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Capítulo 15.

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El doctor había revisado a Elena con sumo cuidado y más con los ojos de Atilio Montenegro sobre él.

—¿Cómo está mi mujer? ¿Qué fue lo que pasó?

Elena estaba acostada y Aslan a su lado que no se separaba por nada del mundo de ella.

—Solo fue una baja de presión, Señor Montenegro... La anemia no tiene nada que ver... Está controlada... Solo tuvo un ataque de pánico la Duquesa...

—Te dije que no te preocuparas, mi amor... Yo estoy bien...

Atilio se acercó para besarla y hacerle caricias en su mejilla.

—No estaba tranquilo hasta que te revisaran, mi amor...

—Recomiendo que repose por el resto del día... Pronto se sentirá mejor... Nada de que alarmarse.

Atilio recobró su paz, le sonrió a su esposa.

—Te asustas por nada, mi amor...

—Te quiero siempre bien, amor mío...

—Yo me retiro... Cualquier situación que me requieran no duden en contactarme...

—Muchas gracias, doctor... Por venir a atenderme...

—Un placer, Duquesa... — y con debido respeto, sabiendo quien era la esposa del Duque, hizo una pequeña reverencia.

—Acompañaré al doctor, mi vida... Ya vuelvo...

Elena asintió, acariciaba a su perro que quería su plena atención.

>>>

Cuando regresó, encontró a Elena recostada de lado abrazada a Aslan.

Él se recostó junto a ella..

—Mi amor... Mi amor... Me asusté mucho verte pálida... Pensé que te estaba afectando otra vez...

—Mi amor, perdóname haberte asustado... El señor Ruiz me propuso eso con buen intención... No lo vayas a culpar... Él es bueno... Fui yo la que se alteró y pasó por mi mente... Recuerdos... Ya sabes...

—Solo dime que ya no quieres esto y no permitiré que se acerque más...

—No es necesario, mi vida...

—Bien... ¿Deseas comer algo? ¿Necesitas algo?

—Estoy bien... Solo necesito unos besos... — sonrió.

Atilio acató aquel pedido y la besó con suma urgencia, mor desmedido siempre para ella.

Atilio le hizo cosquillas con su barba alrededor de su cuello para hacerla reír y lo logró.

Ella reía para él, su ronrisa a flor de piel era un bálsamo de tranquilidad para él.

La veía ya con mejor color, sus labios con su color habitual, sus ojos brillosos... Más que perfecta...

—Te dejo dormir...

—Duerme conmigo... Un rato...

Y por supuesto la acompañó en la siesta.

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Elena despertó en la noche con la sorpresa de que todos sus hijos habían llegado... Preocupados por su madre.

Los diez hijos postrados en la cama alrededor de su amada madre... Volvían a ser niños cuando estaba con ella... Preocupados y asegurándose de la palabra de su padre que ya estaba bien...

La Estrella Que Escondió Su Brillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora