioteca personal de la señora, tocó dos veces con suavidad y entró.

Entró y encontró a su señora sentada en su sillón, leyendo un libro y cerca de ella su mascota, Aslan.

Un adorable perro de raza Harrier, regalo de su marido en una navidad.

Ella sonrió al verla. — ¿Mi señora?

—¿Sí, Emilia? — correspondió con suavidad en su voz, y la miró.

—Mi señora, un hombre llamado Álvaro Ruiz desea hablarte, insiste en verla a pesar de que el señor no está... dice que desea convencerla de algo que no me dijo — rodó los ojos.

—Es la primera vez que escucho ese nombre — cerró su libro, se levantó y Aslan la seguía —. Me pregunto que querrá... — se asomó por la ventana y pudo ver aquel hombre a lo lejos — vaya, es un joven...

La Estrella Que Escondió Su Brillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora